MavieSostenía una videollamada con Kate, quien al otro lado de la pantalla vociferaba como si el mundo se estuviera acabando. Yo apenas escuchaba. La imagen de Cassian irrumpiendo de la nada seguía dando vueltas en mi cabeza. A veces creo que tiene un radar para saber cuándo estoy a punto de colapsar.
Le ofrecí disculpas a Galán, quien, por fortuna, las aceptó. Pase a ello, después de que Cassian le fracturara la muñeca, nuestras prácticas en la pista de hielo quedarán suspendidas. Qué irónico. Un abogado que no sabe resolver conflictos sin usar los puños. Me encontraba en la sala, de pie, envuelta en una sensación de vacío. Él me había dicho que no volvería esta noche... y por extraño que parezca, su ausencia pesaba más que su presencia.
Mientras tanto, Kate gritaba algo sobre el nuevo capítulo que había escrito. Pero yo solo podía pensar en que, de alguna forma, el abogado siempre aparece cuando menos quiero estar sola.
—Tendrías que haberlo presenciado —soltó Kate, casi sin aliento—. Fue apoteósico cómo irrumpió. Y, por cierto... ese sujeto es una obra de arte a pocos centímetros. Estoy convencida de que no le eres indiferente.
—¿Y si ya paramos con el drama del abogado que casi le pulveriza la mano a Galán?
—No presencié nada que no se mereciera. Excelente movimiento, señor Rostov.
—Puede que el hielo no sea lo mío, pero no me voy a quedar de brazos cruzados. Voy a invitar a Galán a una salida como compensación. ¿Te parece sensato?
—¿Y si lo lanzamos del Puente Arlington? Total, nadie lo va a extrañar... ¿o sí?
—Kate, te lo digo en serio.
—Yo también.
—Solo deseo expresarle mi agradecimiento, nada más.
—Está bien. —me giró los ojos con resignación. —¿Te sientes más tranquila ahora? Hace tanto que no te veía tan alterada. Me vino a la mente aquel día en que entraste en pánico solo con ver el fuego.
—Es algo que escapa de mis manos, amiga. Cada vez que mis ojos se topan con las llamas, mi cuerpo se congela en un espasmo de terror. Entro en un trance que me inmoviliza por completo.
—Te doy mi palabra de que todo dará un giro, Mavie. Quiero confesarte que, en el transcurso de siete días, ya estaremos trasladándonos a California.
—Ni me lo menciones... con solo imaginarlo, se me estruja el alma. Pasará mucho antes de que volvamos a cruzarnos.
—Juraste que vendrías a California a brindar conmigo. Así que más te vale no olvidar mi advertencia: si llegas encinta, te extermino.
—Te dije que no. No sé de dónde sacas que voy a terminar embarazada. Te recuerdo que ni siquiera tengo novio y, ¡estoy demasiado joven para eso!
—Esa castidad tuya, amiga, pende de un suspiro. Ya inspeccioné el departamento... Eres una descarada. ¿De verdad pensaste que no lo notaría?
—¡Kate!
—Bye, amiga. Tengo que seguir escribiendo y hacer mis maletas. Te recuerdo que este fin de semana es tu cumpleaños, así que vamos a celebrarlo como se debe: o nos vamos a una discoteca... o a ver hombres encuerados. Te paso a buscar, no hay excusa.
Tan pronto colgué la videollamada con Kate, el silencio volvió a ocupar la sala como un huésped incómodo. Me puse a recoger lo que quedaba del desorden, incluyendo algunas cosas en la habitación del abogado. Él volvería mañana o eso había dicho y seguramente esperaría que todo estuviera tal cual lo dejó. ¿Pero quién deja su espacio abierto, sabiendo cómo soy? Si hubiese cerrado esa puerta, no habría tenido motivos para entrar.

YOU ARE READING
"El Abogado de la Mafia" © { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏} 𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́𝐧 ✔️
RomanceEl diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil...