35. ¿Te quito el miedo?

2.6K 79 14
                                    

35

Vuelve a redactar  _____.

Desperté de un sueño bastante raro, y solo me bastó abrir los ojos para acordarme de todo, de mi vida y de dónde estaba. Para volver a la mierda.

Levanté mi tronco de la cama aguantándome con las manos. Dios, que dolor de cabeza. Me dormí con dolor de cabeza y ahora me despierto con él. Al menos es algo que me ha acompañado durante la noche.

No  quería estar allí. ¿Por qué iba a querer estar allí? Estaba en una cama que me traía…recuerdos. No sabría si decir buenos o malos. Pero eso sí,  no los quería recordar.

Quería irme de allí cuando fuese, me da igual si ahora éramos amigas o lo que en “teoría” tengamos que ser. Basta ya, esto era algo más complicado que en lo que habíamos quedado cuando hablamos aquella vez…no me puedes pedir que me comportará como si nada. Esto era más complicado de seguir unos pasos, ya marcados, que te dicen como deber actuar.

 No maldigo que ella entrase en mi vida, pero creo que todo me iría mejor si ya no la volviese a ver. Quiero dejar de amarla. Y lo estoy consiguiendo. Perdón, lo está consiguiendo. Ella lo está haciendo por mí.  Le doy las gracias por eso.

Dí una vuelta a la cama vacía, vaya, al final ella me prestó su cama de matrimonio. No quería salir del cuarto, no me la quería encontrar. Con suerte estaría fuera, con suerte estaría ocupada…como siempre.

Tenía la misma ropa de ayer, bien. Tocaba  levantarme, las pupilas y los pies me pesaban, el corazón también. Estaba cansada de todo. DE TODO. Algo dentro de mí me decía que esto solo era temporal, que aunque esté destrozada ahora, no impide que renazca después.

Quizás, algún día, vuelva a sonreír. Solo, darme tiempo.

Quizás con la ayuda de otra persona, alguien que me aprecie de verdad, sea capaz de levantarme de nuevo.  Si es así, gracias adelantadas, porque sé que ahora aprecio más lo que hará que después, cuando ya esté bien.

Si estás triste y alguien te da un caramelo, lo apreciarás más que cuando estés contento. Es raro, porque el valor del caramelo no ha cambiado.

Y también lo apreciaré porque ni yo misma soy consciente de todo lo que me hace falta.

Y otra vez; no, nada material.

Tenía ganas de llorar, pero me dije que ahora no, que ya tenía una vida para hacerlo.

Me froté los ojos con mis manos. Esperando así que desapareciera el mundo. Pero todo volvía a ser igual, me tumbé de nuevo en la cama. Me obligué a dormir, no quería saber nada de nadie y despertarme cuando todo hubiera pasado. Ya sean días, semanas o meses.

Todo había sido un desastre. Clodeth, es tu culpa. Estaba claro que Malú se había olvidado rápido de mí, y por lo visto, también había encontrado novio. Me alegraba por ella, pero yo quería morir.

Dí una vuelta en la cama poniéndome de lado. Mi táctica de obligarme a dormir no funcionaba. Ni siquiera se le podía llamar táctica. Me quedé allí, media hora más. Sin saber qué hacer, ni si la señorita de la casa estaba despierta o si estaba. Ojalá no.

Miré a una de las mesitas de noches. Recordé que antes había un reloj. Mucho antes. Pero no, allí no había nada que quisiera contar mis horas de pena.

No recordaba como ella me había traído hasta aquí. Supongo que yo había estado más que dormida. Solo recordaba su coche, con sus molestos faros, acercarse. Y a mí, maldiciendo a todo el jodido mundo por haberme encontrado. Ese banco era más cómodo que la situación que me tocaba vivir ahora. Visualicé una imagen de ella llevándome en brazos y tapándome en la cama. Una imagen que yo no había sido consciente al vivirlo. Un escalofrío repugnante recorrió mi espalda.

Juguemos a imaginar (Malú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora