Capítulo 36.

13.3K 625 151
                                    

Capítulo 36| Esto es solo el comienzo.

Antonella Cavalcante:

Estábamos sentados en la sala de estar, mirándonos las caras, aburridos y pensando cuál sería nuestra próxima jugada maestra para así conseguir el perdón del gran Thomas. Nate me miraba fijamente, intentando ver a través de mi. Y aunque esta situación en la que nos había metido era solo culpa mía, ninguno de ellos parecía enojado hacia mi persona.

—Hace un tiempo no te entendía, no comprendía por que habías decidido estar con él— mira a Lionel y suelta un suspiro— pero ahora lo noto y veo que te sientes segura a su lado como nunca te has sentido con ninguno de nosotros.

—Me siento segura con ustedes— le confirmo.

—Lo sé, Nell, pero eso no es a lo que me refiero y lo sabes. Te sientes segura con él de la misma forma en la que lo hacen Eleanor y Maxandra con nosotros— asiente— no voy a enojarme por que me he desgastado mentalmente al hacerlo durante todo este tiempo, así que intentaré entender el por qué de toda esta situación.

«¿Por qué?»

—Está impregnado en mi corazón, todo él, Nate.

Los ojos se me nublan cuándo asiente, comprensivo, y es por las lagrimas que no puedo evitar. He perdido a mi padre, pero a mi hermano aún lo tenía a mi lado.

—Tendremos que buscar una forma de volver a hablar con nuestro padre y eso también lo sabes.

Asiento y un escalofrío me revuelve por completo al recordar todo lo que pasó el día anterior. Lionel besa mi mejilla con cariño y yo me acurruco aún más en él.

—Todo estará bien— me promete y yo le creo. Le creo por que estas últimas semanas me ha demostrado que está comprometido en volver a hacer funcionar lo nuestro al cien por ciento.

—¿Que es lo que propones?— le pregunta Eleanor a su novio— se enojó hasta con Sebastian y eso que decía odiarlo.

El mencionado bufa.

—Podríamos presentarnos en la Mansión y pedirle que nos escuche.

Lionel niega rápidamente.

—No.

—¿Como que no?

—No va a querer.

—¿Tu que sabes?— refuta mi hermano.

—No va a querer hacerlo, al menos no por ahora— repite Lionel con firmeza— Es tu padre pero también es mi mejor amigo y lo conozco como a una vena sanguínea propia, así que escúchame y préstame atención...

Nate, de mala gana, le presta atención al igual que los demás.

—Tenemos que darle un tiempo, hay que dejarlo procesar, dejarlo enojarse y sobre todo hay que dejarlo beber su peso en alcohol por que eso lo ayuda muchísimo.

—No me confío de que...

Lionel me hace una seña justo en la cara para que haga silencio.

El Mejor Amigo De Mi Padre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora