El diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil...
Amado lector, los extras ustedes van a leer a continuación. Esta es una versión que ya no está disponible. Así que... No los volví a redactar a razón de que no tenía tiempo. Y... Que no cambia nada. Ellos tienen cinco hijos normales.
Hay edades de los pequeños que no coinciden, porque esta versión no es la que tengo originalmente. Así que espero que me entiendan, ya que voy a volver a redactar la historia más adelante. Gracias por leer.
Cinco años después
Mavie
En estos cinco años que han pasado, mi vida ha sido única. Mis hijas han crecido hermosamente, ambas iguales. A veces no sé quién es quién. Sacaron los rasgos de su padre: ojos grises, piel blanca y cabello negro. Y de mí, nada. Solamente puse el vientre. Después, mis hijas son iguales a Cassian. Mi mejor amiga, Laury, tiene un hermoso niño. Vive feliz con mi padre en Londres. Tony, quién lo iba a pensar de él, también tiene un pequeño niño de cuatro años. Un castaño, muy bello. Cassian está celoso conmigo y con las niñas. Es un tóxico de lo peor.
Mi esposo no estaba en casa hoy; venía de su viaje. Estaba en Reino Unido defendiendo a un criminal. No quiso dejarnos solas, pero tuvo que partir. Es mejor tener aliados que enemigos.
Como todas las mañanas, revisaba el cuarto de las pequeñas cuando no las encontré. Me alarmé bastante. Me recordó aquella vez, cuando tenían dos años, y las hallé en la jaula de los leopardos. Tuve tanto miedo. Pero Furia e Ira no les hicieron nada a mis hijas. Al contrario, las cuidan. Me dirigí al sótano y ahí las vi, jugando con los leopardos.
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Ellas jugaban con los leopardos alrededor de Furia, quien las lamía como si fueran sus crías. Tony intentaba sacar a las niñas, pero era imposible; Ira no dejaba que se acercara nadie.
—Tony —dije, y él se giró hacia mí—. Yo me haré cargo.
—Señora, esos animales no dejan a las niñas. Temo que les hagan algo.
—No les harán nada, las cuidan desde que estaban en mi vientre.
—Esos leopardos son peligrosos y esas niñas son la reencarnación del señor Rostov.
Reí. Mis hijas salieron bellas e inteligentes, como sus padres. Pobre del hombre que las pretenda.
—Descuida. ¿Cómo está el pequeño Lucas?
—Inquieto por ver a sus primas. Lo he traído conmigo, su madre esta dando clases.
—Tráelo, las niñas querrán verlo.
Asintió y se retiró. Me crucé de brazos y me aclaré la garganta, llamando la atención de mis dos diablescas.
—Caixia y Maliah.
El gris de sus orbes me impactó. Cada vez que las veo, reflejo en ellas a su padre, el hombre que me tiene enamorada cada día como la primera vez.