MavieObservé por la ventanilla del avión y llevé una mano a mi abdomen mientras los sucesos de la noche anterior me sacudían sin compasión. No esperaba esa respuesta de él, y menos aún que me hiriera con términos tan duros. Tuve que recurrir a la señora Rostov para que me ayudara a salir de Italia, ya que él no permitiría que me fuera por mis propios medios. En un avión privado que había despegado hace unas horas, la señora Rostov me acompañaba. Ella sujetó mi mano y posó la otra sobre mi barriga.
—Gracias por ayudarme a salir de Italia, señora Rostov.
—Con mucho gusto, cariño. Llevas a mi bisnieto en tu vientre. —Frotó mi abdomen—. Ignoro por qué Cassian reaccionó de esa manera tan despiadada. Pero deberían conversar y darse una chance de aclararse.
—Él dijo que no quería a mi hijo, quizás piense que no es suyo.
Las lágrimas fueron incontenibles. Él tal vez crea que no es suyo, ya que me gritó que era estéril. Pero Dios sabe que yo no me he involucrado con ningún otro hombre.
—No, mi niña, no —me tranquilizó—. Los Rostov pueden ser muchas cosas, pero nunca dudan de la mujer que aman.
—Solo desearía entender su temor, por qué no quiere al bebé.
—Te revelaré algo muy curioso.
Sus ojos azules me miraron y me transmitieron calma.
—Una vez, yo amenace a mi esposo, con irme de su vida para siempre. ¿Y sabes lo que hizo él?
—¿Qué hizo?
—Se arrodilló ante mí y me suplicó que no lo dejara.
—Cassian nunca haría algo así por mí. Es demasiado orgulloso... no inclina la cabeza ante nadie. Pero quiero escuchar sus miedos de su propia boca.
—Es un Rostov, Mavie. Y los Rostov son capaces de cualquier cosa con tal de no perder a la mujer que aman.
—No voy a disculparlo aunque venga de rodillas. —Ella me miro con melancolía. —No tengo intención de oírlo. Su momento ya terminó.
—Confío en que me permitas conocer a mis bisnietos cuando lleguen al mundo. Por favor, protégete. Debo regresar a Italia. No puedo dejar a mi marido solo tanto tiempo. Se volvería trastornado.
Me quedé reflexionando sobre lo último que dijo. ¿Bisnietos? Solo estaba embarazada de uno.
—Gracias, señora Rostov, y por favor, si llega a verlo, protéjalo, incluso de sí mismo.
Una vez que me despedí de la señora, el avión volvió a descender y lo examiné entre las nubes. Solté un suspiro sin fuerzas, con las lágrimas contenidas. Solo quería desaparecer del mundo, a un lugar donde nadie pudiera hallarme. Era cuestión de tiempo para que él regresara a Estados Unidos. Lo nuestro se había terminado antes siquiera de empezar.
Había solicitado un taxi. Llegó en unos minutos. En cuanto entre, le di la dirección para que me llevara a la antigua vivienda. Durante el trayecto, miraba en silencio por la ventanilla del auto. Fue entonces cuando mi celular vibró con una llamada de mi padre.
—Cariño, ya estoy en casa. Iré a buscarte. Prepara tus cosas.
—Papá... —rompí en sollozos— papá...
—¿Qué pasa, cielo? ¿Por qué lloras?
—Nada, solo me alegra escuchar tu voz. Estoy en camino, por favor espérame afuera.
—De acuerdo, hija. Aquí estaré. Justo estaba por salir a buscarte.
Desconecté el teléfono y el conductor me vigiló por el retrovisor. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Necesitaba una ducha. Necesitaba huir de todo. Pero lo único que podía pensar era en mi hijo, en cómo debía ser fuerte por él. Cuando el taxista me dejó frente a mi antigua casa, que parecía tan lejana en mi memoria, bajé del vehículo y le pagué con el dinero que me había dado la señora Rostov.

YOU ARE READING
"El Abogado de la Mafia" © { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏} 𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́𝐧 ✔️
RomanceEl diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil...