Si alguien pasara por las afueras de la casa de Gaster podría escuchar el llanto de Papyrus tan claro como el agua, y sin dudar llamarían a la policía creyendo que se trataba de alguna situación de maltrato que se llevaba a cabo ahí dentro. Nada de eso, Papyrus había comenzado el día con su distinguido canto de lágrimas cuando Gaster le había pedido a Sans que lo cuidara mientras él iba a Hotland a trabajar. Había dejado mucho trabajo pendiente y ya era hora de que fuera a retomarlos o estos seguirían acumulandose más y más, y Gaster no quería pasar encerrado todo un mes en su laboratorio a causa de eso.
Le había pedido a Sans que cuidara de su hermano y que también cuidara de sí mismo, les dio a ambos las indicaciones de cómo llamarlo por el teléfono ante cualquier problema que se presentara y también en el lugar en dónde había dejado la comida que no necesitaba ser cocida o esas cosas.
-¿Cuándo va a volver, doctor? -Le preguntó Papyrus limpiando sus mejillas.
-"La verdad es que no lo sé, tengo mucho trabajo y no creo volver hoy, Papyrus" -A veces a Gaster le impresionaba la noble e inocente capacidad en los niños de apegarse afectuosamente hacia los demás. Para ellos querer a otra persona era como respirar, es decir, él pensaba que los niños vivían o funcionaban a base de sentimientos y afecto hacia ellos mismos y hacia los demás, sin egoísmo ni esperando algo más, sólo pasaba.
-S-Sans, *snif* ¿qué dijo?
-Qué no sabe cuándo va a volver. -Respondió este sentado en la escalera.
-¡¿Queeé?! ¡Nooo, no nos abandone, doctor! -Aprovechó su pequeña estatura para "detener" a Gaster aferrándose a su pierna derecha. -¡Lléveme con usted!
La ingenuidad y su candidez era lo que marcaba su dulce esencia. Incluso si se lo imploraba Gaster no podía hacer nada al respecto a los deseos de su pequeño inquilino, en el laboratorio no se aceptaban menores de edad. Y, mucho menos a unas máquinas de destrucción como ellos. -"Lo siento Papyrus, no puedo llevarlos".
-¿Sans...?
-Dice que no puede llevarnos... -Repitió el mayor con tristeza.
-¡¿Queeé?! ¡¿Por queeé?!
-"Pero Sans va a cuidarte mientras yo no estoy, así que no debes tener miedo".
-Dice que yo voy a cuidarte hasta que él llegue.
-¡Nooo! ¡No quiero, no quiero! -Apretó más sus brazos alrededor de su pierna. -¡Yo quiero estar con usted, doctor! ¡Le prometo que Papyrus no hará nada malo, se comportará bien...!
-Sé que si lo dejo aquí me odiará y no dejará de llorar, pero tampoco puedo llevarlo o me tomarán la atención a mí... -No quería quedar mal con Papyrus, tampoco quería dejarlo en ese estado a manos de Sans o este de seguro no podría con él. -Ah...
Quién diría que un niño le haría romper las reglas de su preciado trabajo.
Reglas que en años nunca había y habían sido quebrantadas ahora lo hacían gracias al manipulador de Papyrus, siendo que Gaster era estricto y exigente ante todo lo que tuviera que ver con reglas y leyes. ¿Qué demonios le pasaba? Al parecer su corazón debía someterse a un duro régimen para volver a ser como antes y dejar las tonterías arriesgadas atrás.
No le había quedado de otra que llevar a los niños consigo al trabajo, sin antes dejarles en claro lo que podían y no podían hacer ya una vez dentro. Las prohibiciones eran simples: no gritar, no salir de su laboratorio, no pelear y NO TOCAR ABSOLUTAMENTE NADA.
Para eso, dentro de su maletín de trabajo metió sus juguetes y sus meriendas para la tarde, también se aseguró con unas mudas de ropa por si ocurría algún pequeño inconveniente. Tuvo que dejar la mayoría de sus materiales y carpetas en casa para que todo eso entrara en el maletín, que antes de meter la manta de Papyrus ya estaba a punto de explotar.
YOU ARE READING
Shadows At Noon.
FanfictionEl científico W.D. Gaster siempre se ha mantenido aislado de todo lo que no se relacionara con su laboratorio, sentía el deber de dedicarle su vida a la ciencia y al futuro del Underground. Pero, ¿eso cuánto duraría? ¿Realmente qué pasaba por su cab...