C A P I T U L O 14

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—Somos una fraternidad, un grupo de jóvenes alrededor de unas cien personas

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—Somos una fraternidad, un grupo de jóvenes alrededor de unas cien personas. Estamos divididos por categorías: los principiantes y los veteranos. Aparte de ceder fiestas, tenemos un negocio de drogas. El trabajo sucio lo tenemos en un almacén de la ciudad, no muy lejos de aquí —A Bryan se le atasca la garganta cuando quiere seguir hablando, se queda en silencio por un momento. La inseguridad se confiesa en el iris de sus ojos azulados, estos no tienen un color oscuro e intimidante; están aligerados, casi abrillantados de la emoción convencional—. Nos encargamos de infíltranos en los institutos, falsificamos papeles y firmas para que puedan entrar sin ningún problema, ya sea como alumnos o profesores. Les decimos a los estudiantes que lo mejor para sus vidas es consumir drogas; a veces no es tan necesario, la mayoría ya están drogados apenas instalas una charla con ellos.

—¿Drogas? ¿Qué es eso?

Él suspira.

—Son cosas de las que debes preocuparte, y mucho.

Mi corazón empieza a palpitar acelerado, sintiendo en el pecho el ahogo de los latidos. Mis manos se entumecen del miedo a todo lo que mis oídos escuchan de los labios de Bryan, una consonante tras otra. Comprendo los sentimientos positivos, como sentirse contenta, alegre, tal vez agradecida. Me son más fáciles de identificar y reconocerlo. Por otro lado, el efecto que tengo ahora no lo reconozco, esa reacción natural proveniente de la situación. Entonces validar este merito, seria aceptar la realidad, y eso es lo que menos estoy haciendo.

—¿Yo también estoy dentro de esa... paternidad? —pregunto, dudo en sí.

Bryan se ríe.

—Es fraternidad, Honey. Y sí, tú mandabas en ese lugar, fue un poco antes de tu accidente que Harry logró tomar tu puesto.

Niego la cabeza varias veces seguidas, instintiva—. Es mentira, Gael no pudo haber ocupado mi puesto si él estuvo en la cárcel. Eso sí sé que significa —argumento luego, feliz de mi conocimiento. Sin embargo, también estoy preparada para avanzar platicando—. Él no me parloteó exactamente sobre el negocio, ni mucho menos quien ocupó mi posición, aunque si me dijo sobre haber estado encarcelado por un largo tiempo, creo que años.

Bryan no muestra una señal de vida en su semblante, es sospechoso. Veo la vislumbre en su mirada sombría al observar, perdido en su mundo, el cojín blanco que reside debajo de sus manos, pero arriba de sus piernas.

—Lamento decirte que eso es mentira. Si en realidad hubiesen metido a Harry en la cárcel, ya estaríamos todos detrás de las rejas.

Respiro hondo, vuelvo a efectuar el igualitario ejercicio. Ladeo un poco el cuello a los lados, solo para abismar las circunstancias inesperadas de su respuesta. Chasqueo la lengua un par de series, hasta que finalizo el silencio que se impregnó en nosotros.

—¿También es mentira que voy al instituto para recuperar la memoria? —Le ataco de cara, interponiendo la meta de saber la verdad, que es lo único que necesito.

Orquídea Cattleya | Libro IWhere stories live. Discover now