Capitulo 32

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¡Entonces! ¿Te animas?

Después de haber pasado la noche reflexionando en todo lo que sucedía, había tomado la decisión de que todo fluyera... deseaba calmar mis miedos, dejar de pensar tanto en las cosas como siempre lo hacia, anoche decidí que mis días serian distintos de ahora en adelante y que si Josh había decidido lo que había decidido, yo debía dejarlo ya.

Me levante de la cama y como aún me sentía perezosa decidí darme un baño frió con espumas cítricas, baje y prepare un café cargado, mientras lo tomaba miraba por la ventana con la vista perdida hasta que me encontré observando el bote ¡El bote! eso es, voy a dar un paseo en el bote, busque una manta, mi libro (olí sus hojas) cuanto tiempo tenia sin leer mi libro y una canasta de frutas.

Es un error dejar de hacer lo que nos gusta por la gente que nos enamora, es como si dejásemos de ser nosotros mismos por ser como ellos.

La mañana estaba reluciente, el lago se veía tranquilo y el sol estaba suave, aún era temprano así que baje el bote y me interne en el lago, me recosté sobre los cojines y abrí la cesta de frutas, busque la pagina del libro que había dejado marcada, trataba de comprender la historia de los protagonistas y la difícil situación en las que el ex de la chica los había puesto a ambos. Por primera vez en semanas me sentía tan bien, había olvidado lo mucho que adoraba estos momentos de paz y tranquilidad a solas con mis libros.

De un momento a otro me sorprendí a mi misma pensando en Alex, preguntándome como se sentiría tener a un amor que en vez de herirte te proteja, te cuide como Alex lo hacia conmigo, te hiciera reír, te hiciera feliz, recordé su beso tierno y sonreí. Él es tan distinto a Josh, su físico te roba suspiros parece modelo de revista, podría tener a cualquier chica la que él quisiera pero en cambio es hermosamente tierno y prefiere estar aquí pendiente de mi, es tímido y se que no es por miedo sino por respeto hacia mi.

Al mediodía regrese a casa con ganas de comer, quería una comida exquisita ¡ya se! llamaré a Piero, un amigo que no debí dejar por caprichos de Josh, lo he aprendido y no volveré a hacerlo por nadie más, dejas todo y a todos por ellos y cuando ellos te dejan quedas sola y vacía.

— ¡Buenos días!

— ¡Megan! Que sorpresa ¿como estas?

— Bien, bien ¿y tu?

— Muy bien, sorprendido pero feliz de que me llames.

— Piero te invito a almorzar, te espero en Bianchi restauran.

— ¡Ahora! ¡ya! ¿en este momento?

— Ah no ¿estás ocupado?

— ¡No! no es que Woo Meg no me esperaba esto.

— ¡Entonces! ¿te animas?

— Claro... claro que si, te veo en unos minutos por suerte estoy cerca acabo de dejar a mi padre.

— Ok, pero debo ponerte una condición.

— ¿Que? ¿Hablas en serio?

— Si, Esta vez invito yo.

— Ok ok — lo escucho reírse del otro lado del teléfono.

— Nos vemos dentro de pocos minutos, ya casi salgo del pueblo.

Una vez más me di cuenta que tenia tiempo que no me sentía así de bien, estaba feliz de volver a la vida, escuchar la risa de Piero me lleno de alegría, sentir la protección de Alex, la preocupación de Rose, me sentía tan querida, tan estimada otra vez, creo que la que ha dejado de querer así misma había sido yo.

Entre al restauran buscando a Piero con la vista, el estaba hermosamente parado delante de la mesa que sabia me encantaba para almorzar, no se con que tiempo pero compro una rosa.

Tierna e inocente Dulce Desastre IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora