Capítulo veinticuatro: Final.

43 13 5
                                    


No voy a volver. Si vuelvo de donde me fui y pretendo ser el que ya no soy, podría quedarme sin nadie, ni con el que fui ni con el que soy.






No era yo. No sé cómo explicarlo, simplemente, no era yo. Era mi cuerpo y sabía que estaba caminando a no sé dónde, pero no sentía mi cuerpo en lo absoluto. Sólo caminaba y levantaba la cabeza de vez en cuando para asimilar el paisaje, ambos pasamos por paisajes inexplicables que eran como nuestro hogar unos millones de años más tarde, todo destruido y con aspecto apocalíptico. No hablamos nada, cuando trataba de decir algo él me callaba o simplemente me ignoraba y ya estaba harto de intentarlo...

Caminábamos por un desierto que parecía tener una cabeza gigante enterrada de cemento, había autos destruidos y muchos escombros, no habíamos parado ni siquiera para dormir y sentía que los pies me estallaban, me estaba muriendo de hambre y Pier apenas dejaba moverme pensando que escaparía o que haría algo estúpido. Que, últimamente, es normal en mí.

Estaba un poco deprimido pero debido al arduo viaje no había tenido tiempo de pensar en todo lo que perdí o que posiblemente perdí hace unas horas o un día, no sé bien cuánto tiempo pasó. En éste lugar había anochecido unas tres veces, pero no era anochecer de que la noche había llegado, parecía que el tiempo estaba trastornado y la noche se volvía día de un momento a otro, entonces nunca se terminaba de saber si habían pasado minutos, horas o días.

Cuando las preguntas invaden mi cabeza me dan ganas de volver corriendo hasta el lugar del que venimos pero ya estamos perdidos y no sé cómo volver, la s preguntas suelen ser: ¿Están todos muertos? ¿Volveré a mi casa algún día? ¿Pude haber hecho otra cosa para mejorar la situación? Pero cesaban pensando: ¡Tendrías que haber pensado en las consecuencias antes de venir, idiota!

-¿En qué piensas?- Pregunté, mis antiguas preguntas hacia Pier terminaban en la nada porque él no me respondía nada, pregunte lo que pregunte.

No hubo respuesta.

-¿No vas a contestar a nada?- Pregunté nuevamente.

No hubo respuesta.

-¿No quieres desquitarte conmigo?- Pregunté, no sabía por qué había dicho eso, supongo que era porque yo sí necesitaba descargarme con alguien o con algo, no lo sé.

-No serviría de nada.- Contestó, por fin se había detenido y estaba mirando el suelo.- No serviría de nada, ¿Qué no lo entiendes?- Preguntó, parecía aún más mustio que las otras veces e iba subiendo la voz cada vez más.- No serviría de nada golpearte porque ya estamos muertos.

-Entonces acaba con mi sufrimiento de una maldita vez.- Dije tajante, él escupió el suelo y se lanzó contra mí. Ambos caímos al suelo y yo quedé encima suyo, le golpeé la cara y el me hizo a un lado y comenzó a golpearme repetidas veces la cara. Luego ambos nos levantamos y nos dimos un par de patadas en las costillas, era como cuando entrenábamos pero con más odio y sacando todo lo guardado. Nos protegíamos las costillas así que empezamos a golpearnos en las piernas hasta que una de los dos caiga, él cayó primero por alguna razón y yo me puse sobre él, lo golpeé repetidas veces en el rostro hasta que me empujó y me insertó un golpe que casi me noqueó, yo se lo devolví y ambos caímos al suelo.

Rodamos colina abajo haciendo que la arena se nos meta hasta en la boca, yo cerré los ojos y me dejé caer, ya no importaba nada, Pier tenía razón, nosotros estamos muertos. Rodamos, no sé cuánto, tampoco había notado que había tanta arena en colina abajo, estuvimos un rato cayendo y cayendo hasta que golpeamos nuestras cabezas con algo duro, parecía madera, mejor dicho, bastones de bambú.

Ambos nos chocamos la cabeza al terminar de caer y empezamos a reír, no sabía por qué, pero empezamos a reír y por unos segundos parecía que todo lo que había pasado, no había pasado en realidad. Que todo el dolor que sentíamos por, posiblemente, haber perdido a nuestros amigos y familia, había desaparecido y ya no existía.

Un efímero momento de felicidad causado por el dolor físico.

-¿Sirvió?- Pregunté al terminar de reír.

-Sí.- Contestó y se levantó, luego me tendió una mano y ayudo a que yo me parara. Asimilé en dónde estábamos y parecía un pequeño campamento de los que vi en historia, de alguna tribu antigua o indios, no lo sé. Estaba pintarrajeado con dibujos sin sentido y su estructura era madera y telas, parecido a una tienda de campaña. Detrás de ella había unos troncos con unas rocas alrededor, simulaba una fogata y parecía ser de noche ( Por el momento), eso me dio ganas de descansar y poder dormir, aunque sea unos segundos.

-¿Podemos descansar?- Le pregunté, él asintió y nos sentamos alrededor de la fogata, él la prendió y revisé mi mochila, había olvidado que había llevado comida.- Mira lo que tengo.- Le dije mostrándole lo que había traído.

-Pensé que bromeabas.- Contestó con una sonrisa algo triste.- Pero al menos sirve, sirve para este momento.

Le pasé una de las hamburguesas que mi abuela había envuelto y comimos, tomamos algo de agua pero casi no hablamos de nada, sabía que en ése momento el dolor estaba volviendo y que ya no podía hacer nada para cambiarlo.

-¿Sabes dónde estamos o cómo volver?- Pregunté, en el fondo sabía la respuesta pero estaba tan dispuesto a aferrarme con uñas y dientes  a ése "tal vez..." que no escatimé en preguntar.

Bajó la mirada, miró su hamburguesa, luego subió la mirada y dijo:

-No, Nick, ninguna de las dos.

El mundo se me cayó a los pies, aún más de lo que ya estaba, tenía una mínima esperanza de que él sepa dónde íbamos o adónde estábamos. Pero no, no sabía ninguna de las dos. Me acosté sin decir nada, cerré los ojos y debido a lo tanto que habíamos caminado, me dormí al instante. No soñé nada, sé que dormí mucho porque al levantarme había un gran y radiante sol encima nuestro, me desperté porque Pier me levantó con un sigiloso movimiento y sin hacer ningún ruido me levanté y miré hacía el lugar que me indicaba.

Un anciano bastante bronceado y vestido solo con harapos, con una barba de meses y con las costillas marcadas se acercaba hacía donde estábamos con unos pescados colgados del hombro. Sus harapos eran del mismo estilo que la tienda de campaña y se me hacía muy extraño que alguien viva en éste lugar.

-Los peces son los únicos alimentos en éste lugar.- Gritaba aquel hombre mientras caminaba, parecía estar loco pero... ¿A quién le importaba? Era una persona. Salí corriendo de hacía él y Pier trató de pararme pero seguí de largo y me detuve, solamente, porque su lanza pasó por un lado de mi cabeza. Si me llegaba a acertar el golpe seguramente ya estaría muerto. Me quedé parado en el lugar y el hombre se paró justo en frente mío.

-¿No crees que están muy lejos de casa? ¡¿Eh?!- Preguntó, tenía una mirada perdida y ojos avellana, creí haberlo visto antes pero no lo hubiese sabido si no decía su nombre a medida que me daba la mano.- Soy Jordan.

Magicians Ashes  #Wattys2016Where stories live. Discover now