Capítulo 23.

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¿Quién dijo que los secretos eran malos?

Gaster y Grillby habían tomado la arriesgsda decisión de tener una relación secreta fuera de la vista de cualquiera, especialmente de los ojos de Sans y Papyrus.

En un principio se les hizo difícil pues no fue fácil para ninguno de los dos ocultar sus sentimientos del mundo, escondidos como prófugos en la oscuridad en donde sólo la noche era cómplice de lo que parecía prohibido. Sin embargo, al pasar los meses aquella distancia y sigilo sólo se volvieron palabras y ya no hechos, Gaster y Grillby supieron como llevar a cabo su relación y a apreciarla tanto como podían. Claro que no podían caminar juntos durante el día y saludar a sus conocidos, tampoco disfrutar del día despejado de nieve ni de muchas cosas más que les hubiera gustado hacer pero que ya habían aprendido a dejar de lado. En su lugar disfrutaban de charlas a la luz de las velas o de la cabeza de Grillby, paseos nocturnos fuera del bar, historias y anécdotas narradas sobre la cama, caricias debajo de las sábanas.

Gaster no necesitaba de la luz para vivir al lado de Grillby, él era su sol y con eso le bastaba.

Se veían sólo por las noches y cuando Sans quería ir a ver a Grillby al bar, en donde debían mantener cierto límite de contacto entre ellos. Los fines de semana y los días libres lo pasaban en familia, viendo películas o paseando, pescando o sólo molestando a Sans.

Aunque las horas que se volvieran segundos ellos no perdían el tiempo, no podían, y así fue durante casi un año completo, alimentando cada día más su secreto.

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Papyrus no sabía cómo matar al aburrimiento dentro del laboratorio, Sans y su padre se habían quedado dormidos en la silla del escritorio de la esquina después de que pasaran casi todo el día hablando sobre algo llamado "física", palabra que ni po...

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Papyrus no sabía cómo matar al aburrimiento dentro del laboratorio, Sans y su padre se habían quedado dormidos en la silla del escritorio de la esquina después de que pasaran casi todo el día hablando sobre algo llamado "física", palabra que ni por cerca le llamaba la atención.

Jugar solo no servía, incluso si ahora tenía todos los juguetes además de los de su hermano para él solo. No era divertido sin los gritos de Sans.

Quiso despertarlos más de una vez pero sabía que hacerlo sería una gran falta de respeto, más no quería que se enojaran con él y luego lo ignoraran. Pensó también en dormir en su cuna, pero lamentablemente no la alcanzaba y tampoco quería dormir en el suelo sino que también en los brazos de su padre al igual que su hermano.

-Papá. -Llamó a su padre silenciosamente pero no hubo respuesta. -Papi... uh...

No había remedio, ellos no iban a despertar.

Lejos de donde se encontraba pudo escuchar música, una melodía casi inaudible pero que le gustaba y llamaba su atención, caminó por todos lados tratando de buscar de dónde provenía y resultó ser nada más que del otro lado de la puerta. Tomó el pomo de inmediato pero no la abrió, ¿sería correcto desobedecer a su padre y salir afuera? No quería que su papá se enojara con él y que a sí mismo no le pasara nada, pero se sentía tan solo que todos sus sentidos lo llamaban a salir.

Shadows At Noon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora