Epílogo

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Se sabe, que después del terrible accidente Galahad escapó con Amelia hacia las entrañas de la ciudad de los árboles...En aquél lugar permanecieron ya alrededor de tres días esperando a que todo cambiara, o mínimo, se calmara, todo pasara...eso sería imposible para Amy.

Tenia el terrible vacío de su caballero plasmado en las entrañas de su alma...ese mirar sorpresivo y alegre de Lancelot al desaparecer por haberla protegido le tenía en locura total a la pelirosa que...no podría quitarse terribles escenas de su memoria.

—Cuando salgamos de aquí, volveremos al lago.

—¿Para qué?— preguntó tajante, sin dejar de mirar el pasto en el que se encontraba sentada, —se acabó, para mí, para vos...todo se vino abajo...

—¿Quieres mirarme, Amy?— cambió drásticamente su postura y su forma de hablarle. La eriza con el mismo desiterés obedeció y se cruzó con los ojos ámbar de Galahad..., el caballero agachó las orejas al ver el rostro húmedo de Amy, leer sus ojos, darse cuenta de lo destrozada que podía verse un alma tan pura... ¿Cuánto tiempo lleva llorando? Así fuera la eternidad no podría evitar la eriza sentirse vacía, más vacía de lo que pudo sentirse antes...desde que se quedó sola en la tierra sin familiar alguno.

—Prometisteis que lo trairias de vuelta, y lo vas a cumplir.

—¡¿Cómo puedo cumplir aquello que...?!— su voz se quebró volviendo a tragar su llanto y las ganas de llorar desconsoladamente una vez más— no soy maga, mis poderes son demasiado limitados y no tengo la pequeña idea de saber dónde está Sir Lancelot... ¡Ni siquiera sé sí está vivo!

El caballero de plata la tomó con brusquedad de sus hombros, levantándola a la fuerza del pasto. Posó sus ojos en los de ella intentando no contagiarse de su tristeza y vacío que poseía.

—...Eres la dama del lago, no una simple hechicera o curandera— apartó sus manos con indignación —sí vos fuera la que está atrapada en otro lado...Lancelot no estaría lamentándose por tanto tiempo, ya estaría afrontando y descubriendo la manera de liberaros.

Fuera más que un regaño y un posible golpe en el orgullo, Amy miró, pérdida, una vez más, el suelo. Los olisqueos de su nariz eran los únicos que se percibían por leve momento, después, apartándose y evadiendo a Galahad se dirigió a Canalla; el equino se encontraba sentado en el pasto, evidentemente también se había percatado de la ausencia de su amigo y jinete. Amy se acuclilló delante de él y lo acarició suavemente mientras tomó a Arondiht, había dejado su, ahora, tesoro más preciado, cerca de Canalla; alzó con ambas manos el arma de su caballero y giró sobre sus talones en dirección a Galahad, quien, después de mirarse con una cierta seguridad, envainó la espada como pudo entre la cinta que portaba su vestido a la altura de su cadera.

—No va a importar que tarde...sé que él me puede esperar del otro lado— comentó al aire mientras frotó su rostro con la seda de la manga de su vestido —me ayudareis a conseguir gente, a enseñarme más conocimiento del que ya poseo. Así tenga que hurgar entre los aposentos de los guarda libros, hallaré la manera de romper ese sello.

Galahad afirmó con su cabeza e hizo una leve reverencia hacia el frente, —Os ayudaré a continuar con vuestro cometido en este reino, sin importar lo mucho que duela, tarde o falte...cambiaremos esto, Amy, os prometo.

Nada podía ser tan sencillo, el asunto en el reino de Kamelot todavía estaba boca abajo, sin embargo, ambos erizos, dama y caballero, sabían que lo ocurrido, el sacrificio de Lancelot no había sido en vano; no importaría cuanta gente pudiera odiarlos por lo acontecido o indebido que habían conseguido, las atrocidades y mandatos del Rey Arthur habían sido superiores, al grado de que, serian reveladas por boca de ambos con tal de que se consiguiera la paz y la armonía bondadosa y sin egoísmo que realmente merece Kamelot.

Cuando te Tuve a mi Lado... (Shadamy) •|REEDITANDO|•Where stories live. Discover now