33. ¿Qué mierda te pasa?

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Aquíiii vienen mis dos capítulos, bueno, tus dos capítulos seguiditoss porqué tu lo vales. De nada. Disfrutaaaaaaaaaaaad:

33 ¿Qué mierda te pasa?

Pues nada, decidido entonces, ¿no? Eso parecía. No me creía ni yo lo que estaba haciendo pero lo tenía claro. Era algo necesario para mí. Me repetí las palabras de Clodeth, ¿Quién sabe si ella, Malú, aún me quería?

Clodeth se había convertido en algo muy grande en mí. Ni siquiera sabía cómo me había convencido. Aunque en parte, yo ya lo estaba de convencida pero lo había olvidado. ¿Eso es posible? Decidí que si fracasaba en el intento, la culpa sería de Clodeth. Pero si triunfaba, el mérito sería para mí. Todo más fácil, ¿no? En ninguno de los casos tendría sentimiento de culpa. Y solo me faltaba eso, con todo lo que ya llevaba encima….

Está teoría la llamo, la teoría de los cirujanos. Me explico, cuando un paciente muere en una operación, el cirujano dice a los familiares: “se ha ido…” En cambio, si sale sano y salvo, dice “lo hemos logrado”. ¿Pero esto qué es?

Sin irnos del tema, la cosa ya estaba más que hablada. Habían pasado muy pocas semanas, porque decidí ir después de los exámenes. Cosa que me fueron regulín tirando para mal. ¿Quién puede estudiar estando enamorada? ¿Enamorada? Era una pregunta que precisamente me hacía mientras precisamente tenía que estar estudiando…al fin y al cabo, ¿aún lo estaba? Mi respuesta era la misma que el título de su último álbum: sí.

No sé por qué, pero tenía la sensación que cuando la volviera a ver, volvería a sentir exactamente lo mismo, lo de medio mariposas medio arañas en mi estómago.

Aún estaba en lo de sacarme el carnet de moto, mi idea des de el principio era, una vez sacado mi carnet, hacerme el primer viaje hasta Madrid con la primera moto de segunda mano que encontrase. Pero para eso aún maltaba un mes…¡Un mes! Yo no podía esperar tanto. Así que ha comprar el billete de avión se ha dicho. Por el momento ya estaba todo hablado y ya me había despedido de mi familia.

Aquí viene lo malo, las clases aún no se habían acabado. Esto solo era un fin de semana a lo salvaje que me tomaba. Billete de avión con dos días de estada. Pero por eso no estaba nerviosa claro está…lo estaba porque ¿qué mierda haría cuando la viese? Sería todo muy chocante. Porque está claro que yo no le había dicho nada de qué iba, ni se lo iba a decir. Quiero que se lleve una sorpresa….agradable. Al fin y al cabo, si algo no salía bien, habíamos quedado como amigas. Hasta le mencione que a lo mejor le iría a ver, ¿no? Pues ya está. Y, no quería pensarlo pero, sí fuese de verdad que no saliese bien, tenía otra casa dónde poder acogerme en Madrid, chica afortunada.

Miré por la ventanilla del avión, descendíamos. Yo estaba sentada abrazada a mi mochila. Donde había todo lo justo y necesario.

Noté el primer contacto de las ruedas con el suelo. Volvía a pisar Madrid. Fuimos bajando la velocidad hasta que el avión quedó parado. Nos hicieron esperar dos minutos allí y por fin, ahora sí, pise yo literalmente el suelo. Respiré profundo.

Demasiado nerviosa. Necesitaba un café urgente. ¿Adivináis a dónde fui a parar?

-          Hombre, tú otra vez por aquí, hace…¿cuánto tiempo?- Dijo mientras pasaba un trapo por encima de la barra.

La reconocí después de escuchar su voz de nuevo, había cambiado un poco pero…seguía siendo atractiva. Me pregunté que como se acordaría de mí con la cantidad de gente que pasaba por aquél aeropuerto.

-          Mujer.- Le corregí, después le dediqué una sonrisa- Y seis, seis meses.

-          Sigues teniendo el mismo polvo…- Dijo medio susurrando para ella misma y mordiéndose el labio.

Juguemos a imaginar (Malú)Where stories live. Discover now