3. Deliciosa negociación

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Jayden se echó las trenzas por encima de los hombros frunciendo el ceño, molesta. Yura había llegado la noche anterior de uno de sus viajes y le había tejido esas trenzas, como si aún fuese la misma niña de años atrás.

―Te ves tan hermosa ―le dijo apretando una de sus mejillas―. Cuando salgas de la preparatoria, haremos un viaje juntas.

―No falta mucho para eso ―contestó Jayden.

Yura era siete años mayor y en cuanto cumplió la mayoría de edad, se encargó de su hermana menor. Antes de eso, vivían con unos parientes que no veían la hora, de deshacerse de ambas. Por fortuna, contaban con un fideicomiso al que Yura tuvo acceso apenas llegó a la mayoría de edad y con el cual, se establecieron en aquel barrio de clase media. Jayden, solo tenía tres años cuando sus padres murieron en un accidente vehícular, así que ella era toda la familia que conocía.

―Es cierto, no falta mucho ―dijo Yura con melancolía―. Has crecido demasiado rápido. Y dime, ¿ya tienes novio?

―¡Claro que no! ―exclamó Jayden al instante―. Los chicos de la escuela son todos unos tontos.

―Me parece que es natural en los hombres, maduran con más lentitud que nosotras ―opinó Yura―. Pero, al menos son inofensivos y prefiero que te hagas novia de un tonto chico de preparatoria, que de alguien mayor. Esos si son de temer, no tienen buenas intenciones cuando de chicas jóvenes se trata.

―¿No crees que ya estoy grande para ese tipo de sermones?

―No es un sermón, solo una advertencia. Sabes que por mi trabajo no puedo cuidarte como debería, así que es mi deber al menos darte algunos consejos.

―Igual no tienes por qué preocuparte, no hay ningún hombre fuera de la preparatoria interesado en mí. Además, no salgo mucho cuando no estás, así que, ¿en dónde podría conocer un hombre fuera de mi círculo escolar?

―¿De veras no te das tus escapaditas cuando no estoy en casa?

―Lo estoy dejando para cuando vaya a la universidad.

―Espero que así sea.

―¿No serás tú la que anda en malos pasos y por eso te preocupas por mí?

―Solo me dedico a trabajar ―respondió Yura con expresión digna; pero la verdad, es que llevaba poco más de un año como amante de uno de los capitanes de la aerolínea donde trabajaba. Un hombre de más de cuarenta, felizmente casado y con un par de niños preciosos―. No tengo tiempo para pensar en hombres por ahora. ―Se dirigió luego hacia la ventana, advirtiendo un rostro nuevo en la casa del fondo. Un hombre de menos de treinta, bastante atractivo, sacaba brillo a un deportivo rojo.

―¡Wao! ¿Quién ese hombre?

Jayden corrió hacia la ventana.

―Es casado ―respondió de inmediato―, su esposa es muy bonita y es mi amiga.

―¿Tu amiga?

Jayden asintió, aunque después de regalarles el pastel, no había vuelto a cruzar ninguna palabra con Bo Ah, ella se limitaba a saludarla con un ademán cuando pasaba en su auto. Y Yunho ni siquiera la determinaba.

―Que sea casado, no significa que no podamos coquetear un poco ―convino Yura saliendo al pórtico―. ¡Vecino, buenos días!

Yunho levantó la mirada, encontrándose con un rostro precioso que le miraba descaradamente.

―¡Buenos días! ―saludó con una sonrisa, después de pensar instantáneamente en que ella sería muy buen prospecto para su próxima fantasía.

―Soy Yura Lee, vivo aquí en frente y solo quería darle la bienvenida a nuestro vecindario.

Fantasías EróticasWhere stories live. Discover now