Capitulo 36

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Maratón 1/3

—Las cosas están mal ¿cierto?—pregunta la señora Greta frente a mi.

Evito su mirada ¿Qué si las cosas van mal? están peor que eso. Todo con Marcello parece un campo de batalla últimamente.

Luego del altercado que se tuvo con Ofelina el no hizo nada al respecto mas que pedirle a Amanda que no lo volviera hacer, obviamente esa mujer no se va a detener nunca pero eso a Marcello no parece importarle ya que frente a el, ella es la mujer mas buena del mundo, el enserio se esta creyendo eso de que ha cambiado pero todo eso solamente es una mascara porque ella nunca cambiara, no la conocí desde un principio pero conocerla ahora me basta para saber que es una manipuladora y que Marcello cae en sus juegos.

—No me siento bien—le digo a la elegante señora que bebe una copa de vino, nos invito a mi y a su nieta a almorzar ya que desde que Amanda apareció ella ha dejado de visitar esa casa.

—¿Física o emocionalmente?—suspiro viendo a la pequeña bebe que duerme a mi lado en su carriola, Emilio y Martin nos observan desde una mesa cercana.

—Emocionalmente, me siento cansada—le cuento porque se que puedo desahogarme con ella—, ya no quiero estar mas en esa casa.

Sus ojos se llenan de preocupación.

—¿Amanda te ha hecho algo? por que si es así ahorita mismo voy y la echo a patadas—dice furiosa—, no voy a permitir que lastime a mi hija.

Hija, ¿Cómo no adorar a esta señora que hace lo que sea por mi? incluyendo aprender el español para hablar mas fácil conmigo.

—No me ha hecho nada directamente pero vivir con ella es una completa tortura, se la vive metiéndose en mi relación con Marcello, humilla a Bruno y Ofelina y se cree la dueña del lugar, se que sigue siendo la esposa de Marcello y eso me hace sentir como una...

—Ni siquiera lo digas—me corta, al ver que mis ojos se llenan de lagrimas toma mis manos sobre la mesa—, no quiero que pienses en eso, el ya no esta con ella.

—Pero la tiene viviendo en la casa, nos tiene a las dos allí ¿Cómo cree que me hace sentir eso?—corre una lagrima por mi mejilla—, me hace sentir humillada y se que es la madre de Chiara pero merezco respeto y no me lo estoy dando ni yo misma por estar de arrimada en su vida.

Los ojos de Greta se empañan de lagrimas como los míos.

—¿Ya no quieres estar con mi hijo?—no dudo en responder.

—Yo amo a Marcello mas que nada y quiero estar con el siempre pero no así como estamos, nuestra relación va de mal en peor y estoy dudando de que el siga sintiendo cosas por mi.

—Pero el te ama...—niego.

—No estoy segura de eso—limpio mis lagrimas al ver que Chiara se remueve molesta en la carriola, la tomo entre mis brazos llenándome de su calor mientras sus ojitos azules no me pierden de vista.

La adoro tanto como a su padre.

—Te quiero demasiado Irisha pero creo que eso ya lo sabes—volteo a ver a Greta—, y quiero que sepas que cuentas conmigo para cualquier decisión que tomes yo estaré a tu lado, si necesitas espacio tal vez deberías hablarlo con Marcello, es momento de que el sepa que quiere para su futuro y que deje de ser un tonto y te ponga a ti y a su hija como prioridad.

—Apenas y nos hablamos—susurro meciendo en mis brazos a Chiara.

—Deben comunicarse querida y si las cosas no funcionan tu mas que nadie sabes lo que tienes que hacer—asiento.

Se lo que voy hacer, pero primero necesito hablar con Marcello.

...

—Estas muy delgado Ovidio ¿estas seguro que estas bien?—le pregunto al hombre que se encuentra haciendo una videollamada conmigo, no me esta gustando el verlo un poco ojeroso y con la piel pálida, esas no son buenas noticias—, y no me mientas.

—Que estoy bien hija, solamente no he tenido apetito estos días pero te prometo que me encuentro bien—no le creo nada, lo mejor será ir a verlo mañana mismo—, además la cafetería me tiene ocupado.

—¿No has pensado tomarte algunas vacaciones creo que las necesitas?

—Trabajar en esa cafetería es mi vida hija, no puedo dejarla así por así—niego porque es un terco—, ¿tu como vas?

No voy a decirle como están las cosas por aquí hasta que tome una decisión.

—Bien, un poco ocupada—finjo una sonrisa—, quiero preparar un postre ¿hablamos luego si?

El se despide y cuelgo la llamada, sonrió. Hablar con el siempre mejora mi humor.

Quiero preparar un postre para todos, preparo todo lo que voy a necesitar pero me doy cuenta de que me falta algo importante.

Harina, Bruno de seguro la tiene en la despensa.

Entro al pequeño cuartito cerrado donde hay dos estantes llenos de empaques de alimentos y muchas cosas mas, intento encender la luz pero veo que no enciende, debo mencionárselo a Bruno. Me arrodillo frente a un estante para buscar la dichosa harina pero el cuarto es oscuro, busco en mis pantalones el teléfono pero recuerdo que lo deje sobre la encimera, bufo frustrada y cuando estoy por ponerme de pie la puerta de la despensa se cierra de golpe dejándome en completa oscuridad.

De un momento a otro la respiración comienza a fallarme, le tengo fobia a los lugares cerrados y esto es demasiado pequeño.

Voy a la puerta e intento abrirla pero esta no cede, mi corazon palpita con fuerza golpeando mi pecho, siento mi respiración agitarse.

—¡Hola!—grito desesperada en la oscuridad—, ¿hay alguien allí? ¡por favor ayúdenme!

No escucho ruidos del otro lado de la puerta mas que mi agitación y mis pensamientos que me hacen sentir como si un hoyo negro me estuviera tragando en su profundidad, siento como si el piso se moviera bajo mis pies.

Desesperada y con los ojos llorosos comienzo a golpear la puerta con fuerza lastimando mis nudillos.

—¡Ayúdenme!—siento que el aire comienza a faltarme mientras lloro—, ¡tengo miedo ayuda!

A los golpes de mis manos se les unen mis pies dando patadas haciendo que la puerta rebote sin ceder.

—¡Por favor alguien puede escucharme!—grito con todas mis fuerzas—, ¡Bruno! ¡Emilio! ¡Ofelina! ¡por favor!

Golpeo con todas mis fuerzas sin respuesta alguna, me deslizo hasta caer de rodillas al suelo sin dejar de golpear la puerta.

—¡Por favor sáquenme de aquí!—cierro mis ojos y de lo asustada que estoy no me doy cuenta cuando la puerta se abre y unos brazos me rodean enseguida, levanto mi vista y veo su piel morena y mirada preocupada.

—Señorita Ivanov ¿Qué ocurrió?—pregunta Emilio asustado al ver mi estado.

Rodeo su cintura con mis brazos llorando en su pecho.

—No quiero estar aquí Emilio ya no soporto mas—lloro desconsoladamente mientras el trata de calmarme.

Después de eso lo único que recuerdo es que me llevo a mi habitación, Ofelina se recostó a mi lado y no me dejo sola ni un segundo.

Caí dormida unas horas después de lo sucedido.

...

Dentro de un rato seguimos con los demás capítulos (guiño).

Corazón OscuroWhere stories live. Discover now