CAPÍTULO 13

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Sus apuntes y esquemas ocupaban toda la mesa y parte de la cama. Se había descuidado un poco y ahora le quedaba sólo el fin de semana para terminar el trabajo que entregaba el lunes siguiente. Sonó el tono de su móvil e Isabel gruñó. Otra interrupción, con lo que le había costado concentrarse después de que la cabeza se le fuera al recordar la tarde del miércoles en el probador.

―Como sea otra vez Nieves por el whastapp se la carga. ―Las Lobo utilizaban el móvil para comunicarse incluso estando en la misma casa. Era absurdo negar que habían caído presas de las nuevas tecnologías, incluso Rosa había conseguido que su padre le regalase un smartphone en su último cumpleaños. Su gesto cambió al leer el remitente del mensaje, se trataba de Cristina.

"Hola Isabel, ¿qué tal la camiseta?, ¿la has estrenado ya?"

«Me ha escrito, ¡Cristina me ha escrito!... ¿por qué me ha escrito? ―frunció el ceño». Isabel no sabía cómo interpretar aquel mensaje. A lo mejor sólo quería ser cordial, o tal vez verificar su buen gusto con la ropa.

«¿Qué más da el motivo? ―decidió―, el caso es que me ha escrito por propia iniciativa. ¿Qué le contesto?, a lo mejor quiere saber si este fin de semana vamos a vernos, ¿será eso?».

"Hola, la verdad es que aún no la he estrenado, pero te lo diré cuando lo haga."

Cristina sonrió mientras leía las palabras de Isabel, después volvió a teclear sobre la pantalla.

"¿Y qué opina tu hermana Nieves?, ¿le ha gustado?"

"La verdad es que no tuve tiempo ni de enseñársela, desde la otra tarde estoy como loca con un trabajo de la universidad. Me confié y sólo me queda este fin de semana para terminarlo, se entrega el lunes."

«Oh... eso quiere decir que no te veré, ¿verdad? ―se lamentó Cristina.»

"Pues mucho ánimo con el trabajo, espero que te quede fenomenal. Hasta luego."

"Gracias, lo necesito. Hasta luego, Cristina."

―Ojalá pudiera verte ya ―musitaba Isabel en medio del silencio―. Pero si quedo contigo, sé que no terminaré el trabajo.

No era la única que lamentaba no citarse en las siguientes horas.

―¿Por qué me siento tan decepcionada?, ¿tantas ganas tengo de acostarme con Isabel Lobo? ―se preguntaba mirándose en el espejo de su habitación― Ganas tengo, eso es obvio, porque esos pensamientos, cuando estuvimos juntas en el probador, no dejan lugar a dudas.

Por un momento pensó en la posibilidad de llamar a Inés y hablarlo con ella, pero después cambió de idea. Le preocupaba la posibilidad de que la rubia se montase películas al respecto de sus extrañas sensaciones.

A lo mejor todo se reducía a algo muy sencillo, que gracias a Isabel había descubierto su bisexualidad, y que, ahora que sabía que disfrutaba en la cama con una mujer, quería seguir experimentándolo. A lo mejor sus ganas se calmarían si se acostaba con otras mujeres. Pero, ¿con quién podría hacerlo?, Inés estaba descartada, era heterosexual y además su mejor amiga. ¿Laura quizás?, era joven y desinhibida, seguro que no le importaría.

XXXXXX

Cristina no quiso esperar y se citó con Laura al día siguiente. Quedaron en un hotel después de comer. Laura sabía a lo que iba, pues la morena le había adelantado el asunto por teléfono. Qué raro se le hacía esperar, estaba acostumbrada a llegar después, a que la esperasen a ella. Un par de toques en la puerta la avisaron de la llegada de la pelirroja.

―¡Hola, Cris! ―Laura la abrazó por el cuello y besó sus mejillas.

―Hola, Laura ―replicó, devolviéndole los besos.

Cuando las lobas se enamoran [Crisabel]Where stories live. Discover now