Capítulo 40.

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Capítulo 40| Du hast dich in sie verliebt.

Lionel Herrán:

La esquizofrénica de mi ex esposa entra en el apartamento que Antonella y su hijo alguna vez compitieron, lo juzga por cada rincón e incapaz de complacerse con lo que la recibe, se sienta en el sofá con mala cara. Los amigos de Antonella y su hermano ya se encontraban en espera de nosotros y estaban rodeándonos, mirándonos como pelícanos curiosos.

—Dejen de joder— les digo a secas.

—¿Ahora te has convertido en un niñero? ¿y todos estos niños?— se queja, quitándose las gafas de sol y deslumbrándolos con sus ojos azules. De mi parte podría decir que Will había sacado los suyos y gracias a Dios no los de mi padre.

—Mucho gusto, señora...— Eleanor, dulce y pulcra, se le coloca al frente y yo le doy una mirada despectiva a Gisela para que no me deje a la pobre en ridículo.

Ella nota que la chica que tiene al frente es un pan de dios y justo como no pasó con Antonella, a su mejor amiga si le responde al saludo.

—Pueden llamarme Gisela, nada de señora— sonrió levemente y se cruzó de piernas tiempo después— ¿Ustedes quienes son?

Uno de ellos tendría que presentar al grupo completo y rogaba por que no fuera Nate. Era un Cavalcante y ella ya estaba aniquilándolo con la mirada por que le conocía, sabía quien era. Maxandra se adelantó antes que yo pudiese empezar a hablar.

—Este es Sebastian, la que ya habló con usted es Eleanor, Nathaniel y yo soy Maxandra.

Gisela asiente y luego de un momento, tras barrerlos a todos con su mirada hipnotizante, les quita toda su atención.

—¿Donde está mi hijo?— cuestiona, buscando algo en su bolso. Un cigarro es lo que coloca entre sus labios un minuto después, no pide nada para encenderlo por que también tiene un encendedor en el. Chasquea los dedos cuando nadie le responde, con molestia—Henry, ¿saben quien es? Henry, mi hijo Henry.

—Lo deje aquí cuando me fui— le contesto cuando me mira de forma acusatoria. ¿Que quería que hiciera? ¿que le llamara con un silbato y William viniera como un perro?

—Su novia debe de saber, ¿no?— ha tardando tanto en meterse con Antonella desde que llegamos— Venga, Mädchen, dime donde está.

«Niña»

Antonella me mira, los demás me miran y yo, tras dedicarle una mirada calmada a mi mujer, miro a la Arpía.

—Reden Sie nicht so mit ihm.

«No le hables así» advierto, sin perder los estribos. Gisela me mira con adoración.

—Que me diga donde está mi hijo entonces— expulsa el humo, mirándola.

—¿Como voy a saberlo si estaba con ustedes?— le responde.

—Igualita a tu madre— dice con diversión y amargura y suspira. Saca su móvil y marca el número, supongo, de William. Este suena en la estancia, más allá de la sala y la cocina; en las habitaciones— ¡Henry Herrán!

—¿Henry? ¿por que sigue llamándole Henry?— Maxandra tiene el ceño fruncido al nunca haberse enterado que nuestro hijo usaba su segundo nombre.

—Su nombre es Henry, que quiera tener otra identidad y cambiarlo es problema suyo, no mío— se desespera cuando su preciado hijo no aparece— ¡Henry!

—Deja de gritar, maldita loca— le reclamo— si tan interesada estas en verlo, ve búscalo tú.

Entonces se pone de pie de golpe, aturdiéndome y antes de que de un solo paso hacia donde se propone llegar; Will sale de donde sea que se estaba escondiendo.

El Mejor Amigo De Mi Padre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora