20. Espuma, viento y sal.

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Pasaron dos días desde aquél en que me fui a dormir con Helena y…Clodeth claro. Clodeth me cayó muy bien, se la ve buena persona y se ríe mucho por cualquier tontería, cosa que es algo que me gusta de la gente. Pasamos la noche viendo una película americana, comiendo porquerías, riendo y hablando hasta quedarnos dormidas. Así que en conclusión, muy bien todo. Aunque…ahora mi padre se piensa que mi misteriosa “novia” es Helena……¬¬ Sí, todo porque cuando le llame para decirle que me quedaba a dormir en su casa...él ya pensó lo que pensó…

Bien por mí; la mañana siguiente apareció el cielo despejado después de aquella tormenta y me fui a mi casita (de mi padre) a eso de la una, ya que nos levantamos tarde y desayuné allí por la insistencia de la madre de Helena.

Bueno...que hoy, domingo, estoy contenta porque voy a volver a mi novia- me suena muy raro decirlo pero la verdad es que me encanta- No la he visto en dos días, y es que ha estado ocupada con el concierto en el Palau, ensayos… No sé porque Malú me pidió que no viniera, que le daba vergüenza y tal pero que tendría la recompensa…y la estaba esperando a la de ya. 

Como de costumbre había cogido el tren, habíamos quedado delante del Zurich, Ay, que recuerdos la cafetería Zurich. Como de costumbre, también llegaba tarde, y en mi paso acelerado por llegar lo antes posible, empezó a sonarme el móvil.

-          Tía, ¿dónde estás?- Su voz tan característica.

-          Ahora voy pa’ lla- Ella de verdad había conseguido pegarme el acento andalú'-

-          Llevo aquí un rato, ¿eh?

-          Bueno…pero eso eres tú que vas muy pronto.

-          Mira, yo no sé si voy pronto o no, solo sé que tengo ganas de verte.

Sonreí muy tontamente mientras salía del metro subiendo las escaleras a paso ligero. Poco a poco fui viendo la claridad de la luz. Y un viento característico de estar dejando el subsuelo ondulaba mi pelo. Sin darme cuenta, mi sonrisa aún no se había ido de mi cara y vi como un hombre que se cruzaba conmigo me miraba extrañado, no con muy buena cara, tenía prisas. Me hacía gracia. Me hacía gracia como los demás no sabían de ese instante de felicidad en mí. 

-          ¿En serio?- Pude decir, acelerando el paso. Ya casi la podía ver.

-          Claro...- Dejó ir ella acompañado de un dulce suspiro.

-          ¿Estas segura?

-          Sí, ¿por qué?

-          A la de tres cuelgo.

-          Ey, ¿pero qué pasa?

-          Nada... va, 1…2 y-

Hice el último paso para quedar justo detrás de ella y decirle susurrando a la oreja:

-          Tres.

Malú se asustó y se giró de golpe.

-          ¡Ayy, tonta!....- Dijo y segundos después, pasó a otro estado:- Te quiero...- Definitivamente, mi teoría de bipolaridad estaba en lo más acertada.

Nos abrazamos. Yo estaba un poco nerviosa no sabía aún cómo comportarme. No nos besamos hasta entrar dentro de su Audi, donde había más privacidad. Estuvimos un rato dándonos mimos, y acáriciandonos, me encantaba esos ratos junto a ella. Me gustaría guardar ese momento y vivir siempre dentro de él.

-          ¿Me tendré que acostumbrar siempre a tu retraso?- Murmuró a un milímetro de mis labios y mirándome fijamente a los ojos. Yo notataba su aliento en mi piel, y pasé a fijarme en sus oscuros ojos, algo brillaba en ellos, una contrariedad. Con dificultad  ante aquella maravilla, dirigí mi mirada al reloj del coche: pasaban siete minutos desde la hora que habíamos quedado.

Juguemos a imaginar (Malú)Where stories live. Discover now