9. Amantes

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Yunho observaba con incredulidad a la persona que estaba delante de él. Había abierto la puerta para salir y encontrado frente a su puerta, estaba empapada por la lluvia, temblaba y para darse un poco de calor mantenía los brazos cruzados. Su cabello suelto le cubría parte del rostro, dándole un aspecto aún más indefenso.

—¿Qué haces aquí? —preguntó entre sorprendido y preocupado—. Deberías irte a tu casa y cambiarte de ropa o te vas a resfriar.

—Sé que ella no está —respondió Jayden ignorando la sugerencia de Yunho.

—Cierto, salió para el trabajo y yo también debo marcharme —dijo mirando su reloj—. Y en serio, ve a mudarte de ropa.

—¿Entonces es cierto? —Jayden empezó a llorar, sus lágrimas se entremezclaban con el agua que aun chorreaba por su rostro—. ¿Se terminó todo?

La expresión en el rostro de Yunho era de incertidumbre, tanto él como BoA habían sido unos inconscientes al meter a una chica tan joven a sus vidas. Sin embargo, no se sentía arrepentido, realmente había disfrutado al estar con ella. El único problema es que su mujer había desistido de continuar con la lista de fantasías sexuales. Quizás debía hablar con ella y convencerla, después de todo... solo faltaba una fantasía de la lista. Era una cobardía ceder justo al final.

—Yo quisiera seguir pero...

—¿Pero qué? —Jayden se sintió esperanzada.

—Mejor entra —dijo Yunho jalándola dentro de la casa, no quería que los vecinos la vieran en la puerta y empezaran a sospechar—. Quizás podríamos seguir pero manteniendo las cosas al margen de mi mujer, o sea... que ella no debe sospechar.

Jayden sonrió abrazándolo, él intentó alejarse pero ella fue mucho más rápida. Ahora él también debía mudarse de ropa. Soltó su maletín y le devolvió el abrazo, la verdad la había extrañado. De repente ella se alejó para mirarlo a la cara.

—¿Puedes quedarte un rato? —preguntó mordiéndose los labios.

El corazón de Yunho se aceleró cuando ella empezó a desabrochar los botones de su saco, no tenía pensando tener sexo en ese momento; pero la idea hacerlo con ella en su casa, se convirtió en su nueva fantasía.

—Pero... antes debo llamar al trabajo para avisar.

Yunho buscó su móvil e hizo la llamada, dejó el mensaje con su asistente, quien cancelaría sus compromisos de las primeras horas de la mañana. Una vez terminó la conversación, Jayden casi saltó sobre él para quitarle el saco, se notaba la urgencia en la rapidez y torpeza de sus acciones. Yunho sonrió para sí, le excitaba que ella le desease tanto. Y aunque sentía algo de aprensión al pensar en su mujer, no podía rechazar la idea de tener un poco de sexo con Jayden, la verdad es que no había dejado de pensarla, a pesar de su alejamiento. Y es que necesitaba saciarse de ella para poder terminar su relación, que ahora era clandestina. Aunque...  esperaba convencer a su mujer de continuar con la fantasía del trío.

Se desvistieron de camino a la recamara, Jayden le ayudó a quitarse  la camisa, luego él se deshacía de su blusita y falda de tabletas. Lo siguiente fue la correa de su pantalón y el sostén de ella. Buscó su boca con lujuria antes de atrapar un pezón, el cual acarició con la punta de su lengua. Jayden suspiró, podía sentir la sangre viajando con rapidez por su cuerpo, al tiempo que la humedad se extendía por los pliegues de su sexo. Cuando cayeron juntos a la cama matrimonial, ambos estaban desnudos, piel contra piel, sexo contra sexo.

—¡Cógeme ya! —suplicó ella abriendo las piernas, no quería esperar, lo había deseado demasiado, Yunho la había hecho adicta a su cuerpo.

No tuvo que pedirlo dos veces, él la penetró con tanta ferocidad que un grito se escapó de su boca, entremezclándose con palabras que jamás pensó escuchar de aquellos labios tan tiernos. Su vocabulario era vulgar pero al mismo tiempo excitante.

—Estás empapada —susurró él en su oreja al tiempo que se movía dentro de ella—. Empapada y deliciosa.

Jayden miró a su alrededor, mientras Yunho seguía hundiéndose dentro de ella, manteniendo sus ojos cerrados. En la mesita de noche había una foto de él y BoA, en un sillón aun descansaba un camisón transparente, todos esos toques que hablaban de su esposa le excitaban, porque al estar en su cama lo sentía como una especia de victoria sobre ella. Empezó a moverse buscando el ritmo de Yunho, hasta que sus cuerpos se sincronizaron en un solo movimiento, eran como uno solo. Podía sentirlo llenándola, golpeándola casi con furia hasta que le llegó esa sensación que le anunciaba que el mejor de los placeres estaba por alcanzarla. Yunho se levantó con el poder sus brazos, sin dejar de penetrarla, sin cambiar el ritmo, moviéndose de un modo tan delicioso como solo un hombre de su experiencia podría hacerlo. El contraste dela diferencia de edad era notorio, él se distinguía tan hombre, tan fuerte y poderoso, ella tan niña... tan frágil y aquello lo excitaba sobre manera, Jayden era su pequeña ramera.     

Cuando la explosión del primer orgasmo los sobrecogió, permanecieron algunos minutos abrazados, ella descansando sobre su pecho, al tiempo que él besaba sus cabellos. Se habían extrañado mutuamente y ahora disfrutaban de esos minutos post sexo, antes de enfrascarse en otra lucha cuerpo a cuerpo. 

Un mes después, Yunho había desarrollado un itinerario que le permitía mantener a sus dos mujeres felices y satisfechas. En ocasiones tenía sexo con su mujer durante la noche y con Jayden en la mañana, antes de irse al trabajo. Hasta que una de esas mañanas, escucho el auto de su mujer estacionándose frente a la casa. 

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