C A P I T U L O 3

623 183 96
                                    

Las clases fueron deprimentes, tan solo faltaban dos horas para que acabara mi segundo día y en ninguna clase, he podido observar un chico lindo

Oops! Această imagine nu respectă Ghidul de Conținut. Pentru a continua publicarea, te rugăm să înlături imaginea sau să încarci o altă imagine.

Las clases fueron deprimentes, tan solo faltaban dos horas para que acabara mi segundo día y en ninguna clase, he podido observar un chico lindo. Tal vez los chicos lindos se presentaron en las clases de ayer, a las únicas que no pude asistir por permitirme pasar el tiempo en detención.

En donde batí el record por ser la primera chica en ir a detención más rápido que cualquier otra en su primer día de clases de su último año. El título era bastante largo como para enorgullecerme; pero, si de algo he aprendido, es que debo tacharlo de las cosas que tengo que hacer antes de morir.

Por cierto, la comida también es un hábito motivador en cada año. Una palabra encontrada en el diccionario supuestamente llamada hambre, era la que me estaba atacando en estos instantes el estómago, el cual hacía sonidos raros con mucho furor.

Empujo la puerta del comedor saboreando la sed de mi hambre. Sujeto una bandeja a un lado de la puerta y persigo la fila larga de estudiantes para ir en busca de comida. Mientras ésta pasaba poco a poco observo desde lejos el mostrador, esperando que haya algo nutritivo y sabroso para masticar. Llegado mi turno Bibi —una de las tantas trabajadoras— quita la bandeja de mis manos para echar una crema blanca en un pequeño plato, una vez servido lo colocó en la bandeja y prosiguió por entregármelo.

—¿Qué es esto? —Levanto mi plato intentando que la crema blanca se moviera de un lado al otro, para demostrarme a mí misma que era comestible, pero no fue así. En cambio, la que demostró que estaba molesta conmigo fue la cocinera, quién casi estampa su cucharon en mi cara apenas hice mi reclamo.

—Crema de avena —habló con su mano aún en alto. Pestañee varias veces sin quitarle un ojo de encima al cucharon, con mi dedo intenté mover el objeto de cocina a un lado pero su mano se mantenía firme, al igual que ella—. Debes saber que todo esto es tú culpa, Honey. Si no fuera por tu grandiosa idea de hacerme una fiesta sorpresa el año pasado, nada de esto hubiese ocurrido.

!Que buena fiesta¡

!Y que buena sorpresa¡

Ella hablaba todos los días de su ex esposo, del cual decía que sería la mujer más feliz del mundo si se reconciliaba con él, justamente faltaba pocas semanas para su cumpleaños 32. Cuando por fin pude convencer a Thomas —su ex esposo— de venir al instituto a darle una pequeña sorpresa a su apreciada Bibi. Ella salió con el peor espectáculo que he visto toda mi vida; tanto así que el director Dunne se enteró y la descendió de su trabajo como cocinera.

Solo recuérdenme la próxima vez no molestarme en hacer fiestas sorpresas en días festivos.

Ella bajó la cabeza para dejar el cucharon en su lugar. Una sonrisa se desliza por mis labios al momento en que Bibi vuelve a surgir la mirada en mí.

—No lo volveré a hacer nunca más, la próxima vez espero que te estés muriendo en tu habitación porque nadie se acordó de tu cumpleaños número 200. He aprendido la lección, soy pésima para las fiestas sorpresas —Saqué de mi bolso con la agilidad de mi mano un gotero con agua, lo exprimí cerca del ojo para que se tornaran como lágrimas y seguir con mi discurso—. Pero la lección que no he aprendido todavía, será olvidar tu exquisita comida Bibi.

Ella se carcajeó de la risa. Sacó de mi vista el pequeño plato con la crema de avena y me alentó a que fuera a las clases extras de dramatización que hacen en el instituto. Ella es tan solo una señora de raza negra lo bastante rellena para tener buenos atributos para los hombres con gustos peculiares.

—Créelo chiquilla, esos chicos idiotas se mueren de hambre sólo por ver a la nueva cocinera —Señaló con su cucharon a mi espalda, voltee mi cabeza y vi que todos los hombres de la mesa roja señalada por Bibi, estaban jugando cómodamente con la crema de avena—. Será rubia, pero le hace falta buenos atributos.

