39-''AMAR ES SABER, CUANDO DEJAR IR''

9 4 7
                                    

CAPITULO-39

AMAR ES SABER, CUANDO ALERJARSE.

''SOMOS CAPACES DE LOGRAR, LO QUE SOMOS CAPACES DE SOÑAR''

Anabelle Collins.

Lo deje ir, y nunca pensé que me dolería tanto. Pero, era algo tan lógico, él era mi mundo, mi galaxia entera, el chico que cambio mi vida, como era posible que la vida nos uniera, y ahora nos obligara a alejarnos.

Pero, eso era lo mejor. Debía enfrentar mi pasado, tenía que resolver varias cosas que habían estado inconclusas por mucho tiempo. Y Chris, él no debía pasar por esto, yo no tenía las agallas suficientes para contarle mi vida pasada. En estos momentos, lo único que podía hacer era dejarlo ir, y alejarlo de la horrible sombra, que aun después de más de 15 años me sigue persiguiendo.

Comencé a recoger mis cosas, sabía que no volvería a esta casa, tome lo poco que cabía en mi mochila, y le escribí una nota a Chris para que supiera que estaría bien, pero que también, no podía volver a buscarme jamás.

Yo lo amaba, incluso más que a mi propia vida, pero no solo podía pensar en nuestra relación, estaban mis padres, mis amigas. Y no podía someterlos a este sufrimiento. No podría, no debía hacerlo. Con el corazón en la mano, deje la nota sobre la cama, aquella donde habíamos compartido tantas cosas, y no hablaba solo del sexo, si no de las cientos de veces, donde me cuido, consintió y me miraba como si fuera la única persona con suficiente poder sobre él, por eso, mientras mis mejillas se llenaban de lágrimas, salí de aquella habitación, y sin mirar atrás, seguí mi camino, para reencontrarme con mi triste y oscuro pasado.

Christopher Davis.

Mientras conducía, un mal presentimiento invadió todo mi cuerpo. Quería detener el auto, y devolverme a casa, todos mis sentidos me advertían que algo muy malo estaba a punto de suceder. Y yo ya no podía con más cosas, pero por más miedo que tenia de lo que pudiera o no pasar. Debía ir a casa de Fannie, ella me necesitaba así que aparte mis emociones alteradas y seguí  conduciendo, mientras miles de recuerdos de mi infancia nublaban mis sentidos.

Anabelle Collins.

Al salir de aquella casa, la cual jamás imagine considerar mi hogar, pero hoy sé que estaba equivocada. Llame un taxi, el cual llego a los cinco minutos de haberlo pedido, le indique a donde llevarme y mientras en los vidrios del auto se deslizaban gotas de la lluvia, de la misma manera corrían mis lágrimas por mis mejillas hasta llegar a mi mentón, donde comenzaban a detenerse en mi cuello. Nunca había sentido tanto desconsuelo, y el tener que enfrentarme a mi padre, de quien estuve escabulléndome por tanto tiempo, me hacía estremecer de miedo, si antes era cruel y sin sentimientos, no me quiero imaginar cómo reaccionara cuando vea a la hija, que huyo con su madre hace tantos años...

-Llegamos, señorita.-Indico el conductor, sacándome de mis tristes pensamientos.

-¿Cómo dijo?-pregunte distraída, ya que no había escuchado bien.

-Ya llegamos.

-Ah, por supuesto. Disculpe- dije, apenada.- ¿Cuánto es?

-No se preocupe, son veinte dólares.-Respondió amablemente.

-Tenga-Le extendí un billete de cincuenta.- Gracias, y quédese con el cambio.

-Gracias, y cuídese, este barrio es muy peligroso para una señorita como usted.-Por su mirada y sus palabras, no debía estar mintiendo, así que le agradecí y cerré la puerta del auto.

Ahora si, a preparase mentalmente para lo que vine Anabelle Collins...

Christopher Davis.

Llegue a la casa de Fannie, y toque la puerta de su casa, espere unos minutos, todo estaba oscuro, parecía no haber nadie, pero eso era imposible. Ella me había dicho que estaba muy mal, y se le notaba así que no creo que haya salido.

For you, for me. Where stories live. Discover now