Capítulo 7.

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Toda el alma de Sans se había hundido, lo que Gaster había escrito allí lo había hecho pensar muchas cosas y sentirse un desconsiderado con su hermano. Tal vez era cierto que el trato entre Gaster y él lo perjudicaba solamente a él mismo, convirtiéndolo en su sujeto de prueba, pero a pesar de todo eso Gaster nunca había mostrado malas intenciones y además les había entregado un lugar donde dormir. Para Papyrus y él, Gaster era un completo extraño al cual no le podían brindar su confianza de un día para otro, ¿pero y para él? Ellos dos también eran un par de extraños para él y normalmente tampoco podía fiarse de ninguno de los dos, sin embargo, lo hizo, entregandoles todo lo suyo sin temor ni discriminación. Gaster también tenía cosas que perder.

Y si fuera poco, aunque Sans lo viera como un monstruo, Gaster nunca dejaba de preocuparse por ellos y brindarles todo lo que necesitaran, y eso Sans lo sabía pero no quería asimilarlo pues no quería destruir la mala imagen que tenía sobre él. Sí, de eso se trataba todo. Sans quería seguir pensando de esa forma sobre él para no terminar aceptandolo y mucho más allá, a aquel punto de quererlo como a un padre. Tantas personas le habían fallado y demostrado que no en todos se puede confiar que ya no quería seguir haciéndolo. No quería querer a Gaster para terminar arrepentido de lo que pudiera pasar en el futuro.

Pero al parecer las cosas eran diferentes.

-Sans, ¿quieres explicarme lo que pasa? ¿Dónde está tu hermano?

-...Luego te explico, Grillby. Tengo que irme... -Sans tomó la pizarra y se bajó del taburete, se despidió de Grillby y abandonó el bar. Gaster ya se había ido a casa así que tendría que volver solo hasta esta. O tal vez no. -...

Gaster estaba afuera del bar a un lado de la puerta, estaba apoyado de espaldas con los brazos cruzados. -¿Vamos? -Le preguntó, y como si este hubiera entendido le respondió afirmativamente.

-Vamos.

Sans estuvo a un lado de Gaster durante todo el camino, en silencio, mirándolo de vez en cuando y preguntándose si algo de lo que él decía era cierto. El científico tampoco dijo palabra alguna, en el bar ya había dicho suficiente.

Cuando llegaron a casa las luces de la cocina y la sala seguían encendidas tal y como Gaster las había dejado para Papyrus, no quería que despertara y se asustara por la oscuridad. Todo parecía estar normal hasta que Gaster encontró el vaso vacío sobre otra silla. Papyrus se había despertado pero al parecer no estaba en el primer piso.
-¿Papyrus? -Lo llamó Gaster desde la escalera. -Ah, estúpido, él no puede entenderte... -Se golpeó la cabeza con la palma de su mano.

Pero entonces, sin que Sans lo llamara Papyrus apareció asomado por la puerta de su habitación. -¿Doctor? ¿S-Sans...? ¡Sans! -Exclamó feliz al ver a su hermano. -¡Viniste! ¡Atrápame! -Papyrus se lanzó sin pensarlo dos veces por los espacios de la baranda hacia abajo.

-¡PAPYRUS! -Gritaron ambos al unísono.

Gaster fue más rápido y pudo atraparlo con su magia, Sans corrió hasta él y lo tomó en sus brazos. -...- El hombre miró a Sans esperando una respuesta.

-L-Lo siento, n-no volverá a pasar...

-¡Sans, perdóname...! ¡Nunca volveré a decirte palabras feas, nunca, nunca...!

-Y yo nunca volveré a golpearte Papyrus, nunca más volveré a hacerlo. Te lo prometo...

Gaster pudo quedarse tranquilo de una vez por todas, no importaba si entre Sans y él las cosas no funcionaran, lo único que le importaba era que la relación entre ellos nunca fallara pues no debía. No podía dejar que un amor como el de ellos, aquella bella conexión se rompiera. Y si alguna vez él fuera el culpable de tal atrocidad nunca se lo perdonaría.

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Shadows At Noon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora