Capítulo 10.

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Sans se había quedado dormido a la mitad de la tarea que le había dado Gaster, mientras que Papyrus seguía completando su tarea de caligrafía básica en el otro extremo del escritorio. Haberles dado tarea fue la mejor idea que había tenido en toda la semana.

Papyrus ponía todo su empeño para copiar las letras que Gaster le había escrito en el encabezado de las hojas como guía, obviamente no salían perfectamente a como las del doctor pero al menos eran legibles, o al menos eso pensaba el niño. Gaster no lo regañaría tampoco por eso, era consciente de que era la primera vez que Papyrus escribía en toda su corta vida y que con el tiempo mejoraría bastante, porque para ser su primera vez no lo hacía tan mal.

Gaster aprovechó todo ese rato para terminar con sus trabajos más pequeños o a los que sólo le faltaban por concluir los informes, ya que no podía salir de la sala por los niños, no podía dejarlos solos y arriesgarse con que su laboratorio explotara. Además, escuchar a Sans roncar como un pequeño oso pardo y observar a Papyrus enojarse porque no podía tomar bien el lápiz le gustaba, era como si esas pequeñas cosas y gestos lo emocionaran internamente. Sin darse cuenta estaba sonriendo, y a veces hasta reía.

-¡Doctor, doctor! ¡Mire, ya terminé! -Exclamó Papyrus alzando el cuaderno y agitándolo en los aires.

-"Quédate ahí, ahora voy" -Dejó los pequeños artefactos en su mesa de trabajo y fue hasta Papyrus. -Veamos...

Para ser sincero, tampoco estaba tan mal. Al menos podía diferenciar la "a" minúscula de la "o", y eso era bueno, sólo había que mejorar la diferencia entre las "u" y las "v" y además de cómo tomar bien el lápiz.

-¿Cómo estoy? -Consultó emocionado.

Gaster miró el cuaderno y a Papyrus varias veces, no quería arruinar sus esperanzas. -"¡Excelente, Papyrus! ¡Estoy sorprendido, eres genial! Sólo un poco más de práctica y podrás hacerlo".

La cara de Papyrus se iluminó ante las palabras del hombre. -¡¿En serio...?! ¡Eso es genial! Como dije, ¡yo, el gran Papyrus, puedo hacerlo...!

Sans se despertó y lo primero que vio frente a él fue el cuaderno. Aún medio dormido lo acercó a él. -¿.. qué son estos jeroglíficos?

-¿Mm? ¿Qué es un jeroglífico? -Preguntó Papyrus.

-"Nada".

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Verlos cabecear ya rendidos por el cansancio del otro lado de la habitación le daba un poco de lástima, ya era tarde y ellos necesitaban dormir. Y no sólo ellos, Gaster hace unos minutos también había empezado a tambalearse por el sueño, pero desgraciadamente no había nada dentro del laboratorio como para dejarlos dormir.

-Si los dejo así despertarán con dolores en la espalda, pero... Espera. -Fue hasta un estante enorme que estaba a un lado de la ventana el cual ocupaba para guardar herramientas, planos, documentos u otras otras. Se subió sobre una escalera y abrió uno de los cajones extrayendo de éste una sábana que a veces usaba para dormir en el suelo.

La sábana era gigante, por lo que tuvo que doblarla varias veces para hacerla caer en el pequeño espacio en el suelo. Utilizó sus manos extras para traer a los niños hasta donde él estaba, ya tenían sus pijamas puestos y estos eran lo bastante gruesos como para abrigarlos durante la noche.

Primero acomodó a Sans, lo posicionó a un lado de la sábana con cuidado para no despertarlo, luego tomó en brazos a Papyrus para ponerlo al otro lado, pero entonces Sans comenzó a rodar hasta quedar en medio y así quitándole el puesto a su hermano.

-Mm...

Quitarlo de ahí le fue un gran problema teniendo en sus brazos a Papyrus, temía despertarlo o dañar a Sans por accidente. Se sentó en el lado que le correspondía al menor para que Sans no volviera a meterse allí, esperó en su lugar hasta procurarse de que el mayor ya no se movería de su puesto.

Pero esperar había sido un error. Fue tanta la espera que Gaster, sin darse cuenta y sin poder evitarlo, cayó rendido a Morfeo junto con los niños.

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Gaster despertó al sentir que algo lo había golpeado suavemente a sus costados, Papyrus seguía dormido sobre su pecho por lo que tuvo que girar sólo la cabeza para dar un vistazo. Se trataba de Sans, se había aferrado a su suéter con sus pequeñas manos las cuales le habían descubierto una parte de su cadera.

-Este niño...

Sans tenía la espalda descubierta, la parte superior de su pijama celeste se había deslizado hasta casi sus hombros, y por la forma en que trataba de colarse por el interior del suéter de Gaster este pudo deducir que tenía frío.

Gaster sonrió y estiró su mano libre hasta la espalda del chico para arreglar sus ropas. Sans se quedó quieto, demostrando tranquilidad y satisfacción en su rostro.

-Gracias... -Murmuró en sus sueños.
El científico abrazó a Sans volviendo a cerrar los ojos. -Por nada.

Shadows At Noon.Where stories live. Discover now