31. Esperanza disipada

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Después de algunas horas, llegaron a la playa, la casa que Yunho había alquilado se hallaba bastante alejada del pueblo. Era un sitio privado y desde donde solo se podía ingresar o salir en auto. Era un sitio agradable, de haber sido otras las circunstancias, pensó BoA, podría haber disfrutado su estancia allí. Pero, en verdad deseaba dejar su matrimonio atrás. Ella se había sentido bien con el modo en que disfrutaban del sexo, libre de tabúes. Pero compartir la cama con una tercera persona le sobrepasó, le hacía sentirse sucia. Sucia y despreciada, porque en realidad él llegó a desplazarla por esa otra persona. Hubo momentos en los que hasta se sintió de más y era ese tipo de cosas, sumado al hecho de que siguió viéndose a escondidas con ella lo que le impedía perdonarle. Eran demasiadas cosas para dejarlas atrás. Solo alejándose de él podría rehacer su vida, estaba decidida a ello.

─¿Crees que trayéndome a la playa se va a arreglar algo?

─Ya tengo claro que no.

─¿Entonces para qué seguir con esta estupidez?

─Solo quiero pasar un tiempo contigo ─dijo encogiéndose de hombros.

─Estás loco ─dijo ella moviendo la cabeza de un lado a otro─. ¿Y hasta cuando pretendes tenerme aquí? Porque tengo responsabilidades que cumplir, ¿sabes? Además está mi madre, ella se está quedando conmigo un tiempo.

Yunho sacó su móvil del bolsillo.

─Les enviaré un mensaje desde tu teléfono ─dijo mientras les escribía─. Les diré que te esperen hasta el lunes, que estás conmigo, que no se preocupen.

─¿Hasta el lunes? ─BoA se llevó una mano a la frente─. ¡Apenas es martes! Por favor, desiste de esta estupidez y regresemos.

Yunho envió los mensajes y volvió a apagar el celular de BoA, luego bajó del vehículo y lo rodeó hasta llegar a ella.

─Baja ─le dijo abriendo la puerta─, que unos días lejos de todo te harán bien.

─Me haría bien si estuviera lejos de ti ─dijo ella bajando del auto.

─¿No puedes hacer una tregua solo por estos días?

─No ─afirmó ella─, no puedo.

Él sonrió, aunque su expresión era triste.

─Vamos adentro ─le dijo haciendo un gesto para que se adelantara.

Resignada, BoA avanzó delante de él hacia la casa. Yunho caminó silenciosamente y solo se adelantó para abrir la puerta.

─Pasa ─le dijo haciéndose a un lado.

Ella entró, yendo directamente hacia un enorme sofá en el fondo del salón. Lo único que se le antojaba después de viajar tres horas en auto, era descansar en un sitio cómodo.

─¿Qué te parece la casa? ─le preguntó Yunho mirando a su alrededor.

La casa tenía unos treinta o cuarenta años de antigüedad, pero había sido remodelada y amoblada, para traerla a la presente década.

─Una casa como cualquier otra ─respondió ella con desdén, aunque en el fondo le encantaba la casa y toda la decoración.

─¿Bromeas? La casa está genial, estoy pensando en comprarla.

─Como quieras ─dijo ella sin abrir los ojos─, no es algo que tenga que ver conmigo.

Yunho continuó hablando un rato, pero no se dio cuenta que hablaba solo, hasta que volvió a enfocar su atención en ella.

─¿BoA? ─le llamó acercándosele.

Estaba dormida, se veía tan hermosa, algunos mechones de cabello cubrían sus mejillas, los apartó rosándola con ternura. Ella se reacomodó en el sillón pero sin despertarse. Se la había pasado dormida la mitad del viaje y ¿aún tenía sueño? La dejó allí y se dirigió a la cocina para preparar algo de comer, la casa tenía un concepto abierto, así que podía seguir vigilándola mientras cocinaba.

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