42. Jugando con perspectivas.

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Ey, just disfruta:

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Las semanas pasaban volando, siempre lo hacen cuando estás bien, y lo mejor es que tu vuelas con ellas. Qué pena. Tendría que ser al revés, ¿verdad? Cuando el mundo se te cae a los pies parece que el tiempo no pase, que todos los días sean el mismo. Al fin y al cabo, lo son. Y cuando lo pasas de puta madre, el tiempo se desvanece entre tus dedos. Y ya no volverá. Y sabes que no se volverá a repetir, aunque sea un instante.

No me digáis que no son ciertas mis palabras. Por favor, he ido a conciertos de dos horas que se me han pasado en 10 minutos. Eso está muy feo.

Los días de lluvia aún no se habían marchado. Al menos, concordaban con mi estado de ánimo. El cielo era gris y no paraba de llover. Aunque a veces fueran unas cuatro gotas, no había descanso.

Pensando un poco en todo me vino un recuerdo. El mismo.

Me fui para mi habitación.  Me subí a la cama para llegar a la estantería. Y allí abrí una caja de zapatos. Que como podréis suponer, no guardaba zapatos. En esa caja guardaba mis secretitos, o los que habían sido. Casi todo eran escritos frutos de aburrimiento. O del fracaso. Cuando fracasas o te aburres te da por escribir.

No hizo falta que rebuscara mucho. Lo que buscaba era de las primeras cosas que encontrabas allí, porque lo sacaba a menudo.

Cogí un papel bien dobladito. Siempre me gustaba leerlo y desdoblarlo poco a poco. Aunque ya sabía lo que me encontraría, me gustaba desdoblar sus cuatro pliegues lentamente. Por eso de que ese instante no se me desvaneciera como polvo entre mis dedos y poder disfrutarlo un poco más. No sabría explicar lo que significaba ese acto. Ni si me hacía bien o mal. Lo importante es que sonreía. A veces de alegría y otras de melancolía.

Me acuerdo que la primera vez me costó entenderlo. Una letra un poco entrañable. Pero ahora que lo veo, se entiende a la perfección. Su mensaje, su todo. Su letra parecía leal. Leal y loca. Como ella.

No sé si creer en eso de qué se puede saber cómo eres realmente mediante tu letra. Una vez examinaron la mía. Un amigo de la pareja de mi madre se dedicaba a eso, y a mí pues, me hacía gracia así que le pedí que me examinara la mía, a ver que decía.

 Se considera bastante importante este trabajo, muchas veces es válido como prueba en un juzgado las conclusiones que hayas podido sacar, o eso es lo que me conto él. A la semana de darle un texto para que le sacara “todo el jugo” de mi preciosidad de letra, me dieron el informe. Ey, que el informe tenía doce páginas, con gráficas y tablas, todo para describir mi letra. Así que algo tiene que tener.

Bueno, pues no os podéis ni imaginar mi cabreo después de leerlo. El tío, que decía que era una vaga. Y no con eso, lo que más me dolió fue que no tenía imaginación! Mira chato, tu sí que tienes mucha imaginación para inventarte todo lo que ponía ahí…

Ese fue uno de los motivos de mi cabreo. Pero no el principal. ¿Sabéis cual fue el principal? Que sin contar esos dos pequeños detalles, ese informe estaba cargado de putas verdades. Y a veces, según como, no es agradable leer como eres. Empezar a analizarte a ti misma. No, no lo es.

Ese informe estaba también en esa caja de zapatos, pero al fondo.

Hubiera jurado que si investigaran la letra de Malú no hubieran sido 12 páginas, perfectamente podrían haber sido unas cuantas más. Se necesitan muchas hojas para describirla. También dependiendo de la persona, al menos yo me bastaría con una simple frase.

“Demasiado amor. Imposible de analizar”

O si te concentras mucho, podrías resumirlo aún más, quizás: “Magia”.

Juguemos a imaginar (Malú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora