CAPÍTULO 19

1.7K 96 33
                                    

Inés llevaba días intentando quedar con Cristina. Notaba muy rara a su mejor amiga y sabía que si no era en persona, no lograría sonsacarle lo que le estaba ocurriendo. El viernes por la tarde, la andaluza accedió a quedar un rato.

—Bueno, ¿me vas a contar de una vez lo que te pasa? —insistió Inés una vez más.

—Si te digo que nada no te lo vas a creer, ¿verdad?

—Verdad —afirmó la rubia.

—Está bien... —Cristina tomó otro sorbo de su café. Inés la miraba con expectación— Se trata de Isabel Lobo.

—¿Tu clienta?

—Sí... ella. —La morena se quedó unos instantes callada, mirando al vacío.

—¡Cristina, por Dios, habla que me va a dar un ataque aquí mismo! —exclamó Inés exasperada.

—Perdona... —Cristina tuvo que contener la risa. Carraspeó y volvió a hablar— ¿Recuerdas que te conté que le había cogido cariño?

—Claro, porque te trata mucho mejor que el resto de tus clientes.

—Hace dos semanas, preparó una sesión de fotos para nuestra cita —Inés frunció el ceño, no entendía nada—. Sé que lo hizo por mí, porque no he logrado alcanzar mi sueño de ser modelo... se lo conté días atrás.

—Vaya... —Inés no sabía qué decir.

—Isabel es adorable... No sólo recordó lo que le conté, sino que intentó hacerme sentir bien al respecto.

—La verdad es que fue un detalle bonito —admitió Inés.

—Y después de las fotos... volvimos a estar juntas —Cristina necesitó tomar aire para continuar— y fue una pasada.

—Parece que esa chica ha aprendido mucho en poco tiempo —dijo Inés para quitarle hierro. No le gustaba demasiado el gesto extasiado de su amiga.

—No sólo por el sexo en sí, que también —Sonrió ligeramente—. Su forma de mirarme, de tratarme, sus caricias...

—Vale, vale... me hago una idea, estuvo muy bien, ¿y?

—Después estuvimos unos días sin vernos, porque Isabel tenía que preparar la exposición de un trabajo para la universidad, y yo... yo no quería pasar tanto tiempo sin verla, así que... —Inés la miraba con los ojos como platos— Así que me presenté en su universidad, y me senté entre el público sin que ella lo supiera —añadió de carrerilla.

—¿Fuiste a propósito a verla y sin decirle nada a ella? —preguntó la rubia como si no hubiese escuchado bien.

—Eso es... —musitó Cristina bajando la mirada.

—Isabel no es un cliente más, ¿verdad? —afirmó Inés— Nunca has hecho nada parecido por ninguno de ellos.

Cristina ignoró las palabras de su mejor amiga y continuó su relato.

—Le pregunté, a través del teléfono, si su familia estaba por allí, y cuando me dijo que no, le confesé que yo sí. Isabel se puso muy contenta, lo vi en su cara, e incluso me invitó a comer con ella y después a acompañarla a la biblioteca —La sonrisa no abandonaba el rostro de Cristina.

—Vamos, que os lo pasasteis la mar de bien las dos en su universidad, como si fueseis amigas de toda la vida o algo.

—La quiero —confesó de pronto Cristina.

—¿Cómo? —La voz de Inés apenas se escuchó, debido a su estado de shock. Cristina le sonrió.

—Lo cierto es que empezó por caerme bien, es una buena chica y cuando la conocí, tan ingenua, tan inocente... después empezó a gustarme la intimidad con ella. Nunca lo habría imaginado, pero el sexo lésbico ha sido todo un descubrimiento. Isabel Lobo ha despertado una parte de mí que desconocía.

Cuando las lobas se enamoran [Crisabel]Where stories live. Discover now