Capítulo 17 - Caídas

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No. Ben no vino aquella noche.
Esperé toda la maldita noche a que apareciese pero el muy jodido no lo hizo, es por eso que hoy llevo unas ojeras que me abarcan todo el rostro.
El médico me dijo que tenía un esguince de primer grafo y que con algo de reposo, mi pie evolucionaría correctamente.
También tenía unas muletas bastante llamativas las cuales no sé usar y ya me he caído unas tres veces. Por ahora, aún no me he caído. ¿Será cierto eso de que a la tercera va a la vencida?
No, no lo era, porque he vuelto a caerme.

—¡No he conocido a una chica más torpe que tú! —exclamó mi madre mientras me ayudaba a levantar.

—¡Tengo miedo, mamá! No sé usar esta mierda —confesé mientras tiraba las muletas y caminaba hasta casa a pierna coja.

Mi madre caminó hasta mi y me devolvió las muletas.

Una vez dentro, mi padre me pidió algo tras saber que no controlaba las muletas.

—Sube las escaleras con ellas —pidió.

¿Acaso estaba loco, o sus CDs de música para fracasados le había trastornado la mente?

—¡No! ¡De ninguna manera! —exclamé temerosa.

—¿Entonces dónde dormirás? —preguntó mi padre.

¡Traidor! Pensé que él me llevaría a mi cuarto como cuando me quedaba dormida en el coche de regreso a algún viaje.

—Puedo dormir en el sofá —respondí.

—¿Y cómo subirás las escaleras del instituto? —hizo una nueva pregunta.

Pensé alguna excusa, pero ninguna se me vino a la cabeza. No me quedaba otra cosa que responder que entonces no asistiría a clases.

—¿¡Cómo que no irás a clases!? ¡La primera! —dijo mi madre amenazante.

Asentí nerviosa con la cabeza.

—Yo me pondré tras de ti mientras subes. Si te caes, yo te sujetaré —habló mi padre.

Asentí con la cabeza, pues ¿qué otra cosa me quedaba?

Me posicione frente a las escaleras y trague saliva.
Esto iba a ser difícil.

Puse mi pie sano en el primer escalón mientras subía una de las muletas hasta ahí. El problema empezó al subir la otra muleta. Como era de esperar, fallé.
Mi padre me sujetó para no caer.

Esto iba a ser difícil...

...

Acabé con bastantes heridas, pero finalmente pude subir las escaleras hasta mi cuarto. También fue un desastre bajarlas.

Al fin llegó la hora de acostarse.
Antes de dormir, esperé a que Ben apareciese, una vez más, pero no lo hizo... una vez más.

Quién sabe, tal vez me comporté mal con él. ¡Pero es que Ben resultaba ser tan odioso a veces!
A ver si aparece y le doy un golpe... ¿Pero qué estaba pensando? Siempre que quiero que Ben aparezca, es para golpearle. Debería dejar esa mala costumbre.
De un momento a otro, escuché a alguien hablar.

—Bajar y subir escaleras no es tu fuerte, ¿eh? —Dijo aquella voz.

Fijé mi vista hacia donde pensé que provenía aquella voz y ahí, entre las sombras, había una silueta con forma humanoide.

No necesitaba ser científica, ni tener la mirada de un felino para saber que se trataba de Ben Drowned.

—Ojalá te rompieses una pierna para que sepas lo que se siente al subir con esos cacharros —espeté.

Él dio unos pasos hacia mí y pude verificar que se trataba de él.

—No es muy agradable escuchar eso después de no habernos visto por un día —dijo.

Le había dado a un punto el cual quería tocar.

—Sí, eso mismo quería decirte. ¿Cómo se te ocurre no aparecer durante un día completo? ¿dónde estuviste? —pregunté cabreada.

Aunque la gran pregunta era... ¿por qué estaba cabreada?

—Ni que fuésemos un matrimonio —respondió Ben con gracia, y mis mejillas se pintaron de un color rojizo.

¿¡Y ahora por qué me sonrojaba!? Suerte que tenía las luces apagadas y es por la noche.

—No, no lo somos, pero me dejas pensando en qué te ha podido pasar —expliqué.

—En otras palabras, estabas preocupada por mi.

Maldito idiota...

—¡No era eso! —exclamé furiosa.

—¿Ocurre algo, Ayleen? —preguntó mi madre desde abajo.

Mierda, había gritado demasiado.

—¡No es nada, mamá! —respondí y suspiré.

—No te diré dónde he estado hasta que no admitas que estabas preocupada por mi —propuso Ben.

Me crucé de brazos.

—No voy a admitir algo que no es cierto. Por otra parte, me interesa muy poco dónde has estado —respondí tajante.

—Está bien —dijo él y nos quedamos en silencio hasta que él volvió a hablar—. Por cierto, esas ojeras que tienes son bastante feas.

Apreté mi puño con fuerza.

—Si no te gustan no las mires. Además, son por tu culpa, idiota.

Vaya, ya hablé de más otra vez.
Genial, el detonante saltó.

—¿Así que son por mí? ¿puedes decirme eso pero no puedes admitir que estabas preocupada? O mejor aún... ¿me extrañabas? —se burlaba Ben.

Esto ha dejado de tener gracia. Bueno, nunca la tuvo.

—Calla idiota. Sólo pensaba que aparecerías en algún momento y me asustarías, por eso tengo estas ojeras —mentí.

Necesitaba una excusa y eso fue lo que mi cerebro pudo hacer por mi en este momento.

—¿Y cuándo es el momento en el que viene una ballena y te lleva volando? Ayleen, aunque te sorprenda, sé cuándo mientes —dijo serio.

Está bien, no me quedaba otra, tenía que decirlo.
Abrí mi boca, pero Ben empezó a hablar.

—Para que lo sepas, Ayleen, no me moví de tu cuarto no un solo segundo. He estado aquí en todo momento. Invisible, claro, por eso creiste que no estaba —confesó de repente.

No sabía si enfurecerme, alegrarme o si enfurecerme por alegrarme.
El muy jodido había estado aquí todo el tiempo...

Let's play『Ben Drowned』Where stories live. Discover now