Capitulo 6: 15 de febrero de 1991

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Gabriel caminaba distraído por las calles de París, sin darse cuenta de las miradas poco discretas que recibía.
Todos lo miraban con desconfianza solo porque alrededor de su ojo izquierdo lo adornaba un color púrpura.

Esa mañana recibió también gritos por parte de su madre. ¿Pero cómo decirle que aquel golpe en realidad fue hecho por una chica?

–No quiero que vuelvas a meterte en peleas Gabriel Agreste– dijo furiosa.

–Pero me golpeé contra la puerta...–mintió.

¡Ha! ¿Quién creería eso? Ni siquiera en en sus clases las miradas cesaron.

–Y yo creía que eras un suave, amigo–le dijo André Bourgeois.

Gabriel sólo lo ignoró y continuó con su día.

Después de almorzar y entregar el dichoso vestido a la señora Miscov salió a pasear.
Por suerte era viernes y tenía el día prácticamente libre. Sábado trabajaría con su madre y el domingo lo dedicaría a hacer sus tareas.

Así que con un abrigo y una chalina para el frío salió a la calle.
Todos caminaban contentos al ver que empezaba a nevar.

Así que feliz levantó la mirada al cielo, sintiendo los copos de nieve derritiéndose al contacto de su piel.
Quería aprovechar esa hermosa sensación antes de que se le congelará su rostro.

Pero de pronto sintió un fuerte empujón y cayó al piso, sobre él sintió un peso.

–¡Perdona! ¡Perdona! ¡Perdona!

Abrió los ojos confuso y se reincorporó.

–No te preocupes –dijo serio mientras se sacudía la nieve de su abrigo.

Entonces levantó la vista.

–Soy una torpe, en serio perdón...– seguía diciendo una chica con cabello azabache mientras levantaba sus compras de la nieve.

La reconoció al instante. Era la chica que lloraba el día anterior en un callejón.

–Déjame ayudarte–le dijo al instante que tomaba una de las bolsas del piso y la ayudaba.

Al terminar él le devolvió sus cosas y ella sonrió.

–Muchas gracias, suelo ser un desastre cuando hace frío. Siempre termino resbalándome.–se excusó levantando los hombros.

–No te preocupes–repitió, esta vez sonriéndole.–Creo que a cambio puedo pedirte que me acompañes a tomar un café.

Marinette sonrió de lado.

–Me parece una forma interesante de recompensar el haberme chocado contigo.

–Hay una cafetería aquí cerca...ammm...

–Marinette, Dupain...–continuó levantando la mano.

Él la tomó en forma de saludo.

–Gabriel Agreste–dijo confiado.

Entonces Marinette abrió los ojos totalmente sorprendida.

–¿Ga-Gabriel Agreste?–tartamudeó.

–Si, ¿ya nos conocemos?

La muchacha negó con la cabeza.

–No-no, sólo que vengo de recordar que debo volver a casa rápido–dijo retrocediendo– m-mi tío me está esperando...y no puedo seguir tardando...

–¿Entonces el café para otro día?–preguntó algo confundido por esa repentina reacción.

–Se-seguro, otro día estará perfecto.–se giró y comenzó a irse–¡Perdona otra vez! –gritó antes de correr entre la multitud y perderse.

Entonces Gabriel reaccionó. No tenía su numero.

Así que corrió por donde ella había desaparecido.

Pero al no encontrarla por ningún lado se detuvo.
¿Porqué corría? Él nunca se había interesado en una chica, y si la seguía eso lo haría ver cómo un acosador.

Se dio la vuelta y allí la vio, del otro lado de la calle. Entrando a una casa vieja con un letrero chino.

Él conocía ese lugar. Era la casa de Maestro Fu.

¿Su tío era el señor Fu?

Por su parte Marinette, al cerrar la puerta detrás de ella, soltó un suspiro.

«Qué día de locos»

–¿Todo bien?–preguntó Fu al verla tan agitada.

–Pasa que vimos al padre de su novio–respondió Tikki

–¡No es mi novio!–replicó.

–¿A quién?–preguntó Wayzz.

–A Gabriel Agreste–siguió Tikki– en el futuro es padre de Adrien, el enamorado de Marinette.

–¡Qué no es mi enamorado!

Wayzz miró con complicidad a Fu, quien reía ante la situación.

–Tranquila, mi niña. No hay problema. Ahora deja esas bolsas en tu habitación y baja a la sala. Empezaremos con tu instrucción.

Ella obedeció.

Al pasar las horas Marinette se sentía cada vez más frustrada. No conseguía poner su mente "en blanco", y menos en la posición tan incomoda en la que estaba. No lograba quedarse quieta.

–Tu mente aún es muy ruidosa–le dijo Fu en la noche mientras cenaban– debes aprender a controlar tus emociones. Los pensamientos pueden venir hacia ti, pero debes dejarlos irse al igual que vez un pez.

–Lo intento, maestro. Pero no puedo dejar de preocuparme por mis amigos y familia...

–Ya te dije que ninguno de ellos existe, y los que si no tienen aún ningún problema. Recuerda que este es su presente.

–Pero también me preocupa lo que vaya a hacer aquí. No existo, por lo tanto no puedo trabajar, ni ir a la escuela...odio no servir de nada.

–No necesitas trabajar porque puedes trabajar para mí, haciendo entregas como la de hoy. Y no necesitas ir a ninguna escuela, después de todo cuando vuelvas irás. Además de que yo te enseñaré lo que necesites aprender durante este tiempo.–dijo tranquilo– Por último, si lo que te preocupa es ser inservible, no deberías sentirte así. Seguirás sirviendo a la gente siendo Ladybug...

Al mencionar estas últimas palabras Marinette vio el reloj.

–¡Oh no! ¡Voy tarde!–exclamó.–Lord Paon ya debe estar esperándome...

Terminó su comida rápido, agradeció y subió a su habitación.

Abrió el traga luz.

–¡Tikki, transfórmame!–dijo y salió saltando con la ayuda de su yo-yo.


Como siempre muchas gracias por las estrellas y comentarios...
Qué tal les parece la historia? Prometo que ya se volverá más emocionante...por ahora solo era le contexto...pero a partir del próximo empieza lo divertido 😏😉

Gracias por leer!
Los quiero!

Eterno [MLB] // Gabrinette.Where stories live. Discover now