Capítulo 18 - El amor es una enfermedad

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A la mañana siguiente, casi caigo rodando escaleras abajo. Por suerte, mi padre estuvo ahí para agarrarme antes de caer.

—Por lo visto, las clases de ayer no sirvieron para mucho —comentó él.

Torcí el gesto e intenté bajar las escaleras con ayuda de mi padre.

Tomé el desayuno y mi madre me llevó en coche hasta el instituto.

Iba a ser un largo día...

...

Miraba las escaleras hacia arriba aterrada.
Bueno, ahora no tenía a mi padre, así que debía ser una chica responsable y madura y... Salir corriendo.

Caminé en dirección a la salida —todo lo que podía correr con muletas— pero choqué contra alguien.

—¡Lo siento, Ayleen! ¿te hice daño? —preguntó alguien.

Miré hacia arriba y vi a Adam.

Él me ayudó a levantar del suelo y le hablé.

—Adam, quiero que me digas qué viste exactamente el día que fuimos al bosque —pedí nerviosa.

Él empezó a ponerse tenso y supe al instante que aquello que vio aún le perturbaba.

—Siento haberme ido de esa forma, Ayleen, pero es que...

—Disculpas aceptadas. Tan sólo quiero que me digas qué viste —le interrumpí.

Él volvió a moverse nervioso hasta que por fin habló.

—Era extraño, Ayl, era como... Bueno, tal vez no me creas, pero vi a un chico bajito y rubio el cual lloraba sangre o eso me pareció —empezó a hacer aspavientos con las manos—. Sé que suena a cuento, yo también creería lo mismo, pero es que... lo vi. Bueno, tal vez fue mi imaginación, pero me asusté bastante.

Entonces él vio a Ben.

—No te preocupes, Adam. Te creo —le dije empática.

...

Ambos caminamos hasta la primera clase, hasta que recordé que debía subir las escaleras y mi cara mostró el horror puro.

—¿Te ocurre algo? —preguntó Adam.

—Esto... No sé subir escaleras así —confesé, mirando mis pies.

—Entonces voy a ayudarte —propuso él y me tomó en sus brazos.

¿¡Qué mierda!?
Me sonrojé al instante. No sabía que Adam podía conmigo. No se le veía muy... en forma, por así decirlo.

Al fin llegué hasta arriba y Adam me soltó.

—Gracias, Adam —dije, sin mirarle a los ojos.

No entendía esta reacción.
Ambos nos despedimos, prometiendo vernos más tarde, y «caminé» hasta mi primera clase.

Una vez la encontré, toqué a la puerta pues había llegado tarde.

La profesora la abrió y me miró con cara de desaprobación.
Tenía que ser Rottenmeier...

—¿Cuál es el motivo por el que usted ha llegado tarde, señorita? —preguntó.

Miré obvia hacia mi pie escayolado y la mujer alzó una ceja, comprendiéndolo.

—Es la primera y la última vez que llega tarde a mi clase —demandó la profesora y me dejó entrar a clase.

Me senté al lado de Camille y enseguida empezamos a hablar.

—¿Qué te ha pasado en el pie? —preguntó mientras señalaba alarmada hacia mi pie escayolado.

—Una caída —respondí sin más.

Camille arrugó el entrecejo. Parecía sopesar algo.

—A ti te ocurre algo... —adivinó ella.

Suspiré.

—Tal vez —respondí mientras apoyaba el codo en la mesa y la cabeza en mi mano.

—Cuéntamelo —pidió.

Le miré. Así que era chica curiosa...
De todas formas, necesitaba contarlo a alguien y quién mejor que Camille. Así tal vez salga de dudas.

—Verás, Camille... —empecé a decir—, no sé qué me ocurre últimamente, pero cada vez que me acerco a Adam, me pongo nerviosa y siento una cosa terrible en mi estómago... es bastante desagradable. Al principio creí que me había pegado algún virus pero no podía ser eso ya que más tarde me sentía bien. ¡No sé, Camille! Dime qué podría ser —expliqué.

Camille empezó a reír disimuladamente y no tenía ni idea de por qué estaba haciendo eso.

—¡Oye! —susurré mientras le golpeaba en el hombro.

Ella se quejó por mi golpe y se reincorporó en el asiento, dejando de reír.

—Sé perfectamente qué te ocurre, idiota —me dijo.

—¿¡Y qué es!? Dímelo ya porque es muy molesto —pedí.

—Te gusta Adam. Eso es —respondió sonriente.

Arrugué mi entrecejo.
Estaba enfadada. Adam no podía gustarme, imposible.
Camille estaba loca si creía eso.

—Camille, no estoy bromeando, yo...

—¿Y crees que yo sí? —me interrumpió— Lo que no comprendo es cómo no te diste cuenta antes. ¿Es que tú nunca te has enamorado?

Apreté mi mandíbula.

—¡No! Dios, no. No quiero hacer eso. El amor que no es entre familia es una enfermedad —opiné.

Camille se palmeó la cara y empezó a reír a carcajadas.

—Lo siento, Ayleen, pero creo que eres idiota —dijo entre risas.

Torcí el gesto. Ahora doy idita, muy bien.

—Es ridículo lo que me estás diciendo —dije enfadada.

—¿Lo que yo te digo es ridículo pero lo que tú dices no lo es? Perdona, pero tus palabras son totalmente incoherentes. Cuando te percates de que Adam te gusta, hablaremos —dijo y me callé.

Ella no tenía razón y no quería seguir discutiendo por algo tan ridículo.
Adam no me gustaba y jamás me gustará.

...

Una vez salimos de las aburridísimas clases de la profesora Rottenmeier —lo siento, el mote se ha quedado—, Caminábamos por los pasillos y nos encontramos con Adam.

—Hola Ayleen —saludó él y me sonrojé al recordar las palabras de mi amiga.

Pude escuchar la risa de Camille y cambié mi rostro a uno de enfado.

—Por cierto, Ayleen. Me gustaría preguntarte... ¿Y si volvemos a quedar? Me gustaría rehacer la quedada del otro día, sin terminar estropeándola —pidió algo nervioso.

Abrí mis ojos con sorpresa.

Iba a responder, pero alguien, quien ponía su brazo encima de mis hombros, respondió por mi.

—Imposible. Ella saldrá conmigo —dijo.

Levanté una ceja con incredulidad y miré hacia la persona la cual respondió por mi.

Juro que lo mataré.
¿Qué hacía Ben aquí?

No dije ni una sola palabra y empecé a golpearle con mis muletas mientras él se quejaba.

—¡Basta, Ayleen! ¡Está empezando a dolerme! —decía mientras reía.

—¿¡Qué mierda haces aquí!? —pregunté al borde de la histeria.

Ben empezaba a entrar poco a poco en mi vida personal y eso no me gustaba nada.

Let's play『Ben Drowned』Where stories live. Discover now