C A P I T U L O 20

11 10 0
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Está sentando en el sofá. Su mirada no se desvía de los papeles que he acoplado en una carpeta sobre mi expediente médico. Él se ha tomado la molestia de leerlos cada uno por el orden que está apilado; sin embargo, la continuidad de su lectura se vuelve un poco pausada e incluso divertida cuando en ciertas ocasiones —que son bastantes—, tiende a preguntarme sobre el escrito garabateado que plasmó el especialista en la hoja.

—Serás sometida a muchos análisis médicos, Honey, ¿segura que estás de acuerdo con eso?

—Sí —respondo entusiasta—. Espero que no tengas ningún problema.

—No, yo... —Dylan ajunta los papeles en la carpeta para abandonarlos a un lado de él junto con un suspiro—. No tengo ningún problema, pero siendo sincero, creo que he dejado de seguirte el paso, ¿sabes?

—¿Cómo así?

—No lo sé —Se encoge de hombros—. No me rehúso que vayas al médico, realmente me parece grandioso. Los chicos últimamente están actuando de una forma extraña, que cuando les pregunto por ti: Gael entra en una crisis nerviosa, y Bryan ha optado muchas veces por no responderme. A veces no los entiendo, son bastante complejos, ambos.

—No sé qué decirte al respecto —murmuro apenada por la situación.

—Y tampoco necesito que me digas algo —Se levanta del asiento mientras se acerca a mi costado a resonar un dulce beso en mi cabello—. Con saber que estás bien, me parece lo mejor. Espero que de ahora en adelante no te olvides de contar conmigo para lo que necesites... Tal vez algún día quieras ayuda financiera, tengo entendido que los gastos médicos son un poco caros.

—Si llego a necesitar de ti, sería para que me acompañes a una consulta, ¿de acuerdo? —Dylan asiente contento por mi respuesta, y mi sonrisa trasciende a lucir blanca por la clara evidencia de que también estoy emocionada por la idea—. Además, Gael me ha estado ayudando económicamente, creo que con ese dinero podría cubrir los gastos por completo.

—¿Y qué tal si no?

—Me estás haciendo entrar en presión y apenas voy por la primera consulta —Al término, una ceñuda risa desprende de mi garganta contagiando al invitado.

—Sabrá Dios cuantas veces irás a la clínica.

—Mínimo iré unas diez veces —Chasqueo mi lengua insegura de mi cálculo. De hecho, me inquieta el pensamiento de verme a mí misma yendo a ese lugar semana tras semana puesto que las ruidosas carcajadas del rubio escandalizan mis oídos.

—¿Qué sucede contigo? —pregunto medio sonriente, medio confusa en su dirección.

—Ahora te veré viviendo en el estacionamiento de la clínica —Entre risas, logra decir.

Ruedo los ojos sin poder evitar asomar una sonrisa—. Y yo te veré a ti rogándome para que vivas conmigo en el estacionamiento de la clínica —arremeto en contra de sus insinuaciones despampanantes que podrían tener una milésima de razón.

Orquídea Cattleya | Libro IWhere stories live. Discover now