Extra 1

70 6 2
                                    

Narrado por Ovidio

5 años atrás...

Estaba a punto de cerrar mi local ya que la noche había caído y debía volver a casa si no quería que la lluvia me encontrase aquí y no hubiera forma de salir, últimamente el clima de Sicilia ha estado demasiado extraño y no quiero contratiempos, solo quiero llegar a casa y descansar después de un agotador día en la panadería.

Esta panadería ha sido mi vida desde que salí de la secundaria, lastimosamente no tuve la oportunidad de recibir estudios superiores ya que no tuve el apoyo de mis padres que siempre me consideraron una decepción, pero como nunca me di por vencido con mucho esfuerzo logre salir adelante y poner mi local de panadería, al principio fue difícil pero con los años todo comenzó a dar frutos y en la actualidad tengo muchos clientes que les gusta venir aquí y pasar un rato agradable degustando de mis postres, se me da bien la cocina y creo que eso fue un punto a mi favor.

—Que día mas agotador—me digo a mi mismo en la soledad del local mientras limpio las mesas para mañana, me siento algo incomodo como si fuera observado y en efectivo cuando observo hacia los grandes ventanales que dan vista a la calle me encuentro con la mirada de una pequeña temerosa que me observa desde afuera.

Rápidamente dejo de hacer lo que hago y me dispongo a salir para verla mejor, cuando salgo lo que ella hace es retroceder asustadiza de mi presencia. ¿Cómo puede estar tan sola a estas horas de la noche? me pregunto a mi mismo.

Muchas preguntas llegan a mi mente al verla mejor y encontrarla en una condición deplorable, la niña no debe de tener mas de 15 años, su cuerpecito esta muy delgado con síntomas de desnutrición y apenas cubierto con unas ropas sucias y desgastadas, su cabello entre rubio y castaño va echo nudos sobre su rostro delicado, sus bonitos ojos verdes me observan asustada, es una chica muy bonita.

—¿Hola?—saludo con cuidado.

La chica ha dejado de retroceder pero de igual forma no me responde.

—¿Estas tu sola pequeña?—le pregunto amistoso—, ¿Estas perdida?

De igual forma no obtengo una respuesta. Sus ojos dejan de mirarme para ver dentro de mi panadería específicamente en algo.

—¿Tienes hambre?—pregunto señalando los panes y pasteles, ella asiente y me alegro al fin recibir una señal de parte de ella—, puedo darte algunos.

Vuelve asentir.

—Bien ¿Quieres entrar?—no me responde, mi cabeza comienza a formular que ella tal vez no hable el español—, entrar—le hago señas de que pase al local y logra entenderme pues niega, entiendo que no confié en mi—, entonces ya vuelvo.

Busco algunos panes y algo de beber y cuando salgo se los ofrezco, ella duda antes de tomarlos temerosa y sin decir nada salir huyendo lejos de mi.

—¡Hey no te vayas!—grito pero es inútil, ella ya se ha ido.

...

Al siguiente día ella volvió, le ofrecí de comer y volvió a irse.

Hizo eso como por una semana y yo ya me estaba preocupando de a donde iba. Estaba mas que seguro que ella vivía en la calle así que debía de ganarme su confianza para ver que podíamos hacer.

Se me rompe el corazón cada vez que la veo tan sola y necesitada de ayuda, quiero ayudarla, enserio quiero hacerlo y por eso voy a ganarme su confianza con esfuerzo porque ella no es tonta, teme a cada movimiento que hago y me preocupo de que alguien la haya lastimado.

...

Unos días después logre que confiara en mi y por ello supe que la niña es Rusa y que es huérfana, no fue nada fácil comunicarme con ella, Irisha que ahora se que así se llama, le tocaba hablar al traductor del teléfono para yo poder entenderle ese idioma tan complicado.

Corazón OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora