Capítulo III

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El caballero oscuro cabalgaba junto a sus diez jinetes por las entrañas del bosque, alejado de los senderos que conducían a las capitales de cada colonia; no podía ser descubierto, tenía que ser sigiloso y astuto para evitar un posible contrataque. A mitad del camino, Lancelot se detuvo en seco obligando a los otros jinetes a tirar de sus riendas.

—Os quiero dé a dos en dos en los cuatro puntos del pueblo, —Mandó con vos ronca, jugueteando con Canalla—, no quiero que nadie huya, tienen el permiso de matar, los otros dos restantes se quedan conmigo, nos encargaremos del resto...

Lancelot volvió al trote, y esta vez galopa más rápido y duro que el polvo se levanta con impetú, tanto que los jinetes no podían seguirle el paso...la media noche ya llegaba y la luna menguante se posaba en su punto más alto.

*12:00 AM, PUEBLO DE GORCA, CHOSA DE AMY*

Amy se encontraba en su lecho intentando dormir, tenía mucho en mente los acontecimientos descritos por su padre hace unas cuantas horas... ¿Cómo fue que los del pueblo lastimaron comerciantes, plebeyos, feudales y hasta guardias?... ¿Cómo podían haberse vuelto en un momento de desesperación tan inmorales? La eriza no contenía cierta frustración, se levantó y decidió ir a su jardín a ver la luna, cuarto menguante, como le encantaba ver reflejada la luz de tal satélite natural de la tierra sobre sus flores celestes...Se alcanzaba a ver perfectamente bien, demasiado bien.

La eriza se hallaba maravillada, soltaba suspiros por momentos repentinos de tan satisfecha que se sentía por encontrarse ahí, por más que intentara irse a dormitar le era imposible...una sensación extraña la mantenía despierta y a la expectativa. De pronto, sintió una extraña brisa en el jardín. Un polvo levemente carmín que cubría algunas flores divisó; volvió a mirar atónita y como si se tratara de una señal, la eriza interpretó todo aquello que sentía como peligro...sangre.

Por impulso, Amy entró de golpe a su casa causando gran estruendo para su tía y su padre que dormían. La rosada atravesó el comedor para llegar a su cuarto y comenzó a guardar ciertas cosas en su canasta y otras en una bolsa de rafia con bastante ímpetu. Su padre, ya de pie a su puerta, le preguntó preocupado:

—Hija, ¿Qué es lo que haces? ¿Qué te sucede?

—Padre, despierte a mi Tía, tenemos que marcharnos...

—¿Cómo dices, Amelia? ¿Irnos? ¿A dónde y por qué? —Era clara la desconfianza e ingenuidad de su padre por oír a Amy decir esas cosas.

—No hay tiempo, padre, vamos, sólo despiértela y si tiene la necesidad avise a conocidos que no tenemos mucho tiempo... ellos ya vienen.

—¿Quiénes son ellos?

—¿Qué es lo que está ocurriendo, Amy? —Llegó la tía con una cara consternada a la par del padre.

¡Por favor! ¡Sólo escuchadme! —Amy azotó la canasta contra el piso. Una desesperación palpitante en sus orbes causaba pavor.

La tía de Amy no pudo contener las ganas de mirar a Amy a los ojos, tan segura como su madre...no era la primera vez que tenía comportamientos repentinos, solía tenerlos y cuando lo hacía, era por temer o sentir algo que se aproximaba...(don heredado, seguramente, de su madre). La tía sin juzgar ya fue a su cuarto para guardar unas cuantas cosas, sin saber todavía bien el por qué, ella prefirió solo hacer lo que Amy estaba haciendo.

En cuanto su papá salió de la casa para ir con los campesinos cercanos se escucharon unos alaridos. Amy, asustada, salió para afrontarse a lo que le comenzó a temer: la destrucción del pueblo en manos del Rey. En cuanto había dado ya unos pasos fuera de su casa vio a lo lejos unos caballos, gente que corría y ella, de pie viendo el espectáculo sin poder ordenarle a su cuerpo que se moviera.

¡Tía! Vámonos... —Tomó la canasta a las prisas sin dejar de gritar— ¡¡Ya!!

La tía salió por el jardín acompañada de Amy, y esta vez, se topó con más caos y gente desesperada. La pelirosa joven no podía evitar sentirse frustrada e impactada ante lo que estaba aconteciendo, sentía en su pecho un fuerte presentimiento de que todo terminaría...lo sentía.

—Tía, mi padre... ¿¡a donde fue mi padre!? —Amelia incrementó su horror, caminaba con prisa junto a su tía lejos de donde se veía el caos.

—No lo sé, querida, estaba aquí hace unos instantes pero salió a ver a los demás campesinos...

La tía fue interrumpida por un jinete que se interpuso en el camino mientras ahuyentaba a varios pobladores; el jinete aculó el caballo haciendo que la tía y Amy retrocedieran de miedo y decidieran regresar y esconderse detrás de unos barriles y pacas.

—Tía, tenemos que encontrar a mi padre e irnos de inmediato de aquí... —pronunció de manera baja, queriendo buscar relajación para ella y su tía. Hizo unas señas con sus manos para que su pariente respirara con calma.

—Amelia, va a ser casi imposible con jinetes a los alrededores —Era una frialdad y realidad cruel lo que planteó su tía, pero aun así...

—Pero no imposible, Tía —Tomó de su hombro mostrándole una sonrisa positiva.

Otra vez la Tía de Amy recordó a su hermana, la mamá de Amy era la imagen y semejanza de la misma...se sintió por un momento nostálgica.

Amy buscó alrededor de las cajas en las que se encontraba escondida, halló diversas piedras y las tomó para después, armarse de valor y estar a punto de salir a enfrentar el jinete hasta que...

—No, querida, yo lo distraigo, vos busca a vuestro padre... —Detuvo el brazo de Amy a punto de arrojar el material, dejando ver a Amy azorada por lo que dijo.

—Pero... —Hubo un sollozo instantáneo de ella al tener en su mente la peor escena—tía... puede que...

—Amy, ya estoy grande para cuidarme sola, eres muy joven para quedarte aquí a morir en vano —Sonrió con los ojos cerrados, ahora era ella la que enfrentaba y miraba la situación a favor de su sobrina sin importarle qué—... déjame intentarlo.

Amy sin pensarlo y sin preocuparse por la falta de tiempo, abrazó a su tía a sabiendas de que sería la última vez que lo haría. Cuando se despegó de ella, Amy, a gatas, se dirigió hacia la parte trasera de la cabaña destrozada y, en ese momento, la tía salió disparada hacia uno de los extremos del sendero llamando la atención del jinete al instante, el dichoso la persiguió a gran velocidad hasta que desenfundó su espada y...

Cuando te Tuve a mi Lado... (Shadamy) •|REEDITANDO|•Where stories live. Discover now