7. Inocencia perdida

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Un mes entero pasó sin que Jayden tuviera contacto con Yunho o Bo Ah, hacía todo lo posible por evitarlos desde el incidente de la piscina, se sentía muy avergonzada y al mismo tiempo temerosa, su instinto le decía que debía alejarse de ambos. No era normal su comportamiento, por muy educados en europa, lo que hacían estaba mal. Pero una tarde cuando salía de la preparatoria se encontró a Yunho esperándola afuera de esta. Estaba recostado a su deportivo rojo, atrayendo la mirada de cuanta chica que estaba en los alrededores. Jayden se detuvo en el acto, su rostro tomó un matiz escarlata al recordar la escena fuera de la piscina.

—¿Qué... haces aquí? —preguntó cuándo llegó hasta él.

—Necesitamos hablar.

—Quizás yo no quiera hablar contigo.

—Pero necesitamos hacerlo.

Yunho le quitó la mochila de la espalda y abrió la puerta del pasajero para que entrara. Ella lo hizo de un modo automático, simplemente no podía decirle que no, esa era la razón principal para evitarlo, él ejercía absoluto control sobre ella.

—¿A dónde vamos? —preguntó Jayden cuando lo vio desviarse de la calle que los llevaría a casa.

—A un sitio donde podamos hablar con tranquilidad.

Yunho encendió la radio y empezó a tararear la canción, Jayden mantenía la vista fija en la calle, él iba alejándose de la ciudad.

—¿Por qué salimos de la ciudad?

—Por qué vamos a un sitio privado.

—¿A qué te refieres con privado?

—A un motel.

—¡A un motel! ¿Estás loco? ¿Cuándo te he dado permiso de llevarme a un motel? ¡Detente de inmediato!

—Estamos por la autopista, no puedo hacer eso.

—¡Eres un pervertido! —exclamó Jayden mirándolo con rabia contenida—. Tú y tu mujer lo son, ambos están locos.

—¿Te parece si dejamos a Bo Ah fuera de esto?

—¿Te ofende que diga que tu mujer está loca? Pues hay que estarlo para hacer lo que ella hizo, darnos permiso para divertirnos y casi ser testigo de lo que estábamos haciendo.

—Tampoco vi que protestaras... así que quizás tú, en el fondo seas como nosotros.

—Me agarraron desprevenida; pero eso jamás volverá a ocurrir.

—Jayden... estás llena de prejuicios, eso es todo. Nosotros simplemente estamos en una etapa de experimentación, queremos probar muchas cosas, disfrutar al máximo sin detenernos a pensar en prejuicios tontos.

—Quizás no sean prejuicios tontos.

—Claro que lo son. Además, tenemos nuestros límites... No creas que vamos por ahí durmiendo con cualquiera, hasta ahora tú eres la única persona que hemos dejado entrar a nuestra relación y créeme, no habrá nadie más.

—Pero, ¿por qué yo?

—Porque eres especial, por eso.

Se desviaron de la autopista y tomaron por una calle rodeada de grandes arbustos y árboles frondosos. Yunho se detuvo en una habitación y apagó el motor del vehículo.

—Ya estamos aquí... sin embargo, quiero ser claro contigo. No estás en la obligación de bajar del auto, si me pides que nos vayamos lo hare sin ningún problema y no volveré a buscarte. Pero si en cambio, decides lo contrario y entras a la cabaña... te prometo que no te vas a arrepentir.

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