CAPITULO 23

1.6K 106 13
                                    

ANDREA: -Samuel- Dije entre jadeos, pronunciando su nombre sin darme cuenta.

SAMUEL: Me acerqué a su oído diciendo -Eso me gusta Princesa, me encanta-.

ANDREA: Que cosa, que es lo que te gusta Samuel? Casi sin poder hablar.

SAMUEL: Ese sonido, ese gemido mientras pronuncias mi nombre; Me encanta. Me excita cada vez más. No pares de decirlo por favor.

ANDREA: Abrí mis ojos como platos, ni siquiera era consciente que había dicho su nombre varias veces entre jadeos. Este hombre era capaz de llevarme al cielo haciéndome sentir cosas inexplicables, cosas que nunca había sentido. Mi boca se me hacía aguas, el corazón lo tenía prácticamente en la boca y apenas podía sentir mi cuerpo mientras se derretía junto al suyo.

-No me había dado cuenta que he dicho tu nombre Samuel, lo siento, solo no pares por favor, ámame como nunca lo has hecho, con locura, con pasión, hazme sentir que en este momento solo existimos tu y yo.-

SAMUEL: Te estoy amando tanto mi Princesa, pero aún tengo mucho más por mostrarte, ya te invité al cielo y te bajé una estrella, ahora déjame recorrer todo el universo entero junto a ti.

Y no lo sientas, amo escucharte decir mi nombre y esos sonidos tan excitantes que salen de tu boca mientras te hago solo mía.

Seguí, mientras se entrelazaban nuestros dedos y ella apretaba mi mano fuerte, podía sentir como se derretía entre mis brazos, nuestros cuerpos se seguían rozando, nuestra piel parecía encenderse y se resbalaban gotas de sudor en nuestros rostros.

El tiempo pareció detenerse, un momento, un preciso instante donde solo existíamos nosotros, amándonos en una noche de tormenta, prácticamente en medio de la nada.

NARRADOR

Sofía e Irina se fueron a sus habitaciones, ambas muy preocupadas por Andrea. Pensaban donde estaría bajo esta tormenta o si quizá algo le había sucedido.

Irina fue corriendo a la habitación de Sofía, ya que en tiempos de tormenta la habitación de Andrea siempre fue su refugio pero Andrea estaba perdida y ella le tenía pánico a los truenos.

Arturo y Flavio seguían despiertos preguntándose donde podría estar Samuel. Temían que alguien lo hubiera herido o hecho daño, ya que él no conocía las tierras. Plantearon también la posibilidad de que Samuel estuviera perdido entre la tormenta.

Don Felipe y Cayetana seguían desconociendo la situación, mientras que Irina y Sofía pensaban como les dirían a la mañana siguiente.

MIENTRAS QUE EN LA CABAÑA BAJO LA TORMENTA

ANDREA: Samuel aún estaba dentro de mí con esos movimientos que me hacían perder por completo la razón.

Seguía haciéndolos más rápidos y constantes, yo sentía que ya no podía más, eran demasiado maravillosas todas esas sensaciones que recorrían mi cuerpo.

El me acariciaba de una manera diferente, con pasión, suavemente pasaba las yemas de sus dedos sobre mi piel mientras besaba y rozaba sus labios tiernamente haciéndome arder de deseo.

Samuel de verdad me quieres? -Dije entre jadeos.-

SAMUEL: Acaso no te lo he demostrado? -Estando aún dentro de ella-.

ANDREA: No me respondas con otra pregunta, respóndeme. -Podía sentirlo dentro de mí y unas leves cosquillas subían por mi vientre-.

SAMUEL: No, no te quiero Andrea. Te Amo, te amo tanto que eres incapaz de siquiera imaginar cuan infinito es mi amor por ti. -Adentrándome en ella más fuerte-.

ANDREA: Sus ojos tenían un brillo diferente cuando me dijo que me amaba, se metió con fuerza dentro de mí y no pude evitar soltar un gemido de satisfacción.

