Capítulo 35 - Bolas de nieve y araña gigante

4.4K 521 334
                                    

Caminaba hacia mi casa sin creer aún lo que acababa de hacer. ¡Besé a Ben! ¿En qué momento me convertí en una idiota más idiota de lo que ya era? Debía llegar a mi casa en cuanto antes, no quería volver a ver a Ben por el momento, sobretodo por la vergüenza que me haría sentir al recordar ese beso. Y sí, aún conservo ese sentimiento llamado vergüenza.

—¡Espera, Ayleen! —exclamó Ben.

Mierda. ¡Corre, Ayleen, corre!
Apreté el paso, pero Ben ya me había agarrado del brazo e hizo que me girase.
Le miré directo a los ojos.

—¿Por qué huyes? —me preguntó serio.

Eso, Ayleen, ¿por qué huyes? ¿qué te pasa? ¿desde cuándo has empezado a comportarte así?
Debía encontrar una excusa perfecta, pero obviamente no la había.

—Creo que fue un error besarte —dije de corrido.

—Dices tantas mentiras que he aprendido a encontrarlas cuando las dices. Venga, dime la verdad —pidió.

—Debo estar en mi casa en cuanto antes, ¡suéltame!

Empezaba a ponerme nerviosa.

—Te acompaño —dijo.

—¡No!

—¿Por qué? ¿qué te pasa? Ni que fuese un sociópata o algo parecido.

Empecé a morder mis uñas a causa de los nervios. Supuse que tampoco sería tan malo que Ben me acompañase a casa, ¿verdad? ¡¿verdad?! Entonces acepté su petición. Tenía razón, él no era ningún homicida serial.
Mientras retomaba el camino —ahora junto a Ben—, noté cómo sus dedos se deslizaban por mi mano hasta quedar entrelazados en ella.
Me hacía sentir más nerviosa aún si es que era posible. Hoy, en definitiva, estaba hecha un manojo de nervios, ¡como para robar panderetas! Quería librarme de esto diciendo que había visto a Papá Noel surcar por los cielos con sus renos y demás pero... ¡qué cojones! Se sentía tan jodidamente bien estando de esta forma, pero jamás se lo haría saber, por supuesto. Su ego subiría hasta rebosar si se llegar a enterar de eso.

—Es una bonita noche, ¿cierto? —habló de repente.

—Es una noche... como todas, supongo —respondí.

¿Dónde podía él ver una noche bonita? Si todas las noches eran iguales. Este chico estaba perdiendo el norte. Me imagino a mí misma en un futuro ayudándole recordar los nombres de nuestros nietos o recordándole qué es el orinal y qué es la bañera. Pobrecillo... Aunque, ¡¿qué mierda hago yo creando un futuro con Ben?! Probablemente tenga que volver algún día a la consola o algo por el estilo. Y ahora que lo recordaba...

—Oye, ¿te ocurre algo? Te has puesto muy triste de repente —preguntó, sacándome lejos de mis pensamientos.

—¿Eh? No, es que... Recordaba que no sabías cómo hacer para deshacer tu hechizo y eso... —respondí cabizbaja.

—¿Así que te preocupabas por mí? —preguntó, esbozando una sonrisa de orgullo.

—¡No! Es que sólo lo estaba recordando y... ¿qué cojones? Sí, sí, me estaba preocupando por ti; no me gustaría encontrarme algún día con la noticia de que has desaparecido para siempre o algo por el estilo —confesé.

Miré a Ben. Tenía esa clase de mirada la cual la gente suele tener al ver a un bebé supuestamente adorable. Bueno, la forma en la que yo miro los juegos que solía jugar en mi niñez.

—Tranquila, ya sé de qué forma puedo salir por completo del castigo del cartucho —me dijo, y casi salto de alegría.

—¿Entonces a qué esperas? ¡Hazlo ya! —ordené.

Let's play『Ben Drowned』Where stories live. Discover now