Capítulo VII

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—¿Qué tanto puede observar en mí, plebeya?

—Oh, no, caballero... —Amy reaccionó preocupada, inclusive termina sonrojada—, disculparme por eso, no quería incomodarlo.

Lancelot desenvaina a Arondight de una forma brusca y comienza a limpiar el filo con el agua del lago, respondiendo tajante—... ¿Otra vez las disculpas, plebeya?

Hubo un momento de silencio, la rosada no quería entablar conversación con el caballero, pues todavía temía que fuera a lastimarla, y notar que seguía cometiendo los mismos errores al hablar, le quitaba aún más el ánimo. Aunque el caballero mostraba todo lo contrario, simplemente estaba muy ocupado en lo suyo como para prestarle demasiada atención a Amy, y eso, le demostraba a ella (una vez más) que Lancelot podía comportarse como cualquier otro habitante...

El caballero oscuro terminó de lavar a Arondight, lo guardó en su vaina y luego se colocó ésta en la cintura; ya de pie, se dirigió a la eriza:

—¿Se piensa quedar ahí todo el día? Usted estaba en lo cierto de que estas son mis tierras...

—Caballero Lancelot... ¿Os quiere que le sea sincera? —expulsó la chica con ligeras lagrimas a punto de salir de sus ojos.

Las palabras de Amy extrañaron al caballero, otra vez sintió dudar, pero...

—Esperaba sinceridad desde un principio, plebeya.

—La tuvo, pero, esta es...un poco vergonzosa para mí y... ¡oh, caballero! no quiero ofenderlo más de lo que posiblemente ya he hecho.

—Usted dirá, plebeya— comenta hacia la chica Lancelot, acercándose nuevamente a ella—, mi extraña confianza ante usted me atormenta...pero creedme si le digo que no la lastimaré ni por que haya cometido delito de robo, eso no me incumbe en lo absoluto.

—No... No sé....—La eriza baja la mirada sintiendo impotencia por lo oído.

—Es palabra de caballero contra palabra de una ciudadana, seré capaz de faltar a la misma si usted me demuestra traición o cierta incoherencia, incluso, si se atreve a faltar a mi Rey.

Sin querer mirarle bien a los ojos, la rosada replica— Yo...no tengo a donde ir, realmente hace días que los feudales me arrebataron todo, hasta a mi familia, y yo, luego de robar y ser lastimada me he quedado aquí, varada, sin ningún rumbo... Y si no he huido de usted es por miedo a que me tome de a cobarde o a que me pida que me quede por...por cualquier cosa, no quiero desobedecerlo o...ser una atrevida ante sus pensamientos e ideologías.

Lancelot se sintió extrañado, bastante extrañado consigo mismo, es decir, no entendía por qué de la nada experimentaba un sentimiento de compasión y altruismo hacia ella, ¿Qué tenía Amy que hacía sentir tan compasivo al caballero? Era como si el caballero estuviera hechizado por ella; sus ojos le transmitían tanta serenidad y... estaba experimentando sentimientos que él, como caballero real, no había experimentado nunca antes debido a su entrenamiento.

—....Plebeya, se ha lavado con el agua de este lago ¿cierto?

—Sí, si lo hice, sólo las extremidades. —responde limpiando su rostro con sus muñecas al sentirse más empapada por las lágrimas.

—Lavarse su herida del vientre con la misma, sólo así sanará...si se ha percatado, sus rodillas ya no están irritadas.

El caballero tenía razón, Amy, luego de haber escuchado aquello, observó sus rodillas y las frotó, dándose cuenta que el dolor y la sensación de ardes habían desaparecido.

—¡Oh, caballero!, ¿Cómo es posible esto? —La impresión no se aguantó en sus gestos y el timbre de su voz.

—Este es mi lago, le pertenece a los caballeros de la mesa redonda, y, como se ha percatado, tiene poderes curativos y es... —Da media vuelta, observando la poca corriente que tiene el mencionado lago y, entre recuerdos, continua—; cuentan las leyendas que a excepción de los caballeros de la mesa redonda, las personas bondadosas, de buen corazón e incluso, aquellas con dotes mágicos podrán sanarse en estas aguas...decidme, plebeya, ¿usted se considera alguna de estas personas que acabo de mencionaros?

—Yo...no lo sé, no soy maga y tampoco me gustaría reconocerlo o más bien —Agita su cabeza, todavía confundida por lo que piensa—...no soy tan soberbia como para considerarme una eriza buena y pura...