Me he entregado a ti Samuel en cuerpo y alma, solo tú has besado mi piel, solo tú me has hecho sentir -Suspiré- todo lo que estoy sintiendo. Te he regalado mi inocencia para convertirme en una mujer, tú mujer.

Y Te Amo por eso.

SAMUEL: No me molesta que me preguntes si te amo, pero quiero que sepas que te amo mucho más ahora que eres mía. Yo he aprendido muchas cosas de ti, cada día me enseñaste cosas nuevas, siempre atesoraré en lo más profundo de mi corazón lo que me regalaste este día Andrea.

Regalándole una sonrisa picarona.

Seguí haciéndole el amor con dulzura y suavemente, besaba su cuello y rozaba mi lengua sobre su piel.

Desde su vientre, tomando sus sensibles pezones entre mis labios haciendo círculos con la lengua, subía hasta su cuello nuevamente hasta posarme en sus labios.

Fundí con fuerza mis manos en su cabello, entrelazando mis dedos en él, mirándola fijamente a los ojos me adentraba en ella una y otra vez, con suaves movimientos hasta que cada vez se hacían más rápidos y constantes.

Ella solo cerraba sus ojos, tratando de no gemir, apretando fuerte mi espalda con una mano y con la otra apretaba mis nalgas.

Llegamos juntos al clímax, estaba sudada y su respiración agitada. Estaba agotada, pero regalándome una gran sonrisa como siempre.

ANDREA: Pensé que Samuel se enojaría por la pregunta, pero no fue así, me respondió hermoso dándome una sonrisa picarona. Luego hubo un silencio entre los dos que entendí.

Besaba cada parte de mi cuerpo, rozaba su lengua en mi cuello haciéndome derretir, besaba la parte baja de mi vientre y por momentos su lengua rozaba mi piel, un torbellino de sensaciones me envolvía. Tomó con fuerza mi nuca y fundió sus manos en mi cuello, mirándome a los ojos fijamente mientras me hacía el amor suavemente.

Entraba y salía de mí, se tornaba cada vez más rápido y me estaba volviendo loca, cada vez era más intenso y dentro de mí sentí algo diferente, cerraba mis ojos para no gemir de todo el placer que estaba sintiendo, pero era imposible, sentirlo dentro de mí era algo que me encantó, y como una respuesta a todo lo que estaba sintiendo, juntos llegamos al clímax. Él cayó agotado sobre mí, apoyando su cabeza sobre mi pecho.

Estaba agotada, sudada y mi respiración demasiado agitada, como si hubiera hecho una maratón.

-Reí- y Samuel me miró.

SAMUEL: De que te ríes Princesa? Digo solo si se puede saber.

ANDREA: -Me sonrojé-. Al parecer el momento de las confesiones había terminado y me avergonzaba contarle mi pensar.

Es que pensaba en lo agitada que estoy y dije que parece que hubiera estado en una maratón.

SAMUEL: -No pude evitar reír a carcajadas-. Pero si no es mentira Andrea, has estado en una maratón. Pero no precisamente corriendo, fue otro tipo de maratón.

-Le sonreí pícaramente-.

ANDREA: Se estaba riendo de mí y yo estaba muerta de vergüenza.

A ver y que tipo de maratón fue según tú?

SAMUEL: No has leído nunca, esta es la mejor maratón que deberíamos hacer, quemas muchas calorías. -Reí- Pero en este caso, fue una en donde el ganador fui solo yo.

Y a ti te gustó la maratón que acabas de hacer? -Guiñándole un ojo-.

ANDREA: Abrí los ojos como platos, no sabía que responder. Bueno obvio me había encantado, es algo delicioso y maravilloso, jamás había sentido tanto y podría hacerlo todos los días -Me ruboricé por mis pensamientos-.

Me cubrí los ojos con las manos. Claro que me gustó, bueno no me gustó me encantó, pero no deberías preguntármelo, me muero de vergüenza.

Es más podría hacerlo todos los días, contigo. -Mirándolo Pícaramente-.

De repente se escuchó un ruido espantoso. Ambos nos quedamos mirando...


Dos Caminos, Un solo Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora