Capítulo 22.

1.6K 183 158
                                    

-¡Papá, terminé mi dibujo! -Papyrus corrió de su mesa hasta la barra en donde Gaster mantenía una grata conversación con su ya reconocido barman-tío Grillby.

Papyrus mostró su obra de arte que había confeccionado con sus crayones nuevos, personalmente estaba muy orgulloso pues había sido uno de los mejores dibujos que había hecho hasta ahora. Gaster lo tomó y lo analizó con una sonrisa, verdaderamente era una obra de arte. -Es hermoso, Papyrus. Te felicito, serás un gran pintor. -Un retraro en donde se hallaban él en medio y los hermanos a sus costados tomando sus manos agujeradas.

Sans apareció por el otro lado del doctor, él también sentía curiosidad ante el dibujo que Papyrus no le había permitido ver durante su desarrollo pues el menor decía que sólo podía ser revelado ante los ojos de su padre. -¡Es fantástico, Paps!

-¡Gracias, hermano!

-¿Puedo quedármelo? Yo siempre te regalo mis dibujos, pero nunca he tenido uno tuyo... -Protestó Sans.

-Mm... ¡está bien, es tuyo! -El menor le extendió su dibujo a su hermano haciéndole entrega de este como muestra de su amor por él. -¡Tranquilo papá, ahora haré uno para ti!

-Está bien, hijo mío.

Los niños volvieron a su mesa de trabajo junto con los hijos de los demás clientes que se habían unido a su pequeño "taller de dibujo".

-Veo que mi guardería cada vez va creciendo. -Comentó Grillby viendo a los niños. -Estoy tan orgulloso...

-¿Cuándo fue que el bar se volvió una guardería?

-No lo sé...

A Gaster le sorprendía que sus hijos fueran lentamente socializando con los demás niños del pueblo, era bueno que tuvieran más amistades que de la que solamente tenían con Grillby y él. Obviamente ellos se mostraban más tímidos y más reservados con los demás niños, pero al menos hacían el intento de formar parte de su grupo, además todos eran así durante la niñez cuando tenían que hacer nuevos amigos.

-Voy a tener que comprar más cuadernos para cuando lleguen más... y lápices, muchos lápices.

-¿Cómo te verías con una cantidad así? -Preguntó inconscientemente Gaster sin dejar de ver al grupo de infantes.

-Dímelo tú. -Respondió apoyándose en la barra con tranquilidad.

Gaster lo miró por encima del hombro sonrojado, diciéndole con su mirada que se dejara de bromas o le lanzaría agua para que cerrara la boca.

-¡Vamos! Fuiste tú quien preguntó.

-Sabes que no me gustan tus bromas, y menos las de ese tipo. -Se sentó correctamente.

-¿Qué? ¿Acaso te enojaste conmigo solo por eso?

-No, no estoy enojado.

-Si lo estás... -Grillby sabía perfectamente cuando su científico con complejo de niñita estaba enojado, y lo estaba, pero su intención nunca había sido molestarlo con algo tan inocente como eso. O tal vez... enojado no era la palabra correcta sino más bien avergonzado. -Gaster.

-¿...Qué? -Grillby se acercó a su cara de la nada. -¿Tengo algo en la cara?

-Si no me perdonas te besaré aquí y en frente de todos. -Lo amenazó susurrando para que nadie escuchara.

Algo que más le gustaba a Gaster era que lo retaran, los retos eran parte de él y nunca le decía no a ninguno, y con Grillby no sería la excepción. Le parecía genial y muy valiente de su parte querer parecer frente a él un hombre de temer, que podía dominarlo donde y cuando quisiera, pero el problema es que Gaster no permitiría que se saliera con la suya por mucho más que lo quisiera. Ya había llegado el momento de ponerle las cosas difíciles a esa antorcha brabucona.

Shadows At Noon.Where stories live. Discover now