Capítulo 16.

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Papyrus hacía todo lo posible para ganarse la mínima atención del científico, el cual tumbado en su cama boca abajo lo ignoraba por completo. Gaster sabía que Papyrus se enfadaría o comenzaría a llorar si seguía de esa manera, pero no lo hacía para molestarlo o porque a él le molestaba su presencia, más bien lo hacía porque no tenía ganas de hablar con nadie debido a su devastador descubrimiento el día de ayer.

-¡Doctor, vamos...! ¡No me ignore! -Le gritaba el niño montándose sobre él para ver si así podría llamar finalmente su atención.

-No ahora, Papyrus.... -Dijo desganado ahogando su voz en la almohada.

Lo que más le dolía y lo apenaba era que se había enamorado de Grillby, pero no era el hecho de que se tratara de un hombre lo que lo hacía sentirse de esa forma pues Gaster no le prestaba mucha importancia al género de la persona, con tal de que el sentimiento fuera verdadero y no sólo algo pasajero producido por el deseo o por su falta de afecto masculina. Lo que le hacía darse vueltas y pensar de que se trataba de un error rotundo era de que se había enamorado de alguien a quien consideraba como un amigo, llevándolo a cuestionar ya su claridad en distinguir lo que era el afecto en el aspecto íntimo y romántico de la palabra y entre la amistad. No quería creer eso, él sabía que por Grillby sentía un gran afecto de compinches, de amigos pueblerinos, una amistad en que había depositado toda su confianza y su respeto, pero mientras más lo pensaba más se daba cuenta que aquel sentimiento había evolucionado a algo más que una simple amistad.

-Quizás sólo estoy cansado y ya he empezado a pensar cosas sin sentido, sí... ¿Pero y si-? ¡No, ya basta Gaster...! -Refregó su rostro contra la almohada fingiendo un lloriqueo desesperado.

-Doctor, Sans está durmiendo y usted también... Papyrus quiere jugar con alguien... -Papyrus se rindió. Sabía que ir a molestar a la gente a las 7 de la mañana estaba mal, sabía que debía esperar después del desayuno para poder jugar pero su hiperactividad y su rápida capacidad de aburrirse se lo impedía. Se recostó al lado del doctor apegado a su costado abandonando todas sus esperanzas de que este se levantara a acompañarlo a la sala para jugar, tendría que esperar a que él o Sans se despertaran para poder quedarse tranquilo y eso haría.

Cuando este se quedó dormido luego de su larga espera de 10 minutos Gaster se acostó de lado, abrazó a Papyrus para aliviarse a sí mismo, necesitaba un abrazo para poder pasar las penas y recuperar fuerzas para seguir luchando con su situación. Necesitaba apoyo, pero la única persona quien podría brindárselo era la misma por la quien ahora estaba sufriendo.

Grillby llegaría en una hora más, así que tendría que inventar algo para que este no subiera tantas veces a verlo o simplemente hacerse el muerto antes de que llegara.

Sí, estaba desesperado.


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-¿Qué hacen de nuevo jugando afuera? -Les preguntó el hombre de fuego en la entrada de la casa al ver a los hermanos corriendo afuera de la casa. -Sans, Gaster te dijo que no volvieras a hacerlo, ¿o no?

-Sí, lo sé... ¡pero es que Papyrus no me dejaba tranquilo, quería jugar y no pude evitar hacerlo!

El culpable se acercó un poco triste al ver que habían reprendido a su hermano por culpa de él. -N-No es culpa de Sans, tío Grillby, yo le pedí que saliéramos a jugar afuera porque estaba aburrido... Perdón.

Grillby no podía enfadarse con ninguno de ellos dos y mucho menos cuando ponían una expresión tan triste como esa, eran jóvenes, podían cometer errores tal y como cualquier otra persona. Además, él sabía que eran inteligentes, de seguro en el futuro aprenderían de estos y no volverían a repetirlos aunque quisieran. -¿Al menos él sabe que están aquí afuera?

Shadows At Noon.Where stories live. Discover now