—Ya veo, a mi parecer, usted es muy joven y bondadosa...—Se gira una vez más el erizo negro para mirarle de pies a cabeza—, el hecho de que haya robado queda en segundo plano, porque usted lo hizo por necesidad, no por hábito y poder; ha tenido el valor de comentárselo a un caballero del Rey y ha sido muy sincera ante mi...debe ser por eso y de más cualidades que desconozco, plebeya.

La eriza se sonrojó, el caballero le estaba mostrando cualidades que ella dudaba poseer; se sentía sucia al saber que no había robado, que todo se trató de un truco para que no fuera asesinada por pertenecer al pueblo de Gorca...aunque, si era para salvar su vida, estaba dispuesta a eso y más, -sin olvidar ella, que Lancelot había destrozado su hogar-.

—Lancelot...sus palabras me hacen sentir mal conmigo misma...dudo tener esas cualidades.

—Por favor, dejarse llevar por mis palabras que un caballero jamás miente...

—Os agradezco sus palabras... —La chica comenzó a moverse lentamente hacia el lago, buscando no verse apresurada por querer sanarse—. Entonces, ¿me permitiría tomar un poco más de esta, su agua?

Lancelot no le respondió, sólo se acercó a Amy y el mismo, acuclillándose delante de ella, tomo agua con sus manos y se la dejó caer en el vientre. Amy volteó hacia otro lado, la acción de Lancelot le apenó bastante; no creyó que Lancelot fuera capaz de comportarse de esta manera con una desconocida, le era bastante sorprendente.

—Usted puede recuperarse en este lugar, cuándo esté mejor, puede irse... —Se colocó erguido una vez más, a punto de retirarse con sus cosas hacia su fortaleza.

Amy bajó la mirada... "¿Irme a dónde?" pensó, era muy extraño ya el comportamiento del caballero, y creía ella que, tal vez, ante tal confianza que ambos mostraban, pudiera pedirle un favor...

—¿Sucede algo, plebeya? Su rostro me muestra pensamientos profundos y cuestionamientos sin respuesta...

—Me es bastante extraño el pensar en un lugar al que pueda irme, porque no lo tengo.

—Plebeya, no me quiero entrometer en su vida y pensamientos, pero... —Suspiró, no pudo ahorrarse ese gesto complaciente mientras, giró a ver el castillo a la lejanía.

—Caballero, estoy en completa deuda con usted, me ha salvado la vida brindándome sanidad con ayuda de su lago —Sus dolencias aparentaban haber disminuido, tanto así que se puso de pie con algo de lentitud hasta lograrlo, para expresar muy segura de sí—...estoy a sus órdenes como moza.

Las palabras de Amy confundieron al caballero, e incluso, lo hicieron sentir algo apenado y nervioso.

—Plebeya, está bien, no os preocupéis por la deuda que yo te libero de la misma sin problemas...

Amy hizo una reverencia, negando con su cabeza hacia Lancelot—No, no puedo, mi educación y mis leyes me lo impiden, ¡por favor, caballero! Aceptarme como su moza o incluso esclava...

—No, plebeya, no quiero ser soez —Dio media vuelta sintiéndose incomodo por lo que la rosada hacia y decía, era extraño, no entendía aun el por qué—, de ninguna manera la trataría como esclava, no, porque no posee los méritos para serlo.

—¡Se lo ruego, oh, caballero! Por favor, debo pagar esta deuda que es muy sagrada para mí... —Su mirada se volvió compasiva, esperaba realmente lograr convencer al caballero del lago.

Lancelot no quería mostrarse resistente ante las palabras de Amy, pues sabía perfectamente que todo en este lugar se paga y regresa, pero ante la eriza -la cual él creía, era un tanto indefensa- sentía una pena y una corazonada bastante extraña...

Tras otro suspiro, el caballero oscuro responde—De acuerdo, plebeya, no quiero complicaciones con vos...permanecerá a mi lado hasta que de por hecho que la deuda está saldada, admito que no me siento en la necesidad, pero, leyes son leyes y las respetaré.

Amy volvió a hacer una reverencia, el caballero le indicó que lo siguiera, pues ambos irían a su fortaleza, su castillo que se encontraba a un lado del lago. Amy comenzó a sentirse mal por todas las acciones que estaba tomando... ¿No era un error permanecer con quien se convirtió, en días atrás, su asesino? E incluso, si Lancelot descubría por cualquier medio que era de Gorca, ¿Qué pasaría? La eriza comenzó a sentir nervios, otra vez, se sentía muy mal, pues creía que en lugar de cometer un beneficio para ella, había caído en las fauces de la bestia.

Cuando te Tuve a mi Lado... (Shadamy) •|REEDITANDO|•Where stories live. Discover now