Eterno [MLB] // Gabrinette.

Capitulo 44

Maratón: capitulo 44/?🎺

POV Gabriel.

– ¡Marinette! –Gritaba intentando alcanzarla.

Pero mi cuerpo estaba muy cansado por el viaje, y mis pies se sentían cada vez más pesados. Pronto dejé de poder seguir su ritmo y ella se alejó con más rapidez para perderse entre el laberinto de calles.

– ¡Marinette! –Grité una última vez y apoyé mis manos sobre mis rodillas. –Marinette...

–Gabriel, Gabriel...–Llegó volando Buddhi – ¿estás bien?

Negué con la cabeza.

–No. –Respondí con la respiración agitada. – No lo estoy. –Me senté sobre el asfalto mojado y tomé mi cabeza con ambas manos. –Creo que lo arruiné, Buddhi. Ella ya sabe que soy LordPaon, y ahora me doy cuenta de que Fu tenía razón desde el principio. Ella se alejó... Se alejó y se irá...

No comprendía muy bien lo que acababa de pasar, lo que me dijo. Ella venía del futuro...

Mi cerebro no podía procesar esa información, no lo comprendía. Lo sentí irreal.

Buddhi se acomodó en mi hombro.

– ¿A caso es siquiera posible? –Le pregunté.

–Lo es...–Respondió en un suspiro– La ultima y única vez que vi un caso parecido sucedió con uno de mis portadores más antiguos. Fue casi imposible para él volver a su tiempo.

–Pero si Marinette dice que se va, es porque encontró la solución.

Buddhi asintió con la cabeza.

–Después de todo es su decisión irse. –Dijo. –La línea del tiempo siempre está cambiando, pero aquellas personas que llegan a viajar en él, tienen el poder de utilizarlo a su favor. Mi portador lo comprendió, y a su corta edad logró conquistar casi todo el mundo antiguo.

– ¿Eso significa que existe la remota posibilidad de que ella se quede?

–Es un acto muy egoísta hacerlo, pero es posible.

"Entonces aún estoy a tiempo" Pensé y me levanté del piso. "Debo encontrarla"

Así que después de despachar a Buddhi, comencé a buscar a Marinnette en todos los lugares que venían a mi mente.

La busqué en el Café de Charlotte, en casa de Fu, en la Tour-Eiffel, e inclusive busqué por todos los callejones de Montmartre, pero no había rastro de ella.

Ya estaba completamente empapado por la lluvia, cuando a lo lejos, a los pies de la Catedral de Notre-Dame, logré divisar una pequeña figura resguardándose de la lluvia.

Me acerqué y pude ver a una chica con cabello azabache, escondiendo la cabeza entre sus piernas.

Caminé tranquilo y subí los escalones de piedras hasta llegar a unos metros cerca de ella.

Levantó la cabeza al escucharme y me observó serena, con los ojos hinchados.

– ¿Ese lugar está ocupado?–pregunté señalando el espacio vacío a su lado.

Negó con la cabeza y yo me acomodé junto ella para ver la lluvia que caía al frente nuestro.

Nuestros hombros se chocaban y el ambiente se sintió tenso. El silencio entre nosotros amenazaba con tragarnos...

–Entonces...–dijo con la voz partida.– ...Eres Gabriel Agreste.

–Y tú vienes del futuro. –respondí.