Capitulo 33

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POV Marinette.

Tomé una chaqueta y salí de la casa de Fu, sin importarme seguir en pijama.

Puse las manos en mis bolsillos y caminé hecha una furia por la noche parisina.

–Los odio, los odio, los odio...–susurraba para mí misma mientras caminaba.

Después de aquella visita repentina de Gabriel Agreste, en la tarde, no pude volver a reconciliar el sueño.
Pude haberme quedado en cama como todas las veces que creía no poder seguir durmiendo, pero esta vez tuve una extraña sensación que me obligó a bajar al cuarto de Fu.

Nunca, en todos estos meses, fui realmente a su habitación. Sabía que era la puerta al fondo del pasillo, pero nunca entré.

Por eso mis manos temblaban cuando la puerta rechinó al abrirse.
Estaba todo oscuro, así que encendí la luz y me llevé una gran sorpresa.

–Los odio, los odio, los odio...– seguí refunfuñando.

Los odiaba por obligarme a salir de noche. Claro, pude haber esperado hasta el día siguiente, pero necesitaba respuestas de inmediato.
Necesitaba saber dónde estaba Fu, y la única persona que podría darme una respuesta era Monsieur Pierre.

Siempre que Fu viajaba, le decía a Monsieur Pierre donde se encontraba por si yo tenía alguna emergencia.
Y esta era una emergencia.

Los odio.

El cansancio comenzaba a hacer presencia en mi. Definitivamente no estaba en forma, y menos con el peso del Libro en mis manos.

Los odio.

Pensaba que Fu se fue para buscar respuestas y traducciones con respecto al Libro. Pero al parecer estaba equivocada.

El Libro yacía sobre la cama blanca de Maestro Fu, y a su alrededor varías hojas con anotaciones se esparcían.

Totalmente confundida las tomé, las puse en el Libro y salí para buscar respuestas.

¿Dónde estaba Fu?
¿Porqué partió sin el Libro?
¿Su viaje tenía otra causa?

Suspiré cansada.

Las calles estaban desiertas.
Por suerte aún algunas luces de bares y cafés seguían encendidas, y la oscuridad no se sentía tan amenazante.

Al cruzar una esquina comencé a escuchar música desde un café.

Miré al interior y descubrí unos ojos azules mirándome.
Rápidamente volví la vista al frente, al reconocer esa mirada.

Era Gabriel Agreste.

Bajé la mirada a mi vestimenta y a mi aspecto desarreglado. Me encogí de hombros.
Después de todo no me conocía, aún no era el padre de Adrien.

Continué con mi camino.

Al salir de esa calle escuché risas detrás mío.

Giré mi cabeza y descubrí a tres chicos. Seguramente estaban borrachos.
No les presté atención.

–¡Hey!–gritó uno.– ¡Chica bonita!

Puse los ojos en blanco y los ignoré.

–¡Tranquila, no te haremos daño!

Eterno [MLB] // Gabrinette.Where stories live. Discover now