36. Dulce veneno.

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-          ¿Entonces cocinas tú?- Me dijo Malú dando media vuelta  y dedicándome una media sonrisa.

-          Eso he dicho. ¿No te acuerdas lo buena cocinera que soy?

Ella hizo un gesto como si pensara. Después rio. Dejé que su risa entrara en mis oídos lentamente y sonreí sin querer.

-          Sí, pero no quiero sándwich como aquella última vez, gracias.

-          Creo que hoy me voy a superar.

-          ¿En serio? ¿Qué vas a hacer?

-          Es una sorpresa, tu ves poniendo la mesa.

-          Y la rima esa?

-          Si quieres te hago las que quieras.

No pudimos evitar reírnos. No sé si habíamos empezado fingiendo esa conversación pero al final resulto ser agradable, al menos para mí. No entendía porque sonreía. Ni tampoco porque nos comportabamos de esta manera después de TODO lo que había pasado entre nosotras. Demasiadas cosas. La verdad, me daba igual no entenderlo. Sabía bien.

Habíamos estado hablando bastante rato y poniéndonos al corriente de lo que habíamos estado haciendo este tiempo. Y por segunda vez, yo hacía la comida para las dos. Y no, no iba a hacer un sándwich, iba a hacer macarrones. ¿Veis? Toda una chef yo.

Busqué por todos los armarios una bolsa de macarrones, todo el mundo tiene macarrones en casa, al rebuscar entre todas esas especies, verduras y cosas verdes, sí, los encontré. Se nota, por la comida en su armario, que ella se cuidaba saludablemente.

Me dije a mí misma “va, ____ esto es fácil” y me puse a cocinar.

-          ¡Malú!- Chillé.

Ella desde hacía media hora había encendido la televisión porque como le tenía prohibido entrar en la cocina por la sorpresa de la comida, se aburría. Mientras yo cocinaba se escuchaban los gritos que provenían de la tele de algún programa de Telecinco.

-          ¿Ya?- Preguntó desde el sofá. Yo pasé al comedor con los dos platos- Menos mal!

Se levantó a ayudarme. Ella aún no había comentado nada sobre mis macarrones, solo los había mirado de mala gana. Quizás se había pensado que de verdad yo le iba a hacer un plato especial, pero yo no sé de eso…

-          ¿En serio?- Soltó finalmente.

-          Lo que cuenta es la intención, Malú…- Me miró de reojo, diciendo “ya, ya”- Tsé- Comenté- Estos no son unos macarrones normales, receta de mi abuela.

-          Vamos a ver.

-          Primero quita esa basura- Dije señalando con la mirada a la tele, ella volvió a mirarme mal- ¿No querrás que interrumpa nuestra comida?- Intenté con tono más amable.

-          Por nada del mundo.- Dijo, esta vez no mostró ningún tono irónico ni señal de que bromeara en esa frase.

Apagó la televisión y finalmente nos sentamos en la mesa. Ahora esperaba a qué Malú los probase, toda nuestra atención se centraba en los cuatro macarrones que ella pinchó uno por uno con su tenedor. Se los quedó un rato mirando, como si tuviera que inspeccionar primero.

-          Va, mujer!- Le animé, se estaba haciendo esperar.

Ella me miró. Vale, está bien, puede que la comida no tuviera muy buena pinta pero no se mira solo la fachada! ¿O ella siempre lo hace? ¿O lo hizo conmigo? Se me cruzaron los pensamientos. Céntrate en la comida por favor.

Juguemos a imaginar (Malú)Where stories live. Discover now