Bibi coloca en mi bandeja un sándwich con doble jamón, servilletas, un zumo de naranja y un pitillo. Le agradezco con una sonrisa de oreja a oreja, pero antes de irme, le guiño un ojo en forma de despedida.

Una mesa prácticamente despojada estaba en mi zona de visión. Me senté en una de las sillas frente a Dylan —un buen amigo—, éste ya había ocupado un asiento de la mesa anteriormente. Él no se había percatado de mi presencia sólo por devorarse su pequeño plato con crema de avena. Por lo tanto, dejé mi bandeja a un lado y decidí revisar los mensajes en mi teléfono.

—Creo que primero se saluda —escuché decir a Dylan delante de mí. Alejé el teléfono de mi rostro, agarré unas cuantas servilletas de mi bandeja y se las ofrecí, las cuales aceptó con gusto—. ¿Por qué lloraste?

—¿Recuerdas que Bibi le gusta la dramatización? —Él asintió limpiándose los labios y cerca de ésta—. Tuve que dramatizar mi lamento con respecto a la fiesta sorpresa a cambio de buena comida.

Dylan entrecerró sus ojos sin poder creer lo que haya dicho y añadió—: No puedo creer que Bibi se haya vendido de tal forma, reclamaré mis derechos. Eso es tan injusto después de lo que sucedió.

—Nadie tiene mejor encanto que yo en las dramatizaciones —divagué con orgullo—. Además, de qué tanto te quejas si la rubia te sirvió con amor el plato con avena.

La carcajada fuerte de Dylan atemorizó el comedor— Entre rubios nos entendemos —Lanzó sus manos al aire como si estuviese dispuesto a pelear conmigo.

—¿Me estas discriminando solo porque no soy rubia? —pregunté ofendida con la mano en el corazón, como si me hubiese dolido su comentario.

—Tal vez si —Dylan ladeó su cabeza a la derecha, luego hacia a la izquierda y dijo—. Tal vez no.

—Por cierto, ¿estuvo buena la comida?

—Sí, y la rubia también.

Negué con una sonrisa antes de darle un mordisco a mi sándwich de doble jamón hecho por Bibi. Sin previo aviso, la silla al lado de Dylan fue removida por Gael, se sentó en ella como si estuviese en su casa y para asegurarse de no caerse, estiró el brazo en la parte superior de la silla de su buen amigo.

El chasqueó su lengua antes de dirigirse a mí con su dedo— ¿Te pintaste el cabello de negro? —gesticula con sus labios al momento que se balancea en su silla.

Asentí mi cabeza mientras abro el zumo de naranja, mis ojos persiguen los de Dylan y el chico ya estaba dispuesto a beberse el resto del zumo sin esperar que yo se lo ofrezca.

—Le queda bien —certificó el rubio—, pero le quedaría mucho mejor un color rubio.

—Siella se pinta el cabello de rubio, no sabré identificarlos cuando los dos estén juntos —admitió Gael después de haberse reído de la anécdota de su amigo.

Reí a carcajadas al unísono con Dylan. La intervención de Gael me sirvió de ayuda para que el rubio no insistiera más con el color de mi cabello, tanto así que decidió no decir nada y tomarse el zumo de naranja de una vez por todas.

Una chica se posó detrás de Gael, al tapar con sus manos los ojos de éste, ella chistó de alegría al ver que él sólo intentaba zafarse de su agarre. Y aunque no duró tanto el encuentro misterioso por petición de ella, nada pudo ser peor que el apodo que le puso a continuación.

—Pajarito, te he extrañado tanto.

PITILLO También conocido como: absorbente (Cuba); bombilla (Argentina, Chile, Bolivia); calimete (República Dominicana); cañita, pitillo (Colombia, Venezuela); cañita, sorbete (Perú); carrizo (Panamá); pajita (Paraguay, Uruguay, y España); popote (México) sorbete (Argentina Ecuador); sorbeto (Puerto Rico).

Orquídea Cattleya | Libro IUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum