C A P I T U L O 23

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El sol esta radiante.

Si me hubiese quedado en la ventana en busca del amanecer, sin duda lo hubiese encontrado. Parece que el cielo se esta disculpando por arruinarme la ilusión aquel día. Lo acepto, porque no creo que haya otro momento en que me despierte a esa hora. Además, el especialista quiere que realice una agenda de rutinas de cuatros días a la semana que sirvan de ayuda a la amnesia. He empezado con esa tarea hoy, martes. Apuesto que él hubiese querido que la comenzara ayer, lunes.

Es inevitable admitirlo, aunque tengo que hacerlo. Haberlo puesto el primer día de la semana, hubiese causado un habito de irresponsabilidades que al especialista no le hubiese encantado escuchar. En cambio, el martes, es el segundo. Por lo tanto, este genera otro tipo de sensaciones acogedoras que las de un lunes. Ahora, de cuatros días, postulé solo uno. No estaré haciendo la tarea al pie de la letra, pero si estaré en una conversación sobre las responsabilidades cuando vaya a la consulta de mañana; al menos, no tengo que culpar a un día de la semana por mis decisiones voluntarias.

Tampoco es como si tuviese muchas cosas que hacer, o que aprender en cuatro días como para volverlo una rutina. Los martes de ahora en adelante, es de investigación. Estar horas en el portátil puede ser un poco adictivo. Llenar mi mente de análisis construidos de una página web gratuita, me ayuda a la hora de ser infraganti tras la enfermedad de Gael. Es interesante, mucho. Tal vez vivirlo en carne propia, no lo es. No es como si quitar recuerdos de tu cabeza tampoco lo fuera. Esto es distinto. Soy curiosa, eso lo sé. Y es la única descripción de mí que he podido experimentar.

Pulso las teclas del computador en un juego de palabras en la barra del buscador: trastorno límite de personalidad. Es la tercera página que indago, creo que también será la última. Cliqueo el antepenúltimo enlace que, en cuestión de segundos, me permite visualizar la información que se presenta. Las líneas importantes que pueden que creen un impacto en mi ciclo de aprendizaje, las almaceno en un correo de oficio, aparte de las notas escritas. Son aclaraciones que debo tener en cuenta si de Gael se tratase. A lo que me he enfrentado esta última semana, no es más que un simple día para él. Y no tan común para mí. Su estadía de emociones que suelen ser intensas, puede llevar cualquier tipo de situación a otro nivel y sin quererlo de ahí, puede salir alguien lastimado físicamente.

Coloco una nota rosa en una superficie plana del escritorio que no esté llena de cúmulos de papeles. Escribo en ella un párrafo extraído de la página que capta mi atención a la primera leída: las personas con trastorno límite de personalidad, pueden comportarse de manera impulsiva tratando de aliviar su angustia. Algunos ejemplos de comportamiento impulsivo son el gasto imprudente, el abuso de drogas y alcohol.

Suspiro.

La mensualidad excesiva del apartamento, es más que un gasto imprudente; si las bebidas alcohólicas pudieran ser personalizadas, las del trabajo de Carl hubiesen tenido el nombre de Gael en medio; si hablamos de las drogas, supongo que eso también entra en el sistema. Es obvio, yo cree la fraternidad.

Orquídea Cattleya | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora