MavieEl alba se filtró por mi ventanal, mientras tenía las extremidades sobre mi coronilla, sujetas. La cama oscilaba al compás de mi anatomía y resollaba desbordada. Cassian se deslizaba y retrocedía regresando a mi interior con parsimonia. Sus labios dibujaron un sendero desde mi cuello a pechos. Introdujo uno a su boca y lo chupó con celo, pasando la lengua por mis pezones. Actó continuo, metió el izquierdo en su boca y comenzó a solazarse. Mientras que yo gritaba apasionadamente.
Mis piernas coincidían con la altura de sus brazos superiores. Se internaba con tacto, moderado, controlado, deliberado, en mi coño. En tanto que sus embestidas nos ponían a sudar a los dos a la misma vez. Entretejió nuestros dedos sobre mi cabeza, donde tenía sus manos enlazadas a las mías.
—Me perturbas, mujer.—Arremetido más pausado —Solo yo en este mundo.
—Uahhh—jadeo—No existirá otro.
Con una última empujada, su pene me llevó al límite de mi orgasmo viniendo primero. En milésimos sentí el caliente de Cassian deslizarse por mi interior. Reposó su frente contra la mía, jadeante y empapado. Permaneciendo unos minutos en mi interior.
—Buenos días, vida.
—Buenos días, señor Rostov.
—Disfruto estos despertares contigo —Salió de mi—. Te extrañé.
—No más que yo a ti.
Me selló los labios con un beso antes de bajarse de la cama, dejándome envuelto en las sábanas blancas, y empezó a buscar su ropa.
—Te invitaría a ducharnos juntos, pero creo que estás demasiado rendida para otra vuelta.
Me ofreció una mirada sarcástica. Toda la noche la pasamos cogiéndonos como animales. No he podido dormir más de dos horas, porque cada tanto sus manos exploraban mi cuerpo y terminaba abriéndole las piernas.
—Eres un fastidioso.
—Soy tu niño —volvió a mí y me besó. Quería más de él.—Paso por ti a las diez.
—Tengo un desayuno con mi padre, Cassian.
Ya vestido con su traje negro, se acercó a mí. Me atrajo con suavidad, sentándome sobre sus piernas, mientras acariciaba mi vientre aún pequeño.
—Y yo te dije que voy a salir con mi mujer.
—Tendrás que esperarme hasta que termine con mi padre. Es mi última palabra.
—Esperará —cedió, besando mi mejilla—. Mis hijos laten aquí.
Dejé caer mi cabeza sobre su pecho, mientras él acomodaba con los dedos los mechones sueltos de mi cabello.
—Nuestros hijos, bebé.
—Haré todo lo que esté en mis manos para protegerlos. Ustedes son mi única familia.
—Sé que lo harás.
—Me pesa haber dicho todas esas cosas tan duras y desagradables. Lo lamento tanto, vida.
Me giré hacia él y, aún envuelta en las sábanas blancas, me acomodé entre sus piernas.
—Shh, eso quedó atrás. Sé que ese temor sigue dentro de ti. Tienes miedo de que me pase algo y termines criando a los bebés solo. Pero mírame, Cassian... no voy a irme. No voy a morir.
—¿Me lo prometes?
—Sí. Soy la mujer del mismísimo diablo ruso.
Sus ojos se mantuvieron fijos en los míos, y llevó una de mis manos hacia su boca para besarla con suavidad.

YOU ARE READING
"El Abogado de la Mafia" © { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏} 𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́𝐧 ✔️
RomanceEl diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil...