Capitulo 34

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POV Gabriel.

–Perdona, Lottie.–repetí cuando frunció el ceño.

–No quiero que vuelvas a disculparte, Gabriel–dijo mientras sacaba queso de una de las repisas y la ponía en el carrito.–Lo hiciste mil veces desde el otro día.

Empujó el carrito y caminamos hasta el siguiente pasillo.

–Me seguiré disculpando hasta que dejes de estar molesta.–dije observando las marcas de galletas.

–No estoy molesta por que te fueras a medio de mi presentación.–admitió.–Me molesta que me lo recuerdes todos los días con tus disculpas.

Hice una mueca.

–Entonces me disculpo por ello.

Ella negó con la cabeza divertida.

–Eres incorregible, Gabriel.–sonrió.

Tomé una bolsa grande de galletas Oreo y la puse en el carrito.

–Creo que ya tienes suficiente comida para un festín.–dijo mirando dentro el carrito.

Nos dirigimos a las cajas, para pagar.

–¿Tu madre te pidió comprar todo esto?–preguntó dudosa.

Comenzamos a poner los productos en la mesa movediza, para que el cajero pueda escanearlos.

–No todo.–dije sincero.– Quiero hacer un desayuno para una persona especial.

–¿Una persona especial?

Asentí con la cabeza mientras le pagaba al cajero.

Desde aquella vez que salvé a Marinette, volví todas las mañanas para tomar desayuno junto a ella, a pesar de que siempre que me retiraba me pedía no volver al día siguiente.
No me importaba. Después de todo la llave debajo de la maseta me ayudaba a entrar sin problemas; y Marinette no se quejaba.

Nos retiramos del supermercado con las bolsas a mano.

–¿Se puede saber quién es esa persona especial y porqué le harás un desayuno?–preguntó curiosa.

–No puedo hacerle un almuerzo, porque paso clases cuando está libre; y tampoco una cena por qué sé que no le gustaría.

Parecía que pasaba todo el día leyendo un libro grueso y tomando notas. Era el mismo libro que tuve que recoger del piso cuando la defendí de esos tres borrachos.
No hacía nada más que eso todo el día. Inclusive sospechaba que ni comía. Lo que significaba que los desayunos que le preparaba eran el único alimento de su día. Por ello siempre intentaba hacerlos exorbitantes.

Entramos a LaDurée y compré una caja de Macarons.

Ya tenía todo lo necesario, ahora el refrigerador vacío en casa de Fu no sería una excusa.

–¿Conozco a esa persona especial?–preguntó Charlotte.

Sonreí y negué con la cabeza.

–No, que recuerde.

Cruzamos la calle y seguimos caminando.

–¿Cuándo la conoceré?

Levanté una ceja. Normalmente Charlotte no solía ser tan curiosa.

Eterno [MLB] // Gabrinette.Where stories live. Discover now