Capítulo 27

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El dolor hace pensar al hombre.

El peso del brazo de Josh en mi cintura me despertó muy temprano esa mañana, mis labios quedaban muy cerca de su hombro izquierdo, era la primera vez que tenía la oportunidad de observar detalladamente el tatuaje que llevaba en su brazo, salía del hombro y tenía una frase en japonés que decía "el dolor hace pensar al hombre" era una proverbio japonés o algo así, más abajo un dragón guerrero medieval rudo pero algo herido, al ver cada detalle me pregunté si la lucha de Josh contra sí mismo lo agotaba tanto como para desaparecer por cierto tiempo. ¿Por qué Josh estaba tan lleno de miedos? ¿De dudas e inseguridades? ¿Por qué los demás tenían el poder de decidir por él?

—Buenos días —me da una sonrisa mostrándome esos hoyuelos en sus mejillas que tanto adoraba.

—Buenos días señor.

—Señor! tienes mucho tiempo observando ¿Que piensas?

Decido no contestar y sonrío cuando escucho lo que él me dice —Había olvidado lo bien que se sentía despertar en tus brazos, viendo tu cara, tus ojos.

—Yo no lo había olvidado—Responde.

En ese momento su mirada permaneció fija en mis ojos por un tiempo en silencio, le sonrió nerviosa y él sonríe volviendo a marcar hoyuelos en sus mejillas, entre más sonreía más quería odiarlo, sin embargo era justamente eso lo que me hacía sentir lo contrario, no podía odiarlo, lo amaba, lo amaba cada vez más.

—Qué tal si me llevas a tu mundo Japonés y me presentas al señor Mío, para que me prepare un té de esos que tanto te gustan.

—¿De verdad? ¿Eso quieres desayunar?

—Sí.

—Ok entonces vayamos.

—Sabes Meg esta vez no iremos en el auto, quiero caminar tomado de la mano contigo por Manhattan, quiero saber cómo es el mundo tomado de tu mano, contigo me siento seguro sé que me quieres de verdad, que me conoces mejor que nadie, mejor de lo que me conozco a mí mismo.

Sonreí y plante un dulce beso en sus labios —ok saldremos tomados de la mano entonces.

Josh había comprado un atuendo casual para mí, lo tenía todo planeado, sabía que pasaríamos la noche aquí, así que me puse el jean que él me había comprado, la camiseta y el cárdigan, además de las zapatillas de telas cómodas para caminar.

Pude ver a mi hombre salir del baño sexymente afeitado, vestidos con unos jeans prelavados y una camiseta blanca que hacían juego con su zapatos, suspire al verlo, Josh era mío, él no lo sabía, pero era mío. Estábamos a mediados del mes de octubre y el año cambiaba de estación me parecía oportuno ir a tomar té  en este mes de invierno.

—Hay algo que compre del mismo color y material que el de tu cárdigan, para que te veas más dulce y tierna- No pude evitar sonrojarme y sonreírle con dulzura.

—¿Que es? ya quiero saber — sacó de una bolsa un gorro color rosa pálido con flores de lado hermosamente peludas.

—Ten no quiero que mi mariposa se resfrié.

—Josh que hermoso, me encanta, es tan tierno.

—Tu eres tierna! ven — él mismo lo coloco en mi cabeza, me tomo de la mano y salimos del hotel como lo había pedido.

Caminábamos por Manhattan y yo era feliz,  amaba esta parte de New York y tomada de la mano de Josh se veía más hermosa, al pasar miramos a algunas parejas tan enamorados como sentía estábamos nosotros.

—Esta mañana al verte dormir con tu espalda desnuda y tu cabello azabache llenando la cama, lucias angelical, recordé la noche en que te conocí, la primera vez que te vi, ese día supe que tu harías temblar mi mundo, tú mirada me hacía sentir que me movías el suelo, te vi tras el escenario cuando llegaste tan sencilla y virginal, impresionada con todo el lugar, me pregunté ¿quién eras? Y enseguida desee conocerte, tantas mujeres en la lista con las que jugaba a tener una relación y tú te apareciste y las banqueaste a todas, desde la primera vez que te vi supe que serias mía Meg.

—¿Por ello estabas allí al día siguiente? —deje escapar sin pensarlo.

—Si, te vi entrar en la biblioteca y te vi subir al piso de arriba sola, sabía que no debía desaprovechar esa oportunidad.

—Vamos tu conversación estuvo patética! —reí enérgicamente

—Lo sé, la cague no pude evitar ponerme nervioso al tenerte tan cerca.

—Eso ya no importa, lo importante es que estamos juntos ahora.

Entramos a la tetera del señor Mío, nos saludo con reverencia con esa manera en la que saludan los japoneses, preguntando qué deseábamos tomar

—¿Y ahora que Meg? ¿Cómo sabré que té tomar?

— Yo tomaré un "long jin imperial" el aroma es sutil y tiene un sabor dulce, ligero a castaña, para ti pedire "Gyokuro perla de rosa" Es té verde japonés ¿sabias que ese té fue motivo de luchas entre los más aguerridos samuráis?

—Motivo de luchas entre aguerridos samuráis! lo tomare, definitivamente ese es mi té, me representa, soy un aguerrido samurái — escuche su risa sonora y adoraba oírlo bromear, siempre estaba tan callado, alejado, por ello adoraba cuando estaba de buen humor.

Trajeron a la mesa de bambú nuestros tés humeantes, mientras escuchábamos shakuhachi

—Woo ¿cómo yo no sabía de este lugar? es tan relajante, estoy tan acostumbrado al ruido de la ciudad que no me doy tiempo para estas cosas.

—Bienvenido a otra parte de mi mundo Josh.

Tiempo después fuimos al parque, me recosté a un árbol frondoso mientras Josh se había quedado dormido en la grama con la cabeza sobre mis piernas, al verlo dormir me preguntaba por cuánto tiempo podríamos estar juntos esta vez, me alegraba de ver que regresaba a mí, a su vez era consciente que con la misma facilidad que volvía, con la misma facilidad se iba de mi lado, era como un pájaro sin nido, no podría establecerse por mucho tiempo en un solo lugar, cuando él quería desaparecía así sin más, volvía con sorpresas no gratas, pero había algo en mí que lo hacía regresar.

Tal vez el motivo no era yo, tal vez no volvía por mí, tal vez lo hacía por él, porque yo era esa parte de su vida segura, estable, tranquila, pero no lograba quedarse por completo, no lograba asentarse ¿a qué le teme? ¿Por qué se asusta y se va? ¿Tendrá que ver con el temor de perder el control si se enamora?

—Adoro cuando cuidas mi sueño —lo miré y sonreí mientras acariciaba sus cabellos

—¿Cuánto tiempo durará esta vez? — no pude evitarlo y deje que una lágrima se escapara rodando por mi mejilla

—Megan —puso su pulgar en mis labios, me beso y limpio mis lagrimas — prometo que estaré por mucho tiempo más.

Al oír aquello mi corazón se arrugó como cuando encierran una hoja de papel en el puño de una mano, esperaba que dijese que se quedaría por siempre pero supongo, que para él eso era demasiado.

Tierna e inocente Dulce Desastre IWhere stories live. Discover now