Capítulo 28 (FINAL)

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Después de más de 4 años escribiendo esta historia, la musa y la inspiración me han abandonado. "Tierra de Lobos" terminó, pasó tiempo, llegaron nuevas parejas televisivas a mi vida, nuevas musas e ideas, y necesito escribir en cada momento lo que me nace escribir. Todos lo sabemos, pero lo diré una vez más, cuando hacemos las cosas por obligación y no por gusto, no salen igual de bien, y yo, hace ya tiempo que me siento obligada a escribir este fanfic y que no disfruto haciéndolo como antaño.

Ante mí tenía dos opciones, dejar la historia incompleta o terminarla. Si la termino tal como tenía pensado en un inicio, necesitaría unos cuantos capítulos más, y no me siento con fuerzas para escribirlos, porque sé que no me quedarían demasiado bien y porque el tiempo es oro y quiero invertirlo en escribir cosas que me apetezcan más ahora, sinceramente. Pero quedaba otra posibilidad, y es la que he tomado, darle un final un tanto especial. Voy a contaros lo que quedaba de historia y añadiré algunos diálogos de escenas que ya tenía escritas desde hace mucho tiempo.

Sé que no es lo mismo que terminar el fanfic con normalidad, pero espero que podáis comprenderme y que os guste conocer el final que tenía pensado para esta historia.

CAPÍTULO FINAL

Isabel y Cristina estaban disfrutando de los días en Barcelona. La morena, incluso logró convencer a Isabel para que se arreglase más una de las noches que iban a cenar fuera. Se puso un vestido, se maquilló, o mejor dicho, se dejó maquillar por Cristina, y se soltó la melena.

―¿Ves?, estás preciosa...

―¿Qué dices? ―exclamó Isabel sonrojada. No estaba acostumbrada a ser ella el centro de atención.

―Eres preciosa. Deberías lucirte más a menudo ―aseguró Cristina.

―Yo me siento ridícula, esto no es lo mío, yo... ―Pero el rápido movimiento de Cristina la hizo callar. Rodeó su cintura con un brazo, mientras la mano libre le acariciaba la piel descubierta de uno de sus hombros.

―¿Quieres que te diga... ―musitó en su oído con sensualidad― lo mucho que te deseo en este preciso instante?, ¿o mejor te lo demuestro?

La noche terminó aún mejor de cómo había empezado. Ambas hicieron el amor, aprovechando la ausencia de Chiqui, que permanecía atendiendo su negocio. La joven Lobo descansaba sobre el regazo de su amante, mientras Cristina acariciaba su cabello y le cantaba en susurros.

―No sabía que cantabas tan bien... ―dijo Isabel feliz, con los ojos todavía cerrados.

―¿Te he despertado?, perdona.

―No, tranquila... es maravilloso que a una la despierten de esta forma ―Abrió los ojos y le sonrió―, podría acostumbrarme a esto.

Isabel estaba probando la más absoluta felicidad conviviendo con Cristina estos días y no quería perder aquello por nada del mundo. ¿Cómo podría hacerlo para que todos los días fuesen así de maravillosos?

Pero el jueves, la policía se presentó en casa de Chiqui, exigiendo ver a Cristina Osuna. Registraron sus pertenencias y mostraron a las tres mujeres los colgantes de la familia Lobo, asegurando que estaban en la maleta de Cristina. Ella insistió en que era inocente, que no los había cogido. Isabel estaba segura de su inocencia, sabía que alguno de aquellos policías enviados por su padre las debía haber colocado instantes antes de sacarlas ante ellas, le hervía la sangre en las venas.

Cristina no tenía dinero para contratar un buen abogado, invirtió todos sus ahorros en la tienda de ropa. Isabel tampoco disponía de dinero como antes. Ante la horrible posibilidad de que Cristina fuera a la cárcel, Isabel le dijo que se confesaría autora del robo, que su padre no consentiría que una hija suya acabara entre rejas. Pero Cristina no aceptó su decisión, no confiaba en Lobo, no después de la visita que le hizo en su apartamento y de cómo la amenazó. Uno de los agentes que se habían presentado en Barcelona, el inspector Ruiz, sintió compasión por ambas mujeres, asombrado por el amor que se profesaban, tratando de protegerse la una a la otra. Tanto fue así que no pudo callarse, y le comentó a Isabel que estaba investigando a su padre por negocios turbios a espaldas del comisario Ugarte, viejo amigo de Lobo, y que sin duda estaba al corriente de todos sus trapos sucios. Isabel no se sorprendió demasiado al conocer este lado oculto de su padre, después de lo que había inventado para separarla de Cristina.

Cuando las lobas se enamoran [Crisabel]Where stories live. Discover now