Capitulo 25

5.7K 696 142
                                    

POV Marinette.

Dejé la suave alfombra verde detrás mío y pisé el frío piso de madera.

Tomé mis zapatos.

–Muchas gracias por la ayuda, Ayelén.–agradecí poco motivada mientras me los ponía.

–Lamento mucho no haber sido de gran ayuda.–se disculpó con una mano sobre mi hombro.

Me encogí de hombros y caminé del otro lado de la puerta.
El viento me azotó con fuerza.
El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte.

Miré con cariño a Ayelén.

Su cabello corto y las pañoletas a su alrededor se agitaban con el viento.

–Debes descansar más, Mari. No te preocupes por esta situación. Solo es pasajera.–dijo y me entregó un collar de donde colgaba un pequeño diamante.

–¿Qué es?– pregunté.

Ella sonrió con un aire materno.

–Viniste todos los días aquí para buscar algo dentro tuyo.–habló– pero algo obstruye tu visión...–miró al collar–Tal vez esto te ayude a volver a canalizar lo que buscas.–cerró mi mano alrededor del collar.– Es un diamante Heimer, te ayudará a amplificar tu visión.

Abrí los ojos con sorpresa.

–¡Wow, Ayelén!–exclamé –Esto es hermoso, muchísimas gracias.

–Mereces un poquito de ayuda tomando en cuenta las veces que viniste a pedir ayuda.

–Gracias.–Volví a repetir y me di la vuelta.–Nos vemos el sábado.–me despedí.

–Hasta el sábado. Saluda a tu tío de mi parte.–dijo y cerró la puerta.

Suspiré y observé el pequeño diamante en mi mano.

Lo tomé con fuerza y comencé mi camino a casa.

Casa. Ahora era de esa forma cómo llamaba a la habitación en el ático que maestro Fu, "mi tío", me entregó a mi llegada.

Suspiré.

¿Cuándo llegaría el día en el que llamaría Casa a aquella pastelería en la que solía vivir?

Esperaba que pronto. Pero el tiempo se agotaba.

Ya no veía nada, ya no soñaba con nadie...no importaba cuantas horas meditara, ya no lograba ver a Chat Noir, a Hawk Moth, o a Tempus Fugit.

Todo era un gran gris, cómo si el televisor estuviese sin señal.

Por ello busqué la ayuda de Ayelén, la instructora de yoga para que me guié. Fu tenía ciertas teorías, yo lo sabía, pero él nunca quiso compartirlas conmigo.

–Debes averiguarlo por ti misma, Marinette.–decía siempre que le preguntaba.

Aquello me desesperaba más de lo que creía.
No sabía si el tiempo seguía su curso o no. No sabía si Chat moría o no. No sabía nada.

Suspiré.

Ahora solo podía verlo a través de mis dibujos. Era la única forma de recordar que tenía una vida en otro lugar, en otro tiempo.

Mi familia, mis amigos, sus voces, sus rostros, todo se desvanecía poco a poco de mi memoria.

Mis padres, Alya, Nino, Adrien, Chat...

Eterno [MLB] // Gabrinette.Where stories live. Discover now