Capítulo 28 - Zumos recoinciliadores

4.4K 523 255
                                    

Ben se quedó mirándome unos instantes hasta que decidió contestar mi pregunta.

—Pues hay una forma de hacerlo —respondió.

Me resultó una información incompleta, así que quise indagar más sobre ello.

—¿Y cómo se hace? —pregunté curiosa.

—Ése es el problema, que no sé cómo se puede llevar a cabo. Es decir, sé que hay una forma, pero no sé cómo es —explicó.

Torcí el gesto.
Eso era realmente una molestia.

—¿Y no hay alguna forma de saberlo? —quise saber.

—Como te dije, no tengo idea —repitió.

—Pero no lo entiendo, ¿cómo es que sabes que hay una forma, pero no sabes cómo es? —dudé.

Él se recompuso en su sitio.

—Anda, deja de hacer preguntas y duerme de una vez —me ordenó.

—No eres mi madre, pero te voy a hacer caso sólo porque tengo sueño —repliqué somnolienta.

—Así me gusta —me dijo y le ignoré.

Destape mi cama y me adentré a ella.

—Oye, Ayleen —me dijo y le miré.

—¿Sí? —respondí.

—¿Quién es ese chico que ahora está en esta casa? —preguntó Ben y me extrañé.

Arrugué mi entrecejo y le miré.

—Es sólo un pijo sin padres hasta que acabe la semana. ¿Por qué? —expliqué con desgana.

—No, por nada, sólo me dio curiosidad —respondió.

A pesar de que no creía mucho en su respuesta, no le repliqué nada debido a que los párpados me pesaban con sobremanera.

Cerré los párpados y, cuando los volví a abrir, el sol ya había salido.
Al girarme sobre el colchón, vi unos ojos oscuros de pupilas rojas los cuales ya se me habían hecho familiares pero, a causa del desdén mañanero, me asusté y acabé gritando.

—¡Shh! ¡Sólo soy yo! —exclamó Ben, haciendo aspavientos con las manos.

—¡Es que ese es exactamente el problema! —chillé obvia.

De repente, la puerta de mi cuarto se abrió de inmediato y pude ver a un Jay asustado, muy asustado.

—¿Qué ocurre? ¿está todo bien? —preguntó agitado, mirando hacia todas las direcciones de mi habitación hasta posar su vista en mí.

—Sí —tartamudeé nerviosa por la impresión—, está todo bien... esto... ¡sal de mi habitación! —ordené y me hizo caso.

Suspiré.
Miré en todas direcciones, intentando visualizar al idiota de Benito, pero no había rastro de él.

Me tumbé de nuevo en mi cama y empecé a meditar como buena «meditadora» que soy.
Recordé lo que Ben me dijo por la noche. ¿Sería verdad que él puede acabar convertido en humano de nuevo o simplemente me había gastado una broma?
Lo cierto es que, por extraño que me haga sentir, deseaba que él se hiciese humano. ¿Por qué? No lo sé, pero en realidad Ben es una buena persona y tal vez... un momento, ¿qué mierda estaba pensando? Esto es lo que ocurre cada vez que me limito a meditar a tan altas horas de la mañana. En fin, creo que intentaré ayudar a Ben a que encuentre la solución; ¿quién sabe? tal vez así deje de molestarme tan seguido.

...

Empecé a comer el desayuno y Jay tomó asiento a mi lado, colocando un zumo de naranja exprimido.
Mientras lo bebía, me quedé mirándolo. Hacía mucho que no bebía un zumo de naranja...

—¿Ocurre algo? —me preguntó cuando se percató de mi intensa mirada.

Me sonrojé involuntariamente debido a mi despiste.

—¡No, no! Es simplemente que...

—¿Quieres uno? —me preguntó.

Mi madre siempre me ha enseñado a negarme ante peticiones como estas con cierta elegancia y gratitud, y sabiendo que él era un chico adinerado y sabía sobre modales, debía comportarme como tal, así que...

—¡Sí, por favor!

Lo siento, mamá. Esto no ocurre dos veces en la vida. Bueno, tal vez sí, pero este momento es único.

Jay agarró una naranja de la bolsa y la partió por la mitad. Yo miraba ensimismada cómo hacía el zumo y él empezó a reír.

—¿Qué? —pregunté algo tímida.

—Parece que te impresiona cómo lo hago. ¿Es que nunca has hecho esto? —preguntó curioso y con cierta ironía.

Negué con la cabeza.

—Nunca lo he hecho, y la última vez que probé uno natural fue cuando cumplí los siete años —especifiqué.

—Eso me parece un delito. Los zumos en bricks traen colorantes y conservantes que son realmente malos para nuestro...

—Está bien, no quiero clases de biología —le interrumpí.

Él rió y me dio el vaso con el zumo.
Miré la bebida como una enamorada miraba a su enamorado.
Lo bebí en tres segundos y puedo asegurar a ciencia cierta que en el paraíso habían puestos ambulantes con esto.

—¿Te gustó? —me preguntó algo orgulloso.

Cambié mi cara de alucinada por otra de desinterés, y le respondí.

—No está mal.

Está genial.

—Me alegra saber eso. Te regalaré este exprimidor. Tengo muchos en mi casa —respondió—. Por cierto, Ayleen, me gustaría saber por qué me tienes tanto odio, o rencor... en fin, ese sentimiento antipático hacia mí. No recuerdo haberte hecho algo que te disgustarse nunca —preguntó de repente, dejándole algo atónita.

—¿Eh? Pues... —me rasque la nuca, nerviosa. ¿Qué podía responder? ¿que me desagradaba porque era un niño mimado el cual lo tenía todo? De ninguna manera— te equivocas, nunca te tuve rencor, ni odio, ni ningún otro sentimiento antipático hacia ti —mentí.

—Me alegra saber eso, porque me había sentido bastante mal saber que estaría contigo durante una semana y que ambos estuviésemos tirándonos pullitas —confesó.

A decir verdad, este chico empezaba a caerme mejor. Aunque solo haya sido un pequeño gesto, pero un pequeño gesto dice grandes cosas de una persona.
Tal vez deba darle una oportunidad a Jay.

De repente, recordé que no había gritos en casa.

—Oye, Jay, ¿sabes dónde están mis padres? —pregunté extrañada.

—Oh, ellos se fueron a la casa del vecino. Al parecer quería enseñarles una nueva reforma de su casa.

—Si no tenemos vecinos.

—Tu madre llama vecinos a la familia Ray.

De repente, la puerta sonó y supuse que eran ellos.

No pude llevare mayor sorpresa cuando vi a Ben sujetando unas frutas en sus brazos.

Me quedé perpleja.

—¿Ben? —tartamudeé.

—¡Traigo miles de frutas! Estoy seguro de que el zumo de estas van a gustarte más que las del pijo —habló.

Abrí mis ojos con sorpresa y me giré para corroborar que el pijo..., quiero decir, Jay no lo había escuchado, y era cierto.

—¡Estás loco! —exclamé una vez me giré hacia Ben de nuevo.

Al menos estaba en su forma humana.

—Hazme espacio —me dijo y se adentró a mi casa.

Ben... ¿qué estás haciendo?

Let's play『Ben Drowned』Where stories live. Discover now