Capitulo 14

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POV Gabriel.

Fue todo un tormento.

Aquella noche estaba entusiasmado. Planeaba decirle a LadyBug cual era mi verdadera identidad y eso realmente me emocionaba.

Esa tarde después de haber salido con ella supe que debía hacerlo.
No podía guardar el secreto.
No sabía cuál séria au reacción, y me asustaba pero quería ser su amigo tanto como Gabriel como LordPaon. Quería pasar más tiempo con ella.

Así que con Buddhi planeamos todo. El discurso, el momento, el bes...eh no, eso no.

Al caer la noche estaba cada vez más nervioso, a pesar de que fuera una tontería. Pff, estar nervioso por decirle a Marinette que en realidad soy Gabriel Agreste, una estupidez.

Algo en mi interior picaba mientras esperaba en la punta de la Tour-Eiffel; algo que fue remplazado por preocupación cuando no llegó.

Pensé que tal vez volvía a sentirse triste. Así que la busqué en Notre-Dame. No estaba allí.
La busque en todos los lugares que sospechaba podría estar pero tampoco fue así.
Fui a su casa y me acerqué a la ventana.
Las luces estaban apagadas.

Fruncí el ceño y entonces comenzó mi búsqueda exhaustiva por toda la ciudad de París.
Mi preocupación se convirtió en enojo, y luego en rabia al pasar las horas.

Los primeros rayos del sol y el pitido constante del Pavo Real en mi cinturón me indicaron que debía esperar hasta la noche para volver a buscar.

Cuando mi transformación se terminó Buddhi apareció.

–¿Gabriel, estás bien?–preguntó al ver mi frustración.

Lo ignoré y en grandes zancadas caminé de vuelta a casa de Marinette y del señor Fu.

Comencé a tocar la puerta como un loco. Primero despacio y luego con golpes cada vez más fuertes.

El miedo crecía en mi.

–¡Abran!–grité cuando mi mano comenzó a doler.

–¡Shhh!–salió una vecina en bata–Deja de hacer ruido, son las seis de la mañana y aún muchos estamos durmiendo.

Pasé mi mano por mi cabello. ¿Seis de la mañana? Mi madre me mataría.

–Señora, ¿sabe de casualidad donde se encuentra el señor Fu?–pregunté intentando ser lo más amable que mi frustración podía permitirlo.

–No está en la casa, chico. Ahora vete.

Respiré profundamente.

–Por favor, por favor, necesito que me diga dónde puedo encontrarlo, o a su sobrina.

La vecina se quedó callada analizando si podía decírmelo.

–Chico, vuelve a tu casa. No llegarán pronto.–dijo entrando.

–¿A qué se refiere con que no llegarán pronto?

–Ayer los vi saliendo con unas maletas. De seguro fueron de viaje.–terminó y cerró la puerta detrás suyo.

Me quedé solo en la calle.
Buddhi salió de mi bolsillo.

–¿A dónde crees que se fueron?–preguntó.

Respiré pesadamente.

Marinette estuvo prácticamente toda su estadía hablando sobre volver a su casa. A ese lugar lejano.
Siempre lo hablaba con Tikki durante las noches que iba a "visitarla".

¿Y si Fu la ayudó a volver?
¿Y si nunca vuelve?
¿Porqué no me lo dijo?
¿Porqué no se despidió?

De pronto un dolor comenzó a incomodarme.

–No lo sé, Buddhi. Vayamos a casa.

El recorrido fue prácticamente inexistente para mí. No recordaba los detalles. Solo sabía que estaba abriendo la puerta cuando comenzaron los gritos.

–¡Gabriel Agreste!–era mi madre– ¿De dónde se supone que vienes a esta hora de la mañana?

Puso sus manos en sus caderas y me lanzó esa mirada que todas las madres tenían cuando se enojaban.

Mis ojos estaban que se cerraban y no me sentía muy equilibrado cómo para empezar una discusión. Debía calmarme primero.

Entonces por primera vez en mi vida pasé de largo ignorando su pregunta y me dirigí a la cocina a servirme un vaso con agua.

–¡Gabriel, te estoy hablando!

Suspiré.

–Lo sé, mamá.–tomé de golpe el agua.

Sentí una sensación de extasis cuando hidrató mi garganta seca.

–¡Dime dónde estabas!

–Solo fui a caminar un momento.

–¡No te atrevas a mentirme, Gabriel!

Lavé el vaso y lo guardé en la alacena. No quería responder, no podía hacerlo.

El silencio se instaló pesadamente.

–Gabriel–esta vez su voz se rompió.

Me giré para verla y me di cuenta de que tenía lágrimas en los ojos.

–Mamá –quise acercarme a ella pero me detuvo.

–No creas que no sé que vuelves a casa con heridas, Gabriel.–abrí los ojos con sorpresa– Sé que hay noches en las que desapareces.–sus lagrimas comenzaron a caer–y no sé a dónde.

«Oh no»

Mi corazón se rompía al verla de esa forma. Ella era lo que más quería en ese mundo. Mi misión era verla feliz y orgullosa, ¿pero cómo podía explicarle a qué se debían esas ausencias y heridas? Simplemente no podía.

–Intento criarte de la mejor forma posible.–Me tomó de las mejillas–Quiero que mi hijo sea un hombre de bien, un hombre maduro que no se meta en problemas.–sus sollozos eran más fuerte– No quiero que termines como...

–Él...–continué. Le agarré de las manos y bese cada una.–No seré jamás como él, madre. Nunca.–sequé sus lágrimas– Quiero que sepas, y necesito que confíes en mí cuando te digo que no estoy en una pandilla ni que hago cosas ilegales.–No estaba mintiendo– Criaste a una persona que sabe cuál es su lugar y lo que debe hacer para el bien de los demás. No seré jamás como él –repetí.

Esto pareció tranquilizarla un poco.
Entonces supe que había comprendido que aún así no evitaría que siguiera saliendo. Tal vez miles de teorías se instalaban en su cabeza.

–No quiero que vuelvas con heridas a la casa, Gabriel.

–No lo haré –prometí y me abrazó.

–Te quiero, hijo.

–Y yo a ti.

Al separarnos volvió su sonrisa típica de las mañanas.

Se acercó al refrigerador.

–¿Qué desayunarás hoy?–preguntó.

Tomé una manzana y la guardé en el bolsillo donde se encontraba Buddhi.

–Creo que unos panqueques estarán bien–respondí sentándome en una silla.

Y mientras ella los preparaba yo me tomé del puente de la nariz.

Vaya noche...

–Gabriel–susurró Buddhi desde mi bolsillo –siento una nueva energía.

Y las que me esperan...

Capitulo recién salido del horno!!!
No olviden dejar sus hermosas estrellitas y comentarios✨👁‍🗨
Gracias por leer!📚
Los quiero mucho!!❤️❤️❤️

Eterno [MLB] // Gabrinette.Where stories live. Discover now