Capítulo 13.

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Gaster se sentía realmente solo y aburrido en medio del laboratorio, allí mientras analizaba el funcionamiento de una nueva máquina que habían construido sus colegas durante su ausencia. Al parecer la misma rutina ya lo comenzaba a molestar, pero era imposible siendo que nunca lo había sentido de esa manera después de tantos años. Quizás era porque había mucho silencio en la habitación, no se escuchaban cosas cayendo y rompiéndose, tampoco a Papyrus gritándole a Sans para que dejara sus bromas, tal vez sólo era el sentimiento de sentirse solo.

Habían pasado una semana y media ya desde que Gaster se había marchado a trabajar y de haber dejado a los niños con Grillby en casa, pero de alguna manera sentía que había pasado mucho más tiempo que eso.

Le había hecho entrega de su casa a Grillby mientras su ausencia, le había dejado dinero para lo necesario junto con las indicaciones de como cuidar al par de llorones, lo cual había sido una charla de casi dos horas. También tuvo que hablar con los niños sobre lo que pasaría durante la semana que él se fuera, ahora el problema era que ya había caducado la fecha y al parecer le tomaría más tiempo de lo que pensaba.

Sin embargo, Gaster no había perdido la comunicación por completo con los niños, Grillby le había dado su número de teléfono para que llamara a casa y pudiera comunicarse con ellos cuando pudiese. Hablaban casi todos los días durante la noche (o al menos ellos a él) que era el momento en los que el doctor permanecía despierto, aprovechaba de escuchar cuando ellos le contaban cómo estaban, qué habían hecho. Se preguntaba si Sans le había hecho algo malo otra vez, si dejaría de molestar a su hermano y que en lugar de perder el tiempo con eso mejor se pusiera a estudiar, o que le hiciera ejercitar a Papyrus su lectura diaria. Bueno, son niños de todos modos.

Su bolsillo comenzó a vibrar, era su celular. Miró la hora en su reloj, ya era tarde por la noche, horario en que los hermanos lo llamaban usualmente. Contestó y lo primero que escuchó fueron los gritos de Papyrus y las risas de fondo de Sans.

-¡Te voy a acusar al doctor...! ¿Alo? ¿Doctor...?

-Buenas noches, Papyrus.

-¡Oh, ahí está! ¡Hola! -Por un momento se escuchó cómo el celular del otro lado caía al suelo, se oyó a Papyrus gritarle a Sans que luego sería su turno y que ya dejara sus malos juegos de palabras porque lo volvían loco, y si no se detenía le lanzaría el celular a la cara después. Volvió a tomarlo y lo acomodó para poder hablar. -¿Aló...? ¿Hola, Doctor? ¿...Sigue allí?

-Papyrus.

-¡Doctor, Sans está siendo muy malo conmigo y el tío Grillby!

-¡Mentiroso! -Gritó desde atrás.

-¡Yo no miento, es verdad! -Gaster no entendía cómo podían seguir vivos los dos, es decir, pensaba en la gran paciencia de Papyrus que le tenía a Sans para aguantar todas sus estupideces sin ya haberlo lanzado por una ventana o las escaleras. -¡Como sea! Doctor, ¿cuándo va a venir por nosotros? Lo extrañamos mucho aquí... Papyrus se siente solo sin usted.

-Pero me tienes a mí. -Apareció la voz de Sans un poco más cerca del teléfono.

-¡No, tú no! -Gritó Papyrus alejando el teléfono de sí.

-¡Hey! Deberías sentirte afortunado de tener un hermano tan sensanscional como yo...

-¡SANS!

Gaster alejó su rostro del teléfono al escuchar el fuerte porrazo que se había dado este en el suelo al haber caído una vez más. Sans y Papyrus peleaban lejos del aparato, podía escuchar con dificultad cómo estos corrían por la casa. Otros pasos se escucharon acercarse al teléfono, el sonido al levantarlo junto con los suaves silvidos de las llamas le hicieron saber que Grillby había llegado. Este había dividido en dos horarios su trabajo en el bar, uno en la tarde y otro en la noche hasta la madrugada. No sólo debía enfocarse al cuidado de los niños sino que también no podía dejar el bar abandonado ni fuera de servicio.

Shadows At Noon.Where stories live. Discover now