Capítulo 3

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¿Y quién es ese chico que no deja de mirarte? 

Crucé la puerta de mi casa el viernes en la tarde y una silla pasó volando por encima de mi cabeza, mi madre estaba parada a un lado de la pared donde la silla se estrelló, sus ojos estaban rojos seguramente de tanto llorar, mi padre borracho le gritaba cuantas cosas se le ocurrían.

—¿Qué pasa? No pude evitar gritar también.

—Cállate Megan no te metas en esto—me grito mi padre

—Si me meto, ella es mi madre y tú no tienes derecho.

—Eres una inútil Megan, una imprudente, siempre estas donde no te llaman ¿cuándo vas a largarte de esta casa? quiero que te vayas. Eres un veneno, eres el veneno de esta familia, tú no vas a separarme de tu madre ¿entiendes? Quiero que te vayas de aquí, recoge tus cosas y lárgate.

Miraba a mi madre y las lágrimas sin parar, al ver que ella no se defendía, ni me defendía.         

—Tú no eres mi padre, solo eres un borracho, un alcohólico— le espete ante sus palabras.

Me halo por los cabellos, abrió la puerta y me lanzo a la calle —lárgate Megan, vete no te quiero ver aquí nunca más.

Todos los vecinos miraban la escena, maldita sea odio esta vida, odio esta familia, me odio a mí misma, él no es mi padre, si me quisiera no me maltrataría, dejaría el alcohol, dejaría de pelear, de ofender, de gritar. ¿Por qué madre no hace nada? ¿Por qué ella no se defiende? ¿Por qué se deja maltratar así? ¿Por qué no lo deja?

Me levante del suelo, lugar donde siempre me ponía mi padre, me dolían los raspones de las manos y las rodillas que se me hicieron cuando me lanzo contra el asfalto, camine largas horas por las calles, ya era muy tarde casi de madrugada y no tenia a donde ir, ademas tenía frió.

—Me dijo que no volviera y no voy a volver, al menos hoy no, está muy equivocado si cree que voy a dejar a mamá sola en esto, pero no me iré, no la dejare.

No puedo ir a casa de Rose, su papá es igual que el mío... una porquería. Seguramente esta allá en este momento, me senté en la acera de la calle como derrotada por el dolor que sentía, saque el teléfono sin saber a quién llamar, lo chocaba contra mi frente mientras lloraba sin saber a quién acudir, hasta que logre discar un número.

—Jonathan.

—Sí. ¿Meg?

—Jona no tengo a donde ir

—¿Otra vez tu padre? mis amigos y yo podríamos darle una paliza.

—No por favor, no quiero que le hagan daño es mi padre solo... no quiero estar sola, no quiero dormir otra noche en la calle.

—Ven aquí nena, en el barrio todos me respetan y ya te conocen ¿o quieres que salga a buscarte?

—No... yo voy espérame.

Jonathan mi compañero de secundaria, desde primer hasta el último año, al igual que mi madre sus padres eran latinos pero él había nacido aquí en norteamérica, era el dueño de su barrio, eso no quiere decir que andaba en malos pasos, sin embargo sus amigos y él pertenecían a una pandilla que resguardaba el vecindario, de lejos se escuchaba la música, estaba afuera con todos sus amigos tomando cerveza.

Al verme a los lejos gritó — Meg ven aquí mi morena preciosa — Se acercó a mí y nos abrazamos — no llores, tu eres fuerte puedes seguir sobreviviendo a toda esta mierda, eres brillante, inteligente y muy hermosa, no vas a desmoronarte así eh.

Tierna e inocente Dulce Desastre IWhere stories live. Discover now